Todos asociamos este tipo de cine a personajes que navegan por los mares de la delincuencia y son capaces de hacer cualquier cosa por conseguir unos duros, la mayoría de veces para financiarse unos galopes a lomos del caballo. Lo raro, lo ùnico, es encontrarse a un personaje que reúne casi todas las características del personaje arquetípico de quinqui, casi todas, menos meterse veneno por las venas. ¿Es mejor "La patria del 'Rata'" por no ver ni un porro, ni una raya y mucho menos un pico?; la película nos coloca ante un delincuente que ha pisado durante un tiempo la cárcel, pero sus motivaciones son más críticas, al menos se sospecha una profundidad mucho mayor en sus esquemas mentales. Y eso al menos sí la hace diferente.

El Rata se da cuenta que la sociedad que le rodea está podrida, no se fía de los políticos y su caída a los infiernos de la marginalidad se debe al sistema. Él intenta ser legal, ojalá hubiera encontrado un trabajo de cuarenta horas, pero no, se siente empujado a ser un atracador y en última instancia un secuestrador. Precisamente en esa miserable casucha, con la niña, es donde nos damos cuenta que el Rata vale más que cualquier otro quinqui. Un poco al estilo "Tarde perros", afuera no falta ni la televisión. Mientras, se da un festín como jamás se hubiera dado en su vida y comparte una humanidad con la niña que desde luego, eso sí, es precioso y único.

Una lástima Rata, tu destino, como el de Bogart en aquella huida, está más que escrito. No pasarás a la historia como el quinqui más famoso, pero desde luego sí como el más emotivo.