Cronenberg logra penetrar en el submundo de una pesadilla nunca mencionada por numerosos automovilistas que, sin embargo, la sienten cercana, en el día a día en que perciben a su coche como una amante unida a las mayores fantasías sexuales. Pues bien, en Crash: actores de primera línea encarnan a seres que sólo viven pendientes del coche y su placer masoquista abiertamente sexual.

En notable sucesión de explícitas secuencias sexuales hay algunas realmente asombrosas y la última es bellísima y terrorífica a su vez: como entrar en la boca del lobo sadomaso, con la salvedad de que al sádico lo inventan los propios masoquistas en virtud de accidentes de coche.

Es original, erótica, altamente morbosa y al principio incomprensible: sin embargo, tras su aparente retorcimiento están los puentes con tantos accidentes, los millones de personas que hacen del coche un ser vivo peligroso, volcado en la tentación suicida con un punto sexual que les arrolla hasta devorarles.