Película familiar altamente recomendable, divertida y a ratos emotiva. Creo que es uno de los papeles más creíbles de los inicios de Tom Hanks y te llega a convencer de que en realidad es un niño de 13 años en el cuerpo de un hombre de 30.
La película puede tener varias lecturas como la de que nunca hay que olvidar a ese niño que llevamos dentro, pero también nos dice que cada cosa tiene su tiempo y hay que aprovechar dichos momentos al máximo, la infancia no se recupera una vez pasada y quizá sea la edad que más nostalgia nos despierte el resto de nuestra vida, no hay por que tener prisa en llegar a ser adultos ya que luego lo seremos por mucho tiempo.
Esta película, como veo que le ha ocurrido a otros compañeros, también marcó mi infancia (junto con Los Goonies) y la he vuelto a ver hoy. Al contrario que con otras películas ochentenas de las que guardaba buen recuerdo este revisionado no me la ha estropeado sino que me ha hecho recordar todas sus virtudes y ver como no la ha estropeado el tiempo.
La escena del piano gigante en la juguetería es ya un clásico.