Las películas de robos sofisticados y difíciles siempre gustan, pero si el reparto es tan bueno como aquí, pues mucho mejor.
Sean Connery está bastante mayor ya en "La trampa", pero como el público y la crítica le adoran, no dejaba de trabajar por su edad (hasta su retiro voluntario tras "La liga de los hombres extraordinarios").
Zeta-Jones es una ágil ladrona de arte que colabora con Connery para hacer el robo del siglo.
Tiene todos los elementos habituales: persecuciones, un entrenamiento riguroso, giros inesperados y un espectacular plan para conseguir lo que parece imposible.
Como digo en el título de la crítica, la pareja protagonista tiene mucho "feeling", a pesar de su buena diferencia de edad. Debe de ser porque estamos tan acostumbrados a ver a Connery durante su larguísima trayectoria, que es como alguien de la familia, al que nunca terminamos de ver como a una persona mayor, aunque realmente lo sea.
El argumento está muy bien desarrollado y por supuesto incluye sorpresas no previsibles, lo cual siempre es de agradecer en un género que está más o menos explotado.