Crítica escrita tras ver la primera temporada completa.
Esta saga de juegos tan longeva casi siempre ha sido exclusiva de los sistemas Nintendo, y yo en mis tiempos era de Sega. Así que tan solo he podido probar el “Mirror of fate” y los dos “Lords of shadow”, siendo estos últimos una auténtica pasada.
Lo que quiero decir es que no tengo suficientes conocimientos de la franquicia como para saber si esta es una buena adaptación, o cómo se relaciona con los juegos.
No me gusta demasiado el aspecto “normal” que le han dado Drácula, pues no da miedo ni impone respeto. Eso sí, cuando se cabrea y se transforma, ya es otra cosa.
El dibujo es de animación clásica en dos dimensiones, lo cual no me lo esperaba en esta época en la que todo es infografía. Pero me gusta su estilo, con esa ambientación gótica y toques de “gore” que no la hacen apta para los niños ni de broma. También tiene mucho más movimiento que muchas series japonesas.
El protagonista, Trevor Belmont, es muy chulo y lucha con espada y látigo, como en los juegos. Al ser tan cortísima esta primera temporada, no nos explican prácticamente nada de sus motivaciones ni su pasado. Simplemente está ahí para combatir contra los monstruos y nada más.
Con Drácula si se esmeran un poco más, dedicándole todo el primer capítulo con una historia en la que la Iglesia no es que salga muy bien parada, precisamente. Como siempre que se trata la Edad Media, nos muestran el lado más oscuro del clero.
Me sorprende que sea el mismísimo Trevor Morris el que haya musicalizado esto, así como que cuente con la voz original de “Thorin escudo de roble”. Se ve que Netflix cuenta con medios si se lo propone, aunque algunas de sus películas de producción propia dejan bastante que desear.
El primer episodio está bien. En el segundo no pasa gran cosa. El tercero ya tiene algo de lucha y es en el cuarto cuando parece que empieza a ponerse interesante.
Con el aluvión de series que tenemos hoy en día para ver, ya se me hacen muy pesadas las temporadas de más de 15 episodios. Pero en este caso pasa todo lo contrario. En 4 episodios de 25 minutos, que me he visto del tirón, no hay tiempo ni para la acción frenética, ni para la presentación de personajes ni para casi nada. Esto es tan solo un aperitivo que prácticamente podría considerarse como un piloto si juntamos los cuatro capítulos. Sabe a muy poco. Recordando otra película mítica del género, como decía Kirsten Dunst en “Entrevista con el vampiro”: ¡Quiero máaaaaas!
Supongo que mejorará en el futuro, pero con la primera temporada me he quedado con la cara partida. Es aceptable sin más.