No deja de ser la típica y tópica serie policíaca procedimental, pero por lo menos tiene algunos elementos que la salvan de la mediocridad.
Los casos de Vicky suelen tener componentes sobrenaturales, y su socio extraoficial es bastante particular, como descubriremos desde los primeros episodios.
La protagonista tiene un carisma especial. Desde luego tiene bastante carácter y cuando se meten con ella es temible. Es el típico personaje de mujer fuerte e independiente. La encarna la televisiva y poco conocida Christina Cox, que me resulta tremendamente parecida a Rhona Mitra.
La serie no pasó a la historia de televisión ni llega a ser notable, pero tampoco tiene el bajo nivel de calidad de las producciones televisivas policíacas al uso.
Por supuesto, aunque juegue con estos temas, el terror es totalmente inexistente.
No falta el predecible toque romántico de relación imposible, pero por suerte no se centran del todo en eso. Los protagonistas tienen química y una cierta tensión sexual, como pasa en tantas parejas de series. En este sentido es bastante divertido el capítulo del íncubo “El amor duele” en el que se bromea bastante con ese tema.
Incluso hay hueco para algo de humor negro, especialmente con la forense y su peculiar forma de tomarse su trabajo.
Algunas criaturas de la noche que aparecen aquí, denotan claramente la falta de presupuesto en maquillaje y efectos, pero eso es algo habitual en las series fantásticas, incluso en ciertas entregas de las mucho más exitosas “Expediente X”, “Sobrenatural” y “Sleepy Hollow”.
La cámara se mueve demasiado para mi gusto. También me habría gustado que las historias del pasado de Henry hubieran utilizado más el “flashback”.
Los episodios tienen buen ritmo y la duración habitual, con lo cual se pasan rápido. Es una serie muy fácil de ver, que además no llega a los 30 episodios con sus dos temporadas.
Yo no la recomendaría a personas a las que no les sobre el tiempo, pero a mí me ha resultado muy entretenida teniendo en cuenta que ni de lejos es una gran serie.