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United Kingdom United Kingdom · Birmingham
Peaky Boy rating:
7
Thriller. Drama Julian, an American fugitive from justice, runs a boxing club in Bangkok as a front for his drug business. His mother, the head of a vast criminal organization, arrives from the US to collect the body of her favorite son, Billy. Julian’s brother has just been killed after having savagely murdered a young prostitute. Crazy with rage and thirsty for vengeance she demands the head of the murderers from Julian. But first, Julian must ... [+]
Language of the review:
  • es
August 7, 2013
11 of 14 users found this review helpful
André Breton, padre del surrealismo, dijo una vez, —Todo aquel que sea incapaz de visualizar un caballo a galope sobre un tomate es un idiota. Esta frase define perfectamente la lucha, la defensa incondicional y en última instancia, la desesperación de un hombre por aquello que tanto trabajo le había costado, un cambio radical en la poesía y la literatura, que llegó a expandirse hasta las artes plásticas y, por supuesto, al cine. Woody Allen, reflejó genialmente aquella generación en Midnight in Paris, 2011.
Desgraciadamente, la segunda guerra mundial llegó, y con ella, el final del primer periodo surrealista del que España fue gran representante. Actualmente, grandes directores del cine han continuado con la lucha que Breton inició años atrás, ya sea de manera esporádica o de forma constante, como es el caso de David Lynch quien si, en algún momento de su carrera, hubiese decidido hacer una película en colaboración con Park Chan-Wook, Sólo Dios Perdona hubiera sido el resultado. Las referencias al cine de Lynch son inacabables, tanto es así, que en la escena en la que Gosling le regala un vestido a su novia para que le acompañe a conocer a su madre, por un momento pensé que la chica aparecería vistiendo Terciopelo Azul.
Nicolas Winding Refn vuelve a apostar por una estética de contrastes, una fotografía a cargo de Larry Smith, que proyecta sombras sobre luces fluorescentes en un entorno lóbrego, depravado, y con un asfixiante ambiente pecaminoso por el que transitan los mayores degenerados y los personajes más peligrosos de Tailandia. Sin duda el apartado visual es uno de los mejores aspectos de toda la película, y es que Refn tiene un indudable talento para crear cine que, mejor o peor encaminado, siempre resulta llamativo. Su capacidad de mostrar la violencia desmedida, mediante un sinfín de recursos con la cámara, es digno de mención en cualquier escuela de cine.
Julian es el regente de un club de Muay Thai, del que se encarga desde hace diez años tras haber huido de la justicia americana por cometer un asesinato. El club, a su vez, es una tapadera para la venta de drogas. Todo parece ilícitamente estable, hasta que un día el hermano de Julian, Billy, asesina brutalmente a una chica de dieciséis años. Este suceso hará que Billy sea ajusticiado a petición de un policía corrupto que gobierna los bajos fondos de la ciudad. A partir de este escabroso incidente la vida de Julian se convertirá en una onírica espiral de violencia, sexo y miedo que se verá intensificado por la llegada de una madre enajenada que acaba de perder a su hijo preferido, y no se cansará de atacar al único que le queda, recordándole lo inferior que era respecto a su hermano, la envidia que siempre le había profesado y su culpabilidad en lo ocurrido. La impasibilidad de Julian ante este maltrato maternal, se debe a un complejo de Edipo oscuramente enfermizo, y que compensará mediante las esotéricas escenas sexuales con la guapa Mai, en las que, mediante el contacto genital femenino, más parece buscar el amor materno perdido, que el placer sexual de su pareja.
Muchas influencias de directores asiáticos es esta cinta de arte y ensayo en la que Refn construye un guion de escasos diálogos, para dejar que las imágenes hablen por sí solas. La violencia explícita no ha sorprendido conociendo la trayectoria del realizador, pero sí lo ha hecho la carga surrealista con la que el director parece volver a sus orígenes, creando una atmósfera más parecida a la de su filme Fear X, 2003, que a lo que nos había estado mostrando en sus últimos trabajos. Que no se ha logrado aquella fantástica armonía de dirección, actor, fotografía y música, que el danés alcanzó en su anterior película, Drive, 2011, es una obviedad, pero dudo mucho que ni siquiera se estuviese intentando acercar a ese tipo de resultado. Cliff Martínez vuelve a componer una banda sonora que, al igual que la fotografía, las actuaciones y la dirección, funciona genialmente por separado, pero al mezclar todos los factores, pugnan por lograr un mayor protagonismo, originando un tropiezo considerable en cuanto a la historia se refiere, algo que, por otra parte parece hecho deliberadamente, como queriendo decir, no voy a volver a hacer Drive una y otra vez sólo porque a la crítica le gustó. Una fuerte personalidad se descubre detrás de todos los neones de la película, que deja muchos detalles de la calidad de un realizador que se permite el lujo de experimentar y buscar nuevas formas de expresión, mostrando de forma antagónica, la más hermosa belleza que la violencia puede originar, y esto puede ser algo tan grande como un género cinematográfico en sí mismo. Algo que, bajo nuestro punto de vista, merece mayor consideración que la otorgada en las críticas generales. Un final completamente atípico, que rompe con todos los manuales del cine de venganza, consigue la decepción e incomprensión necesarias que pueden hacer de esta cinta transgresora una pieza de culto muy apreciada en un futuro, como ha pasado con otras obras de similares controversias, cuyos títulos no osaremos a citar por miedo a escandalizar a propios y extraños.
Fin de la película, y el primer título que aparece vuelve a inundar la sala de sorpresa a la vez que aclara muchas incógnitas. Alejandro Jodorowsky recibe la posición de honor de los créditos en un agradecimiento especial del director. Entonces recordamos la actuación de la genial Kristin Scott Thomas, en el papel de la madre de Gosling y que es todo un homenaje al controvertido y polifacético director.
Ejercicio impresionista de arte y ensayo. Arriesgada propuesta de un impertérrito director que no se deja abrumar por el profundo alcance que su trabajo está alcanzando.
Peaky Boy
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