Una película de supervivencia que no necesita decir ni una palabra para atrapar al espectador. Es lo único que pone sobre la mesa el director J.C. Chandor (El Año más Violento), eso y saber filmar con capacidad todo lo que ocurre en pantalla, poner en movimiento el mar y todo lo que se mueve a su alrededor, y sobre todo, saber dirigir a Robert Redford (El Golpe), el faro que ilumina el resto de la película.

Sí. Robert Redford nos entrega una interpretación de quilates, y no me refiero a que sea un papel con una retahíla de diálogos. No. Lo que pone en juego es todo un repertorio de actuación física pura y dura. Una interpretación casi al límite que nos remonta, más próximo en el tiempo a la actuación de Sandra Bullock en la magnífica Gravity. Con todo esto, nos hallamos ante un actor que lleva al máximo su físico, y pone en relieve la dificultad de la supervivencia de su personaje debido a la edad avanzada en la que se ve inverso en esta aventura en que mira a los ojos a la muerte. Y el director juega con esta posibilidad en cada momento para aportar tensión al espectador y tensión narrativa, porque sin ella la cinta perdería su interés. Pero ahí está hasta el último momento la lucha de un hombre normal contra los elementos y los animales del salvaje océano.

Destacar también el nivel técnico y la fotografía tan sobrecogedora como bella de un entorno que parece vacío pero que juega con la vida con una facilidad pasmosa. Es este un relato de supervivencia al límite, un relato narrado por un buen director y ejecutado por un mejor actor.