Si quieres la paz, prepárate para la guerra. Esta es una frase que muchos pensaban atribuida al gran Julio César, pero realmente pertenece a otro escritor romano llamado Vegecio. Bajo esta premisa, se subtitula este tercer episodio de la que ya es una saga de culto del cine de acción: John Wick. Parabellum (prepárate para la guerra) es lo que nos dice el propio subtítulo: para poder dejar de matar, John Wick debe seguir haciendo lo que se le da mejor. La muerte es su arte, pero siempre le perseguirá, por eso mismo busca la paz, que es, al fin y al cabo, lo que desea desde el principio de la saga. Ahora es la propia organización quien está dispuesta a terminar con su vida y lo que encontramos, para disfrute de todo fan de la acción, es una hiperbólica cinta de acción que no deja un ápice de tranquilidad, salvo dos o tres oasis de respiro, entre tanto movimiento dedicado exclusivamente a la exterminación de todo aquel o aquella que pulule por la pantalla con un arma en la mano. Con una dosis bien distribuida de la acción, Chad Stahelski (John Wick I y II) dirige con precisión cirujana cada toma de cámara, cada escena, cada coreografía... de tal forma que el espectador no se pierda ni un detalle de todo lo que acontece.
Parte de la culpa de este festín de mamporros es de Keanu Reeves (Matrix, Le Llaman Bodhi) que encaja como un guante en el papel de El Hombre del Saco: John Wick. Junto a él siguen apareciendo el siempre solvente Ian McShane (American Gods) y Laurence Fishburne (Ant-Man y la Avispa, Man of Steel); pero se le une, y con gran acierto, una Halle Berry (X-Men) en estado de gracia a la hora de dar pasaporte a los villanos. Por el lado malvado, el peso recae en el artista marcial Mark Dacascos (Sólo el más Fuerte, Crying Freeman) encarnando el papel de un cocinero asesino muy (¡ojo!) fan de John Wick. Sin duda, un tipo pintoresco que incluso dará que hablar y nos sacará alguna sonrisa a pesar de dónde provenga y de las ideas poco halagüeñas que profese contra el protagonista de esta súper cinta de acción.
Simplemente, vean y disfruten de la destrucción gratuita que el amigo Keanu Reeves nos ofrece en estas dos horas de diversión asegurada.