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Valkiria rating:
6
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September 11, 2008
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Una historia parecida a otras: autor de éxito fracasado y alcoholizado escribiendo guiones cutres para sobrevivir conoce a chica lista, ambiciosa, en ciernes de convetirse en la gran columnista del cacareo de Hollywood y lo más seductor: dispuesta dejarse enseñar.
A mí me cabe la gran duda de si se enamoran realmente. ¿Se enamoran? ¿Se autodestruyen? Se utilizan: él para recuperar la pasión por escribir; ella para escalar posiciones en el mundillo.
La pareja no funciona. No hay química.
Deborah persiste en su gélida actitud y pose, cuando por su papel debería rasgarse las vestiduras y echarle desfachatez y pasión al asunto.
Él no está para nada convincente; vamos, que la Deborah no le pone.
Las escenas de esa mujer en la playa son qué curioso, siempre las más sugerentes; también las únicas.
Luego se dedica a poner cara de bobalicona, como si soñara despierta todo el santo día.
Es una buena escena, bien lograda, la de la pelea. Creo que ahí debiera terminar la historia que entre estos dos no cuaja en ningún fotograma.
Un momento tenso... el ataque de ansiedad. Algo que hace presagiar el final, aunque vaya!, parece que todo se intuyera desde el principio.
Peck no luce sus encantos, insisto, porque la Kerr no desata su líbido y viceversa. Está encorvada, demasiado bien peinada a base de insulsos moños. Tanto que parece, se asemeja más a la Primera Dama, esposa del presidente que a una Escarlata dispuesta a comerse el mundo.
En el cine de la época en Hollywood, las rubias son angelicales y ñoñas. Las morenas son fieras.
Es la desventaja de Deborah.
Ni siquiera los diálogos son consistentes (más tratándose de un novelista y una periodista).
Muy floja. Una pelicula, creo, para hacer bulto en la dilatada y formidable carrera de ambos actores. Fin.
A mí me cabe la gran duda de si se enamoran realmente. ¿Se enamoran? ¿Se autodestruyen? Se utilizan: él para recuperar la pasión por escribir; ella para escalar posiciones en el mundillo.
La pareja no funciona. No hay química.
Deborah persiste en su gélida actitud y pose, cuando por su papel debería rasgarse las vestiduras y echarle desfachatez y pasión al asunto.
Él no está para nada convincente; vamos, que la Deborah no le pone.
Las escenas de esa mujer en la playa son qué curioso, siempre las más sugerentes; también las únicas.
Luego se dedica a poner cara de bobalicona, como si soñara despierta todo el santo día.
Es una buena escena, bien lograda, la de la pelea. Creo que ahí debiera terminar la historia que entre estos dos no cuaja en ningún fotograma.
Un momento tenso... el ataque de ansiedad. Algo que hace presagiar el final, aunque vaya!, parece que todo se intuyera desde el principio.
Peck no luce sus encantos, insisto, porque la Kerr no desata su líbido y viceversa. Está encorvada, demasiado bien peinada a base de insulsos moños. Tanto que parece, se asemeja más a la Primera Dama, esposa del presidente que a una Escarlata dispuesta a comerse el mundo.
En el cine de la época en Hollywood, las rubias son angelicales y ñoñas. Las morenas son fieras.
Es la desventaja de Deborah.
Ni siquiera los diálogos son consistentes (más tratándose de un novelista y una periodista).
Muy floja. Una pelicula, creo, para hacer bulto en la dilatada y formidable carrera de ambos actores. Fin.