Keitel no es un corrupto, es un chiflado, desequilibrado, perturbado, trastornado, desquiciado, paranoico, psicópata, inconsciente, estúpido y, en definitiva, un gilipollas. // Keitel va a las putas. Y a la disco. Y a merodear por los hospitales. Keitel no sabe adónde va. // Keitel no come. Keitel fuma, mucho, y esnifa, mucho, y toma pastis regaladas, y se pincha y se le ponen los ojos del revés. Keitel ha “probao con tó”. // Keitel no bebe líquidos sin graduar, “sólo de mi garrafa”. Tampoco usa enjuague bucal, “sólo si quema en la garganta”. Keitel tiene un problema. // Keitel la tiene pequeña, pero es bueno imaginando cosas. “Si me pones caritas te quito la multa”. A Keitel le van las jovenzuelas. // Keitel ejerce de mulo allá en su pueblo. Fíjate en su torso, y en su chepa. Oh, prodigios de la naturaleza. “Te meto una coz y te hago puré, friend”. // Keitel no cree en la Iglesia, pero cree en Dios. Y en las apuestas, si pierde. Si no también, pero entonces no tiene tanta gracia, “¿te das cuen?”. A Keitel le comen las deudas. // Keitel tiene varios hijos y alguna mujer, pero no lo sabe. “No doy pa más, je je je”. // Keitel tiene dos amigas: una yonki filósofa que seguro que se tira y una monja monísima que se tiraría. También son eso, gilipollas. "Pero tienen un par de tetas, eh". // Keitel no llora, aúlla. Y se tira del pelo. Y tiene visiones. “Jesucristo murió por ti”.

Keitel no le importa una mierda a nadie. Tampoco a mí.
Keitel da mucho asco. Y al final bastante pena (¿?). Pues no, sigue dando asco…