La vida de este discapacitado pasaría mucho mas inadvertida sino fuera porque lo encarna ni mas ni menos que S. Penn, es una historia del montón, de esas que enganchan en USA, pero interpretada con una eficacia total, todos sus gestos, la forma de mirar y, como no, el patinazo que se pega cuando va a visitar por primera vez a su hija son monumentales, además se rodea de un grupo de amigos especiales, pero especiales porque también se salen, son personas rutinarias, pero hay un esfuerzo en mostrar que esta gente no se encierra en casa, sino que tienen total libertad de expresión, muy acertado.

De una manera no explicada del todo le llega el momento, es padre, y comienza a cuidar de ella con toda su alma, a atender todas sus curiosidades hasta que es un freno para su propia hija y comienza el drama en sí, la niña le supera en capacidad intelectual y para que su desarrollo sea normal deciden llevarla a un centro de acogida, por lo que el resto de la historia se basa en la lucha del padre, entrando en juego la abogada, que acepta gratis el caso por un estúpido pique...

Una vez encomienza su relación con M. Pfeiffer, la película se basa mucho en comparar el estrés del ciudadano acaudalado y en la comparación con familias que a priori lo tienen todo para ser felices, lo hace de una forma razonable, sin llegar casi en ningún momento a la sensiblería, puede que la cinta tenga altibajos y puede que algunos hechos no concuerden, como cuales son los límites de la incapacidad de Sam, pero quizás lo mas decepcionante del drama es que la injusticia no queda reflejada de una manera tajante, es una cinta que deja una sensación de alegría, por lo tanto es una película para todos los públicos, no es un drama realmente profundo.