Vaya con las opiniones tan contradictorias y encontradas que ha creado esta película del director napolitano Paolo Sorrentino. Muchos la han catalogado de prepotente, presuntuoso, pagado de si mismo, superficial, vacío, snob y hasta vulgar. Sin embargo, muchos otros la consideran una belleza de película, una joya, sensual, realista, bella en mensaje y en estética, en fin, dos extremos totalmente clarificados. Algunos, como yo, nos quedamos en un tierra de nadie, en medio de ambas opiniones, porque creo que la película es algo presuntuosa pero también tiene momentos de gran calidad, sobre todo porque Sorrentino ha tenido el gran acierto de contar con un trío de actores que son una maravilla por separado y que juntos ya no pueden estar mejor. El italiano escribiría a uno de los personajes principales con el actor Michael Caine en mente y así acabó siendo, el británico da vida a un director de orquesta retirado. Caine está delicioso pero si me tengo que quedar con alguien aquí es con Harvey Keitel, actor totalmente infravalorado y que es un pedazo de actor. La química entre ambos actores es palpable. Keitel aquí da vida a un veterano director de cine que planea filmar su testamento fílmico. La tercera de este trío maravilloso de actores es la bella Rachel Weisz, de la cual nunca me canso, una belleza con un talento impresionante, elegante como siempre que tiene una escena inolvidable soltándole a Caine un monólogo impactante sobre lo que piensa de él como padre ya que la Weisz interpreta aquí a la hija del inglés. Sólo por ellos tres ya merece la pena ver esta película, pero es además está Paul Dano, un buen actor que está teniendo un desarrollo en su carrera de lo más afortunada, y podemos disfrutar de una casi desaparecida Jane Fonda al menos por unos minutos en pantalla. La actriz se interesaría por este papel cuando su amigo Al Pacino le dijo que estaba escrito pensando en ella. La ambientación es preciosa, dan ganas de perderse en ese pueblo de los Alpes franceses por lo menos un mes, la música no se queda atrás (ahora mismo escucho las "Canciones Simples" que cierran la película, una delicia). Y lo que me queda por comentar es la participación aquí de la modelo y actriz rumana Madalina Ghenea, una belleza de mujer que a sus 26 años se hacía con este pequeño papel de Miss Universo que gana una estancia en el balneario donde se refugian el resto de personajes. Ella es la juventud y el canto a la belleza del cuerpo humano en persona y su corta secuencia de desnudo en la piscina ha sido tan impactante que decidieron utilizar esa imagen como cartel oficial de la película, algo que ninguna gran productora americana se hubiera atrevido a hacer por miedo a ofender a los puritanos espectadores. Lo que me daría tristeza es que esta chica, que se ve una mujer completa y con inteligencia, se encasillara en papeles basados únicamente en desnudos. Espero y deseo que no sea así.
"Dices que las emociones están sobrevaloradas, pero es una tontería. Las emociones son todo lo que tenemos". ¿Estáis de acuerdo?.
Un saludo,
Tess