Cuando se hace un biopic la ambientación debe ser primordial, de acuerdo, pero cuando se quiere retratar la vida de un aventurero de los de antes, cuando el mundo aún estaba por explorar, como esta Z, la ciudad perdida, hay que planificar un guion que ofrezca algo más que un resumen sencillo de la trayectoria de este inglés, porque aquí no hay más que un guion sin tensión, blandengue, previsible y sin intriga. Ha faltado la aventura, potenciar los peligros en la selva y el debido ritmo espectacular.

Se trata de una película, por lo que no debe, o no es necesario, ser un fiel retrato del protagonista, para ello ya estarán sus escritos, sus descubrimientos e incluso su biografía. Se trata de buscar el interés del espectador por medio de la acción al tiempo de crear intriga o tensión o lo que sea, crear algo de ánimo en el espectador. Y lo que no puede ser es sustituir esos valores con delicadas discusiones con la esposa, una mujer de esas dulce dulcísima, de mírame y no me toques, avanzada a los tiempos, en realidad más de estos tiempos actuales que de aquellos, una mujer que no me dice absolutamente nada, al revés, muy pedante, como esforzándose en caer mal con tanto chupar cámara.

Y si no hay material ni ideas, pues no la hagas, porque es muy probable que decepción sea lo que uno encuentre en este trabajo. Los que soñamos con aventuras pedimos más. Había más emoción en las incursiones de mi hermano pequeño en el monedero de mi abuela que aquí viendo al inglés con los indios, que si quieres saber de la penuria de una civilización como ésta, en medio de la selva, no hay más que echar un vistazo corto al lugar para saber hasta donde han llegado en siglos de existencia.