Esta obra de teatro del genial Neville sirve de modelo para lo que es contar la historia de una vida y su entorno de una manera sencilla y profunda.
Un matrimonio bien situado que vive feliz. Cuentan con la incondicional compañía de un amigo del marido que por fin termina instalándose en la casa, en la habitación de los invitados, ya que además es un ferviente admirador de la mujer a la que adora tanto como el marido.
En realidad, ambos amigos, siempre juntos y enfrascados en su pasión por los insectos disecados, representan el desdoblamiento del marido, son en realidad la misma persona. Muchas veces, en nuestra vida, nos hemos sorprendido viendo que hablamos solos, que nos decimos algún comentario, sobre todo, algunos; pues esto es lo que pasa.
El marido es un tipo bromista, feliz, y a su lado está el “otro yo”, su contrapunto: el celoso, el desconfiado; pero que siempre termina haciendo lo que dice el marido.
Y digo esto porque la mujer lo sabe.
Ella siempre cuenta con ellos, que se desviven por complacerla, pero en realidad ni el uno ni el otro hacen que se sienta satisfecha, por eso un día planea irse, no puede soportar la idea de que la vida un día termine y no haya sabido lo que podía haber llegado a conseguir por sí sola.
Y eso es "el baile", el baile ese al que siempre quieren asistir pero que la confortabilidad que la buena vida le da al marido, o lo que es la conformidad de su existencia, y que le hace estar siempre tan a gusto en su salón con los bichos de su colección, le hace una y otra vez resistirse a ir.
Y la desgracia llega…