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Antonio Morales rating:
6
6.6
568
Language of the review:
- es
September 27, 2013
7 of 12 users found this review helpful
Bernard Tavernier se inició en el cine como periodista y crítico, autor de varios libros sobre cine, comenzó siendo ayudante de dirección en films de Godard y Chabrol, logró dirigir su primera película en 1973, “El relojero de Saint-Paul” con excelente éxito, este sería su tercer largometraje. “El juez y el asesino” es una reflexión sobre el arribismo y la hipocresía de la sociedad burguesa del siglo XIX, desde la denuncia del poder hasta la ridiculización de la justicia.
Historia basada en hechos reales, habla del oportunismo de un personaje que se aprovecha de la desgracia ajena para intentar sacar tajada política. Tavernier, que consultó los recuerdos del juez, conservados en la Biblioteca Nacional francesa, reconocía haber mezclado lirismo e ironía en su narración. Y afirma el cineasta que el resultado final responde a su idea de que "una sociedad puede ser juzgada en función de la manera como trata a sus enfermos mentales". La película, rodada en escenarios naturales tiene una magnífica fotografía y una cuidada ambientación.
Joseph Bouvier (perfecto Michel Galabru) es un desequilibrado que se considera un “anarquista de Dios” acusado de varios asesinatos tras escapar de un manicomio. El ambicioso juez Rousseau, soltero (estupendo Philipe Noiret) que vive con su madre, pero mantiene a una pobre chica como amante, se hará cargo del caso. La película se deja ver con simpatía hacia los personajes desfavorecidos, pero lo que no me gusta es un cierto tufillo político de mensaje panfletario que nos obsequia el director.
Historia basada en hechos reales, habla del oportunismo de un personaje que se aprovecha de la desgracia ajena para intentar sacar tajada política. Tavernier, que consultó los recuerdos del juez, conservados en la Biblioteca Nacional francesa, reconocía haber mezclado lirismo e ironía en su narración. Y afirma el cineasta que el resultado final responde a su idea de que "una sociedad puede ser juzgada en función de la manera como trata a sus enfermos mentales". La película, rodada en escenarios naturales tiene una magnífica fotografía y una cuidada ambientación.
Joseph Bouvier (perfecto Michel Galabru) es un desequilibrado que se considera un “anarquista de Dios” acusado de varios asesinatos tras escapar de un manicomio. El ambicioso juez Rousseau, soltero (estupendo Philipe Noiret) que vive con su madre, pero mantiene a una pobre chica como amante, se hará cargo del caso. La película se deja ver con simpatía hacia los personajes desfavorecidos, pero lo que no me gusta es un cierto tufillo político de mensaje panfletario que nos obsequia el director.