Para conseguir que la masa no sepa a nada en absoluto, debe de seguir las siguientes indicaciones:

1º) Buscar unos ingredientes de mala calidad, insulsos e inmaduros.

2º) Contratar a un cocinero que piense que cuanto más mueva la olla y cuanto más veces lance el guiso por los aires, mejor saldrá el plato.

3º) Se debe de alejar lo máximo posible de la receta original. Aquella que asegure la calidad del plato... no la adquiera ya que corre el riesgo de que salga sabroso. Debe de innovarse rechazando lo que funciona.

4º) Cambiar las proporciones para darle un toque personal.

5º) Introducir en la olla más ingredientes de los necesarios, para darle un toque de sabor adicional.

6º) Servir el plato con mucha decoración, para tratar de disimular las consecuencias del resultado final.

7º) Reírse a carcajadas de todos aquellos que se lo comen y encima disfrutan con ello.


Louis Leterrier se une al conjunto de "cocineros" cuya especialidad radica en cocinar para quienes no tienen paladar, para los inválidos del sentido del gusto o para aquellos que no saben a qué saben los sabores. Gran hazaña, gran desafío y gran problema ya que la mayoría solo sabe que no sabe nada.

¿Qué haremos los "gourmets" en un país que ha sido invadido por el actual "Fast food americano"?