Es cierto que esta película se hizo por amor, por amor al cine. Pocos productores, como es el caso de David O. Selznick (DOS) han amado tanto el embrujo que la gran pantalla teje alrededor de una persona. Que pensara en la mujer que entonces le encandilaba para el papel protagonista es simplemente un hecho coyuntural, de hecho fueron las múltiples coyunturas o casualidades que se dieron en 1945 las que propiciaron que hoy podamos disfrutar de esta super-hiper-mega producción. Aunque DOS no consiguió su propósito (superar a la grandiosa Lo que el viento se llevó), si que se alzó con la victoria en el campo del marketing del preestreno y en el de la recaudación, sin embargo las críticas no estuvieron a la altura.
Con la perspectiva de los años, hoy podemos decir que Duelo al sol es un western de mucha calidad técnica (gran fotografía y dirección), de interpretaciones secundarias que a mi juicio eclipsaron a las de la pareja Jones-Peck y sobre todo, de toda una intrahistoria riquísima que le confiere un aroma de rareza cinematográfica. Véanse el elenco de directores que filmaron en mayor o menor medida la cinta, la peculiar ristra de actores secundarios de lujo que dan calidad interpretativa al film y como no, DOS, un hombre obsesionado con el cine, con el buen cine, obsesionado en los detalles que hacen de una película algo más que un entretenimiento, detalles que aúpan al cine como séptimo arte.
Vale la pena visionar Duelo al sol por muchos motivos, Peck en el papel de villano sin escrúpulos, una Jones que a medida que pasa la película gana en belleza, unos paisajes simplemente conmovedores y reales (sin trampa ni cartón), un Vidor sublime, una banda sonora efectista, etc. No obstante el principal motivo por el que deben verla es porque es cine en estado puro, cine con mayúsculas.

Un saludo.