El argumento se planteaba bien. Era bastante interesante, y también era una oportunidad para el cine español partiendo de una idea buena (pese a que yo llegué a la película sin saber que era nacional). Pero claro, si tienes una buena base y luego haces la torre torcida...

Te sale una película HORRIBLE. Porque a mí no es que me gustase, es que me resultó hasta como si me estuviesen tomando el pelo. Había escenas en las que, simplemente, te daban ganas de soltar una carcajada y preguntarte por qué nadie dijo nada mientras estaban rodando.

Tristán Ulloa (me suena, pero no lo recuerdo de ningún lado) es un actor con una sola cara, que intenta representar algo de lo que no tiene la más mínima idea, y cuando decide hacer algo es soltar un par de gritos. De Emilio tampoco... ni hablar.
La que única que se salva más o menos es Nathalie, que le dan un papel y ella lo ajusta, pero poco más.

La cámara no se controla por sí misma, y la fotografía deja mucho que desear.

Para mí, fue de esas películas que si fuera por ti te irías en cuanto empieza, pero uno es curioso y se pregunta si puede terminar tan mal como empezó.