Divertida comedia del estadounidense John Hughes que sabe combinar correctamente el humor más delirante con un leve toque sentimental fruto de la compasión hacia quien carece de hogar y afectos.

La película arranca carcajadas muy fácilmente gracias a un disparatado guión que nos sumerge en las desventuras más extravagantes de los típicos personajes a las que todas le salen mal y también debido a la perfecta química que existe entre Steve Martín y John Candy.

Dos personajes muy disímiles, que contrastan ya que tenemos a una persona refinada, parca y de buen pasar que se topa con un callejero y charlatán vendedor de argollas que apenas tiene dinero para sobrevivir. Como resultado de esta convivencia dan vida a experiencias únicas, graciosas por naturaleza, llenas de encanto y de simpatía.
Es gratificante el buen rato que esta cinta nos hace pasar, cuando los actores nos hacen reír apenas con verlos, y ni hablar de lo entretenido que resulta cuando las circunstancias del destino comienza a entrar en juego para complicar el panorama.

Filme que se basa por allí en ciertas licencias que sabemos que no son factibles de ocurrir, pero que uno sabe y debe tolerar ya que son las que nutren la esencia de la película. Es de agradecer también la música del filme, con la sublime "Mess Around" de Ray Charles, justo en la memorable escena del automóvil, hasta la versión de Blue Room de "Everytime you go away" del final.

Imposible no pasar un grato momento en la compañía escénica de estos dos grandes actores cómicos, y si a ello le sumamos un director con experiencia en comedias (recordemos que luego haría la saga de "Home Alone" y "Beethoven") si tomamos en cuenta "The breakfast club".

Película sin desperdicio que nos hará llorar de la risa y por qué no darnos una bofetada de sensibilidad al final del filme. La invitación está hecha para quien aún no haya visionado este filme, muy recomendable sin dudas.