Tengo que investigar, que no lo he hecho. Pero a mí me huele que esto es más del tal Bretaigne Windust que del propio Walsh. Por más que esté Bogart, por más que la fotografía sea la bomba, y el guión igual de enrevesado que los grandes clásicos negros, no tengo la sensación de que sea un verdadero Velázquez.
Así que no puedo ponerla con seguridad en el altar del Prado.
Tiene más de serie B de J.H. Lewis o Polonsky que de Welles del que hay varias cosas de "La Dama de Shangai", por ejemplo. En fin que hay muchas cosas positivas, una de ellas Bogart y su doblaje. Ya eran los cincuenta y el actor buscaba títulos interesantes, pero compárese ésta con "El cuarto poder" o "Más dura será la caída", ésos eran los verdaderos últimos hurras de un poderoso icono del cine. A mí me gustan aquí los secundarios y sobre todo ese Mendoza, esa cuasi invisible presencia criminal que no conocemos hasta el final en la figura del maravilloso estrábico Everet Sloane casi salido de un cuento de Hoffman (ay Welles).
Lo dicho, en los cincuenta ya no gustaba que fueran los gangsters los héroes, ahora son polis con sombrero calado. Solo hay un testigo para declarar en juicio contra el Jefe Mendoza, que gestiona asesinatos por encargo. El testigo José Rico, por supuesto no puede testificar y no lo hará (véanla). Mientras un burocrático y esforzado Bogart con el tiempo en contra recorre a través de una madeja de hilo y flash backs , eso sí puro cine negro del bueno buscar cómo condenar al culpable capo Mendoza. La expliación de los últimos 15 minutos sí tienen la mejor pulsión del maestro Walsh.