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Spain Spain · Cordoba
Yasumaro rating:
7
Western. Adventure Ethan Edwards (John Wayne), a case-hardened Civil War veteran, returns to his brother Aaron's (Walter Coy) Texas home in 1868. When Rev. Samuel Johnson Clayton (Ward Bond) arrives to raise a posse to run down the Comanche who have stolen the cattle of neighbor Lars Jorgenson (John Qualen), Ethan is among those who join him. They return to find the Edwards family slaughtered and the two girls, Lucy (Pippa Scott) and Debbie (Natalie ... [+]
Language of the review:
  • es
May 9, 2010
4 of 6 users found this review helpful
John Ford regresa a Monument Valley, escenario del que para mí sí es uno de los 5 mejores westerns de la historia, "La diligencia" (1939), para rodar una historia que andando el tiempo habría de convertirse en todo un clásico cinematográfico.
"Centauros del desierto" es, por derecho propio o no, una de las películas más recordadas de la historia del celuloide y cuenta entre sus fans más reconocidos a Spielberg, George Lucas, Scorsese, o el mismo Akira Kurosawa. Sin embargo, la película no nació con tan buena estrella, ya que si bien es cierto que funcionó gratamente en taquilla, fue vapuleada por la crítica formal en mayor o menor término. Imagináos que "El último samurai" fuera un film de culto dentro de 30 años. Pues eso más o menos ocurrió.
Ford nos narra la desesperada y, a ratos enfermiza, persecución de un soldado confederado, de modales toscos, que persigue a los apaches que han masacrado a casi toda su familia y que, a su vez, han raptado a su sobrina.
John Wayne dibuja, eso sí, uno de los personajes menos arquetípicos de toda su trayectoria al dar vida a un antihéroe que algunos críticos asemejan con Travis Bickle, el protagonista de "Taxi Driver" (Scorsese, 1976). Y es que, sin lugar a dudas, el aspecto más innovador y polémico de Centauros del desierto es el tinte racista con el que está impregnada toda la narración, fundamentado en la deshumanización de los indios.
El director de Mogambo se vuelve a apoyar en una fotografía vistosa, colmada de composiciones brillantes, y que sirven de telón de fondo para una narración épica salpicada en ocasiones por ciertos -y desacertados- toques de humor.
Lo indiscutible, y a pesar de que crea que está sobrevalorada, es que Ford fundamentó uno de los pilares del Western clásico al tiempo que creó una película imprescindible para todo aquel que se considere amante del Séptimo Arte. Porque ¿qué friki del western no ha imitado a Wayne con su andar apesadumbrado enmarcado por la puerta?. Ninguno que se precie espero.
Yasumaro
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