Evil es una novela autobiográfica del sueco Jan Guillou que se publicó en 1981. Erik Ponti es un chico de catorce años que vive en Estocolmo allá por los años cincuenta. Es enviado a un colegio privado porque su padre considera que tiene mal comportamiento. Su padre, que es un maltratador y le pega palizas cada vez que tiene ocasión. En el filme una frase se nos queda desde el primer momento:

«Después de la cena hablaremos de ese tema», lo que se traduce en: «te voy a pegar con el cinturón, con una fusta o con lo que tenga a mano hasta que me canse». Desgraciadamente en el nuevo colegio las cosas no van mejor. Erik va a intentar sacar buenas notas en todo con la ayuda de su compañero de habitación, que pronto se convertirá en su mejor amigo, pero los chicos mayores, los de bachiller, son unos sádicos, igual que su padre, y se dedican a maltratar a los compañeros más pequeños ante la mirada impune de casi todo el profesorado. Erik va a sobresalir como buen nadador y como buen estudiante, pero al mismo tiempo se va a dedicar a desafiar las normas del colegio y por ende a sus compañeros mayores. Erik quiere ser abogado y cree que es injusto que nadie haga nada ante todas las barbaridades que cometen muchos allí dentro. Lo que piensa que es una buena idea, con el tiempo se vuelve en su contra. La historia va a tratar de todas las tensiones internas que se van creando y como van salpicando a otros compañeros, que tendrán que elegir bando.

No he leído la novela, pero la cinta es bastante dura. Dirigida por Mikael Håfström en 2003 y con una interpretación principal de un guapísimo, atractivo y fantástico Andreas Wilson como Erik, el drama hace que sientas la ira, la frustración, incluso la contención que tiene que vivir Erik para sobrevivir y no ser expulsado, pues tampoco quiere volver a casa con su padre.

El largometraje estuvo nominado tan sólo a un Oscar como mejor película extranjera; una lástima que no fuera nominado su actor principal también, la banda sonora, el guion o la fotografía. Es excepcional. Hacía tiempo que no veía algo tan bueno y ha sido un gran descubrimiento. Dicen que el cine sueco suele ser lento, y es cierto, igual que su literatura, pero en este caso el ritmo es bueno y adecuado. No se hace larga y te quedas pegado a la pantalla sin pestañear.