"Black Panther" no va a ser la piedra angular del ambicioso proyecto cinematográfico Marvel. Es decir, esa continuada espiral que nos lleva a quedarnos hasta los créditos finales en dos ocasiones. Sin embargo, no es bajo ningún concepto de lo peor. Todo lo contrario, se deja ver con un aire a lo James Bond bien amortizado con el sabor a África del personaje (con homenaje a distintas épocas del cómic).

Joe Robert Cole y Ryan Coogler no descubren la pólvora pero saben aprovechar Wakanda para tomar una justa revancha del reparto que hizo la etnocentrista Europa del siglo XIX sobre el continente africano. Chadwick Boseman puede ser príncipe y rey a partes iguales como ya demostró en "Civil War". Y es que "El rey León" va a ser omnipresente en la memoria de la audiencia más talludita mientras vean los pecados del padre y el hijo.

Ludwig Göransson da una banda sonora vibrante y comercial que no deja de tener delicadeza. La presencia de actores como Martin Freeman garantizan la sensación de continuidad y seguir inmersos en el universo de la Casa de las Ideas.

Michael B. Jordan se lleva la palma con un villano que para Black Panther significa lo mismo que Bane para cierto Caballero Oscuro. Jordan tiene presencia y sabe dar empaque a un adversario digno, alguien con sus motivaciones en el discurso, lo cual evita que el film se limite a ser un folletín. Hay un elenco sólido con presencias como Danai Gurira, quien ya ha demostrado en "The Walking Dead" que puede dar perfectamente el perfil de gran guerrera.

Desafortunadamente, las coreografías de las batallas van de más o menos a lo largo del metraje. Comienza muy bien la sensación de emboscada que puede dejar el guerrero wakandiano, pero a medida que avanza y la tecnología lo puebla todo se hace más confuso.

Se ve con agrado y la incómoda sensación de que es una pieza más de ese gigantesco engranaje donde las ansías de llegar a Thanos impiden que disfrutemos de los árboles.