Impresionante película de Minnelli que resulta deliciosamente metaficcional hasta límites que provocarán las genuflexiones de los más nostálgicos de la etapa más clásica de Hollywood. El resto, tampoco pueden desembarcarse del barco de este ambicioso señor Shields, un productor muy bien encarnado por Kirk Douglas (tras leer su libro sobre el rodaje de Espartaco nos explicamos por qué encajó tan bien como este verdadero Maquiavelo del celuloide).

Sin "Cautivos del mal", filmes tan maravillosos como "La condesa descalza" jamás se habrían hecho de esa manera. El reto de esta reconstrucción a través del relato de tres narradores distintos es conseguir que cada uno llegue a un clímax que el siguiente pueda batir. Milagrosamente, se logra, yendo todo en una montaña rusa donde somos unos privilegiados asistentes.

Unos diálogos inteligentes y plagados de sentido, los cuales respaldan y acompañan lo que intuimos y se deja entrever. Nunca se presenta a un personaje que no sea necesario para la trama, tirándose todo de un sedal de sutileza. Cada uno de los que colaboraron con el entusiasta y ambivalente Shields tienen su innegable dosis de verdad, sus motivos para ser cómo son.

En un casting espléndido, destacan dos damas, Lana Turner con una de las presentaciones más ingeniosas que se recuerdan y una Gloria Grahame que demuestra, una vez más, que es "a woman with taste".

Impresionante. Los revisionados, lejos de avejentar esta joya, hacen que reluzca todavía más.