Santiago Segura sorprende en una recreación esperpéntica de muchos estereotipos que por zafios, no dejan de ser ciertos. Con un ejercicio de markéting digno de otros sitios, Segura vendió la moto mejor que nadie, creando un personaje salido de un cómic de IVA, José Luis Torrente.

Con un reparto muy bien escogido (incluyendo la "resurrección" de un Tony Leblanc injustamente olvidado en los últimos tiempos), Segura crea un personaje absolutamente aborrecible pero de extraña simpatía. La suciedad y lo escatológico preside cada escena, no hay más que ver el bloque de pisos donde viven los protagonistas. Entre ellos, un Javier Cámara que aquí empieza a apuntar las grandes dotes que tendrá este actor para la comedia.

Mención aparte para lo que ofrecen los inusuales cameos, que incluyen a luminarias tales como Javier Bardem o un por aquel entonces casi desconocido a nivel nacional Andreu Buenafuente. Otras, como Neus Asensi o Chus Lampreave desempeñan un papel más continuado y le dan "sustancia" a la cinta.

Roque Baños, ese genio hispano de las bandas sonoras, acompaña a esta obra que sorprendió a propios y extraños y llegó a colarse en los premios Goya. Nadie podía imaginarlo, pero aquella apuesta arriesgada de racismo, machismo, pseudofascismo, Atleti de Madrid, musica del Fary y vicios, estaba destinada a convertirse en una de las gallinas de los huevos de oro del cine español.