Arévalo es uno de esos humoristas que no pueden entenderse sin su época. Algo chusquero, sí, pero no se le puede negar al hombre que supo conectar con un sector importante del público, convirtiendo en un fenómeno de venta los antiguos casetes con sus chistes. Durante varios años en los noventa, encontró un hueco en Antena 3 para llevar a la pequeña pantalla buena parte de su repertorio.

Ya saben ustedes, tonos gangosos, señoritas de muy buen ver ligeritas de ropa y ese tono algo casposo que, con el paso de los años, la comedia española pareciera ir mejorando. Con todo, había algún hallazgo más que digno como esa idea de un presidio donde los reclusos son los verdaderos jefes ante los sufridos guardias.

A destacar a dos de sus colaboradores más usuales, Javivi y José Carabias, quienes siempre solían estar con él al pie del cañón.

Vista hoy generará estupor. Pero sean indulgentes, eran las noventa.