Van Helsing (Hugh Jackman) es un intrépido cazador de monstruos, temido tanto por aquellos a los que da caza como por los aldeanos, es por ello que está en perpetua busca y captura. Su próxima misión consistirá en viajar hasta Transilvania para ayudar a Anna (Kate Beckinsale) a acabar con Drácula (Richard Roxburgh).

La película trata de mezclar (con poco acierto) las películas de aventuras del tipo Indiana Jones con toda suerte de monstruos (de aquellos que tan buenos resultados ofrecieron a la productora Hammer), es decir, Drácula, Frankenstein e incluso hombres lobo, pero el resultado es un sucedáneo infantiloide que adolece de una evidente falta de garra (sic). Seguramente por ello sorprende todavía más el devenir de la película al no ser representativo del tono (semi cómico) general que desprende la misma.

Jackman y Beckinsale cumplen con lo que se les encomienda, es decir, básicamente correr y saltar de un lado para otro. Pero lo más importante de una película como Van Helsing son sus efectos especiales, los cuales en esta ocasión y por desgracia no están todo lo bien integrados que debieran en la historia, resultando demasiado artificiales y caricaturescos, lo cual no quita que sean vistosos. Lo que finalmente ofrece la película es un divertimento, irritante y deslucido por momentos, cuyo interés en agradar a todos los públicos acaba por pasarle factura.