Conocida es la animadversión de John Carpenter hacia la administración Reagan, en la cual estaba inmersa los Estados Unidos el año de producción de “Están vivos”. Por ello, a nadie le produjo espanto ni sorpresa el ver en esta cinta, una de las más conocidas de Carpenter, un alegato a voz en grito contra el sistema capitalista imperante.

“Están vivos” es la historia de un individuo (Roddy Piper, ex luchador de wrestling) que busca trabajo y que, después de una extraña redada de la policía en una parroquia, refugio de unos antisistema, encuentra unas gafas de sol que le descubren la verdadera realidad: hay extraterrestres infiltrados entre la población, que controlan a los seres humanos con mensajes subliminales mediante una especie de control mental, haciéndoles ver que toda su sociedad de consumo y capitalismo funciona como un perfecto engranaje. Ante la conspiración, el rudo Roddy Piper intentará desenmascarar la farsa a toda costa.

Película completa en cuanto a clichés-Carpenter se refiere, incluyendo al protagonista duro (y siempre melenudo en su filmografía de los ochenta), la banda sonora guitarrera de tintes country, la trama fantástica y, su principal y más importante punto débil, su desarrollo irregular y harto convencional. No es la primera vez, ni sería la última, que Carpenter comienza con una idea magnífica y la desaprovecha centrándose en escenas que no aportan nada a la historia, como la larguísima pelea con Keith David (Piper tenía que lucir de alguna forma lo que mejor sabe hacer, que no es precisamente actuar) o el tono cómico fuera de lugar en otras.

El filme denuncia de forma evidente la alienación de la población, producto del avance tecnológico que promueve el capitalismo, y la obediencia y fe ciega en el sistema. El alabado “american way of life” se ve como el instrumento perfecto para el control mental, creando una sociedad encerrada en sí misma e incapaz de ver más allá de lo que ofrece la venerada televisión, auténtica columna vertebral de todo el sistema. Los extraterrestres, en este caso, se aprovechan de ello y mantienen atrapados a los humanos en una forma de vida que ellos mismos han creado, en una realidad conocida. Es algo parecido, aunque mucho más sutil, a lo que harían años después los hermanos Wachowski con su afamada “Matrix” (1999).

Carpenter firma una de sus obras más conocidas, con su ritmo pausado al comienzo para ir calando poco a poco, y su explosión de acción posterior. Aunque siempre se tenga la sensación de dejarse muchas cosas en el tintero, “Están vivos” es una película a tener en cuenta dentro de su irregular filmografía.

Recomendable.