Este episodio 12 es, argumentalmente hablando, uno de los más flojos de la antología. Se trata de un muestrario de colores sin ninguna trama desarrollada, tan sólo con una relación paterno-filial de fondo.

Sin más pretensiones que las de dar rienda suelta a la imaginación, el corto invita al espectador a soñar despierto junto con los dos protagonistas y a esperar que algo más suceda, pero todo acaba en un abrupto final.

No está al nivel de la media de la serie, pero no deja de ser un episodio curioso y, sobre todo, bonito de ver.