La cuarta película de animación de la factoría Pixar se realizó con un presupuesto de 98 millones de euros y consiguió recaudar casi cinco veces la inversión. Se trata de una deliciosa comedia, muy cuidada tanto en los detalles como en la producción de la imagen. Visualmente cautiva, seguramente porque el diseño de personajes y de escenarios es magnífico. La pareja protagonista -el gracioso Wazowski y el tierno Sully- encarnan dos personajes con dos perfiles distintos, que además, como monstruos, tienen que provocar miedo en los niños para generar energía en Monstruópolis. El guión es sencillo, pero muy bien trabajado; con gags cómicos y acertados objetivos didácticos; principalmente por el compañerismo que transmite la pareja protagonista. La figura del villano, la lagartija Randall, tal vez sea la menos elaborada.