Prometo volver a ver algún día la alabada, y para mí mediocre "C.R.A.Z.Y" y quizás en base a ella detectar la presunta capacidad para hacer gran cine de Vallée. En "Café de Flore" cruza dos historias: una ambientada en el París de los años 60 (una corajuda madre -Paradis- tirando de un sensible niño con síndrome de Down); la otra en el Montreal actual (un DJ de éxito recién divorciado y su nueva vida...). Esa mezcla no convence y su intento de vínculo entre ambas a través de lo onírico/místico no cuaja. Quizás por separado, sobre todo la primera historia, pero no juntas.
Sí es cierto que Vallée desprende inteligencia, hace un incisivo (no siempre acertado: se regodea en la autoría finalmente) uso del montaje y tiene buen gusto por la música como imprescindible elemento narrativo, pero su vocación estilística no siempre es controlada o es controlable por Vallée.
Su reflexión acerca de la importancia suprema del amor, como medio para salvarnos de la infelicidad, es básicamente loable pero finalmente discreta.
Vanessa Paradis: pues franca y sorprendentemente bien, bien. Lo mejor de la película.