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TV

6,1
214
7
12 de abril de 2019
12 de abril de 2019
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Vi ambos telefilmes de Kolchak, en su época original en blanco y negro. Y fueron impactantes, notables por esa atmósfera de inquietud permanente que crean, sus magníficos guiones y el notable despliegue actoral de Darren Mc Gavin para construir su entrañable personaje. Ese periodista atípico, descuidado, irreverente y suspicaz que sacaba de quicio a su jefe y a las autoridades policiales. Pero siempre logrando su objetivo, que yo no calificaría de egoísta, sino que destaco esa perseverancia e instinto de explorar en el mundo de lo sobrenatural. Por algo dio lugar a una serie también de culto, aunque con características y un nivel algo diferentes.
Décadas después, he vuelto a ver ambas películas -The Night Stalker y The Night Strangler- , ahora con mis hijos pre-adolescentes. Y me siguen pareciendo productos televisivos de muy buena factura dentro de la escasez de recursos presupuestarios con que contaban los productores. Creo que el Cazador Nocturno (la primera cinta) está un peldaño por sobre el Estrangulador de la Noche, particularmente por el aterrador e imponente vampiro que constituye la trama de la cinta. En el caso del Estrangulador de la Noche, destaca la estupenda dirección de Dan Curtis, un interesante y muy bien desarrollado guión original, diálogos inteligentes, la acuciosa investigación que hace Kolchak en los archivos del diario local (ahí recibe colaboración fundamental de un funcionario, tan deductivo como nuestro reportero) y los novedosos recorridos por la ciudad de Seattle. Pero esta especie de segunda parte es muy parecida a la anterior, la misma sucesión de muertes provocadas por el supuesto estrangulador, igual estilo, la voz en off, y otros detallles, pero sin alcanzar las cotas de brillantez de su antecesora. Y con la importante diferencia de que el "monstruo" (el estrangulador) ahora casi no se muestra, lo vemos en toda su dimensión casi al final y, claramente, provoca menos temor que el vampiro ya mencionado.
En resumen, y no obstante lo señalado recién, The Night Strangler me deja un buen sabor como una interesante película en formato propio de la televisión, y que marcara un sendero para futuras producciones del género fantástico y de lo sobrenatural.
Décadas después, he vuelto a ver ambas películas -The Night Stalker y The Night Strangler- , ahora con mis hijos pre-adolescentes. Y me siguen pareciendo productos televisivos de muy buena factura dentro de la escasez de recursos presupuestarios con que contaban los productores. Creo que el Cazador Nocturno (la primera cinta) está un peldaño por sobre el Estrangulador de la Noche, particularmente por el aterrador e imponente vampiro que constituye la trama de la cinta. En el caso del Estrangulador de la Noche, destaca la estupenda dirección de Dan Curtis, un interesante y muy bien desarrollado guión original, diálogos inteligentes, la acuciosa investigación que hace Kolchak en los archivos del diario local (ahí recibe colaboración fundamental de un funcionario, tan deductivo como nuestro reportero) y los novedosos recorridos por la ciudad de Seattle. Pero esta especie de segunda parte es muy parecida a la anterior, la misma sucesión de muertes provocadas por el supuesto estrangulador, igual estilo, la voz en off, y otros detallles, pero sin alcanzar las cotas de brillantez de su antecesora. Y con la importante diferencia de que el "monstruo" (el estrangulador) ahora casi no se muestra, lo vemos en toda su dimensión casi al final y, claramente, provoca menos temor que el vampiro ya mencionado.
En resumen, y no obstante lo señalado recién, The Night Strangler me deja un buen sabor como una interesante película en formato propio de la televisión, y que marcara un sendero para futuras producciones del género fantástico y de lo sobrenatural.

5,9
2.627
8
10 de julio de 2023
10 de julio de 2023
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera sensación que me produce el ver The Program, como aficionado al ciclismo hace décadas, es que la película me entretiene desde el minuto uno hasta los créditos finales. La he visto unas cuantas veces y probablemente volveré a verla de vez en cuando. Por lo tanto, mi apreciación tiene una dosis de subjetividad.
Cuenta una historia apasionante y reveladora, que todos los aficionados al deporte del pedal obviamente conocíamos (y bien). Pero como hay y se realizan pocas películas sobre ciclismo, sobre todo modalidad de ruta, bienvenida sea ésta, con sus fortalezas y debilidades.
Muestra la cruda realidad del doping, pero además de eso, es una historia sobre el poder y la manera de conservar ese poder. Cuando llega Armstrong al ciclismo, evidentemente el doping era una práctica histórica. Sólo que él y su equipo empezaron a hacerlo mucho mejor.
Esa manera finalmente fue develada a través de una investigación judicial y periodística y la posterior confesión de los propios ciclistas implicados.
¿Algunos reparos como película? Puede ser cuestionable que se pretenda mostrar o quede la sensación de que el deporte de las dos ruedas silenciosas, sea el único o el más contaminado con el flagelo del doping, cuando, en realidad, son muchas las disciplinas deportivas que recurren a sustancias químicas para incrementar el alto rendimiento. De eso hay abundante evidencia y bullados casos. Al respecto véase el excelente documental "Icarus".
Pero ese es un tema más de fondo, y que dice relación con los múltiples intereses que giran en torno a las competiciones deportivas de nivel mundial, la obsesión por el triunfo y la institucionalización de ciertas formas de alcanzar victorias y medallas. Es todo el deporte comercial y los contratos millonarios de insumos deportivos, de bicicletas, zapatillas, vestuario, equipamiento, accesorios, etc. que están asociados al rendimiento y a la televisión. Esto seguirá ocurriendo y es imparable.
En la cinta de Frears, sólo tangencialmente se hace esa reflexión conceptual, para centrarse más bien en el denominado “programa de doping más sofisticado en la historia del deporte mundial”, con un tono de denuncia y algunos elementos de documental. Y respecto a cierta hipocresía sobre el tema de las drogas en el ciclismo (y el deporte de alto rendimiento en general), cito la mítica frase del antiguo ganador de 5 Tour de Francia, el francés Jacques Anquetil: "El Tour no se gana sólo con agua mineral".
Puede también cuestionarse la poca profundidad que se da a la vida privada de Armstrong, previa a su enfermedad de cáncer y a su primer triunfo en el Tour de Francia. Su infancia y adolescencia sin padre, su formación a cargo de una madre participativa y motivadora, lo cual marcó su personalidad.
Puede uno, finalmente, tener reservas con el poco énfasis que se da a la causa que, en rigor, desencadenó el descubrimiento de todo el minucioso y elaborado plan que Armstrong había desarrollado para ganar sus 7 Tours. Esa causa no es otra que el retorno de la estrella estadounidense a la carrera francesa en 2009. Impulsado por su desmesurada ambición, quiso demostrar al mundo que podía volver a ganarla, estando “limpio”. El propio Lance confesó años después, que ese fue su principal y fatal error. El regreso, cuando no tenía ninguna necesidad de hacerlo.
Pero también debo señalar que, de haber considerado o profundizado en todo lo anterior, resultaría una película de más de 3 horas de duración.
Dentro de lo cinematográfico propiamente tal, destaco de inmediato la brillante y carismática interpretación de Ben Foster. Su aplomo, sus silencios, sus sonrisas decidoras, su discurso manipulador, su ejercicio de autoridad y poder en el pelotón, incluso su habilidad arriba de la bicicleta, le dan un enorme verismo a su rol de Lance Armstrong. Para premiarlo. Su performance eleva notoriamente la puntuación de la película.
Del mismo modo, Chris O'Dowd está muy convincente como el agudo y pertinaz periodista que no le pierde pisada al campeón. Jesse Plemons está notable como el ciclista estadounidense Floyd Landis y Guillaume Canet se ve muy metido en su papel como el médico Michele Ferrari (un genio de la fisiología del ejercicio), líder de todo el proceso, el cual es llevado desde un enfoque rigurosamente científico, lo que explica su enorme efectividad. Denis Menochet está muy creíble como el entrenador del equipo. ¿Dustin Hoffman? Episódico, con su acostumbrado oficio, pero su pequeño rol no da para el lucimiento.
Con un comienzo espectacular, y que deja en claro para el público general cuál es el evento deportivo más duro del planeta, la película tiene gran ritmo, una dirección ágil, alterna imágenes reales de archivo (que son una delicia para los aficionados al ciclismo) con otras recreadas con magnífica interpretación actoral. Presenta a los personajes de manera dinámica y va creando interés, en una trama bien urdida que va in crescendo, con algunos giros interesantes. Muestra adecuadamente el mundo interior del ciclismo de élite profesional, sus códigos, sus prácticas, sus mitos y el entusiasmo desbordante de los aficionados por un deporte que tiene mucho de épica. También hay espacio para el drama, la emotividad y el lado humano de los corredores y especialmente de Armstrong (al frente de su Fundación, cómo enfrenta su enfermedad, etc.), mostrando una ambivalencia que puede parecer desconcertante.
Me gustó también la música, contribuye a crear un clima atractivo reforzando el notable ritmo de la película.
En resumen, un buen producto en general, considerando que no es nada sencillo hacer una película que tenga al ciclismo profesional como foco (y en realidad, a cualquier deporte de alto nivel, recreando a los deportistas con actores), sin caer en el documental puro y duro.
Trama y desarrollo = 7.0
Guión = 7.0
Protagonista principal = 10
Protagonistas secundarios = 8.0
Fotografía = 9.0
Música = 8.0
PROMEDIO = 8.1
Cuenta una historia apasionante y reveladora, que todos los aficionados al deporte del pedal obviamente conocíamos (y bien). Pero como hay y se realizan pocas películas sobre ciclismo, sobre todo modalidad de ruta, bienvenida sea ésta, con sus fortalezas y debilidades.
Muestra la cruda realidad del doping, pero además de eso, es una historia sobre el poder y la manera de conservar ese poder. Cuando llega Armstrong al ciclismo, evidentemente el doping era una práctica histórica. Sólo que él y su equipo empezaron a hacerlo mucho mejor.
Esa manera finalmente fue develada a través de una investigación judicial y periodística y la posterior confesión de los propios ciclistas implicados.
¿Algunos reparos como película? Puede ser cuestionable que se pretenda mostrar o quede la sensación de que el deporte de las dos ruedas silenciosas, sea el único o el más contaminado con el flagelo del doping, cuando, en realidad, son muchas las disciplinas deportivas que recurren a sustancias químicas para incrementar el alto rendimiento. De eso hay abundante evidencia y bullados casos. Al respecto véase el excelente documental "Icarus".
Pero ese es un tema más de fondo, y que dice relación con los múltiples intereses que giran en torno a las competiciones deportivas de nivel mundial, la obsesión por el triunfo y la institucionalización de ciertas formas de alcanzar victorias y medallas. Es todo el deporte comercial y los contratos millonarios de insumos deportivos, de bicicletas, zapatillas, vestuario, equipamiento, accesorios, etc. que están asociados al rendimiento y a la televisión. Esto seguirá ocurriendo y es imparable.
En la cinta de Frears, sólo tangencialmente se hace esa reflexión conceptual, para centrarse más bien en el denominado “programa de doping más sofisticado en la historia del deporte mundial”, con un tono de denuncia y algunos elementos de documental. Y respecto a cierta hipocresía sobre el tema de las drogas en el ciclismo (y el deporte de alto rendimiento en general), cito la mítica frase del antiguo ganador de 5 Tour de Francia, el francés Jacques Anquetil: "El Tour no se gana sólo con agua mineral".
Puede también cuestionarse la poca profundidad que se da a la vida privada de Armstrong, previa a su enfermedad de cáncer y a su primer triunfo en el Tour de Francia. Su infancia y adolescencia sin padre, su formación a cargo de una madre participativa y motivadora, lo cual marcó su personalidad.
Puede uno, finalmente, tener reservas con el poco énfasis que se da a la causa que, en rigor, desencadenó el descubrimiento de todo el minucioso y elaborado plan que Armstrong había desarrollado para ganar sus 7 Tours. Esa causa no es otra que el retorno de la estrella estadounidense a la carrera francesa en 2009. Impulsado por su desmesurada ambición, quiso demostrar al mundo que podía volver a ganarla, estando “limpio”. El propio Lance confesó años después, que ese fue su principal y fatal error. El regreso, cuando no tenía ninguna necesidad de hacerlo.
Pero también debo señalar que, de haber considerado o profundizado en todo lo anterior, resultaría una película de más de 3 horas de duración.
Dentro de lo cinematográfico propiamente tal, destaco de inmediato la brillante y carismática interpretación de Ben Foster. Su aplomo, sus silencios, sus sonrisas decidoras, su discurso manipulador, su ejercicio de autoridad y poder en el pelotón, incluso su habilidad arriba de la bicicleta, le dan un enorme verismo a su rol de Lance Armstrong. Para premiarlo. Su performance eleva notoriamente la puntuación de la película.
Del mismo modo, Chris O'Dowd está muy convincente como el agudo y pertinaz periodista que no le pierde pisada al campeón. Jesse Plemons está notable como el ciclista estadounidense Floyd Landis y Guillaume Canet se ve muy metido en su papel como el médico Michele Ferrari (un genio de la fisiología del ejercicio), líder de todo el proceso, el cual es llevado desde un enfoque rigurosamente científico, lo que explica su enorme efectividad. Denis Menochet está muy creíble como el entrenador del equipo. ¿Dustin Hoffman? Episódico, con su acostumbrado oficio, pero su pequeño rol no da para el lucimiento.
Con un comienzo espectacular, y que deja en claro para el público general cuál es el evento deportivo más duro del planeta, la película tiene gran ritmo, una dirección ágil, alterna imágenes reales de archivo (que son una delicia para los aficionados al ciclismo) con otras recreadas con magnífica interpretación actoral. Presenta a los personajes de manera dinámica y va creando interés, en una trama bien urdida que va in crescendo, con algunos giros interesantes. Muestra adecuadamente el mundo interior del ciclismo de élite profesional, sus códigos, sus prácticas, sus mitos y el entusiasmo desbordante de los aficionados por un deporte que tiene mucho de épica. También hay espacio para el drama, la emotividad y el lado humano de los corredores y especialmente de Armstrong (al frente de su Fundación, cómo enfrenta su enfermedad, etc.), mostrando una ambivalencia que puede parecer desconcertante.
Me gustó también la música, contribuye a crear un clima atractivo reforzando el notable ritmo de la película.
En resumen, un buen producto en general, considerando que no es nada sencillo hacer una película que tenga al ciclismo profesional como foco (y en realidad, a cualquier deporte de alto nivel, recreando a los deportistas con actores), sin caer en el documental puro y duro.
Trama y desarrollo = 7.0
Guión = 7.0
Protagonista principal = 10
Protagonistas secundarios = 8.0
Fotografía = 9.0
Música = 8.0
PROMEDIO = 8.1
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Ocupo esta columna por falta de espacio, sólo para decir que Lance Armstrong, antes de ganar el Tour de Francia por primera vez en 1999, ya había sido Campeón del Mundo en Ruta además de otros importantes logros. Por lo tanto, no era ningún advenedizo en el ciclismo de élite mundial. Sólo que se propuso ir a competirle (y ganarle) a los europeos en su propio terreno, procediendo de un país (EEUU) que muy poca historia tenía en el ciclismo mundial.
Entonces se involucra en el tema del doping como un proceso científicamente planificado a cargo de especialistas. Porque triunfar en el evento deportivo más exigente del mundo, con un rigor casi sobre humano, sin ayuda es prácticamente imposible. Eso el estadounidense lo sabía y la ha sabido el pelotón de corredores desde siempre. Obviamente, no es una práctica nueva, al contrario. Sólo que Armstrong empezó a hacerlo de una manera mucho más eficiente. Demoledoramente efectiva.
Hay que tener en consideración que los estimulantes y sustancias químicas para mejorar el rendimiento en el ciclismo, lo hacen en un 10 % aproximadamente. Cifra que, para los ciclistas "normales", es decir, aficionados, incluso avanzados, pero no profesionales, es poco. Muy poco. Pero para los pedaleros profesionales, y especialmente los de punta, un 10 % es mucho. Demasiado. Simplemente es la diferencia entre ganar o perder. Entre estar o no estar en el podio.
Por otra parte, no cualquier ciclista de élite estaba capacitado (aún con el programa de dopaje) de llegar a la cima del Tour y mantenerse ahí varios años. Armstrong era físicamente un portento de la naturaleza (no en vano pudo superar una enfermedad devastadora) y reunía unas condiciones extraordinarias para el ciclismo de alto nivel, en términos de fortaleza y elasticidad muscular, generación de potencia (medida en vatios), capacidad pulmonar, consumo de oxígeno, irrigación sanguínea, tolerancia y recuperación frente al esfuerzo, etc. Todo aquello era la impresionante materia prima de la que dispuso el médico Ferrari, para aplicar sus teorías fisiológicas del ejercicio, extender los límites de la capacidad humana (como era su obsesión científica) y construir un fenómeno deportivo de laboratorio. Fue capaz de triunfar no una, sino varias veces (hasta 7, logro inédito) en la más extenuante competencia del ciclismo mundial.
La pregunta es ¿Por qué, después de ser Armstrong despojado de sus 7 títulos, no le dieron las victorias al corredor que salió segundo, al tercero o incluso al cuarto de cada versión del Tour ganada por el texano? Se decía por entonces, que para encontrar un competidor "limpio", había que retroceder unos 10 ó 12 puestos en la clasificación final.
Entonces ¿era Armstrong el villano casi de terror que han pintado? No. Sólo hizo mejor lo que la gran mayoría hacía y que pertenecía a los códigos no escritos de la disciplina y de la competencia.
Su gran falla fue faltar a la verdad y persistir en mantener una mentira por tanto tiempo, enlodar a otras personas y la imagen de su deporte, escudándose en su condición de benefactor social.
Entonces se involucra en el tema del doping como un proceso científicamente planificado a cargo de especialistas. Porque triunfar en el evento deportivo más exigente del mundo, con un rigor casi sobre humano, sin ayuda es prácticamente imposible. Eso el estadounidense lo sabía y la ha sabido el pelotón de corredores desde siempre. Obviamente, no es una práctica nueva, al contrario. Sólo que Armstrong empezó a hacerlo de una manera mucho más eficiente. Demoledoramente efectiva.
Hay que tener en consideración que los estimulantes y sustancias químicas para mejorar el rendimiento en el ciclismo, lo hacen en un 10 % aproximadamente. Cifra que, para los ciclistas "normales", es decir, aficionados, incluso avanzados, pero no profesionales, es poco. Muy poco. Pero para los pedaleros profesionales, y especialmente los de punta, un 10 % es mucho. Demasiado. Simplemente es la diferencia entre ganar o perder. Entre estar o no estar en el podio.
Por otra parte, no cualquier ciclista de élite estaba capacitado (aún con el programa de dopaje) de llegar a la cima del Tour y mantenerse ahí varios años. Armstrong era físicamente un portento de la naturaleza (no en vano pudo superar una enfermedad devastadora) y reunía unas condiciones extraordinarias para el ciclismo de alto nivel, en términos de fortaleza y elasticidad muscular, generación de potencia (medida en vatios), capacidad pulmonar, consumo de oxígeno, irrigación sanguínea, tolerancia y recuperación frente al esfuerzo, etc. Todo aquello era la impresionante materia prima de la que dispuso el médico Ferrari, para aplicar sus teorías fisiológicas del ejercicio, extender los límites de la capacidad humana (como era su obsesión científica) y construir un fenómeno deportivo de laboratorio. Fue capaz de triunfar no una, sino varias veces (hasta 7, logro inédito) en la más extenuante competencia del ciclismo mundial.
La pregunta es ¿Por qué, después de ser Armstrong despojado de sus 7 títulos, no le dieron las victorias al corredor que salió segundo, al tercero o incluso al cuarto de cada versión del Tour ganada por el texano? Se decía por entonces, que para encontrar un competidor "limpio", había que retroceder unos 10 ó 12 puestos en la clasificación final.
Entonces ¿era Armstrong el villano casi de terror que han pintado? No. Sólo hizo mejor lo que la gran mayoría hacía y que pertenecía a los códigos no escritos de la disciplina y de la competencia.
Su gran falla fue faltar a la verdad y persistir en mantener una mentira por tanto tiempo, enlodar a otras personas y la imagen de su deporte, escudándose en su condición de benefactor social.

5,3
8.650
7
21 de abril de 2022
21 de abril de 2022
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me entretuve bastante con esta película, así de simple. Para quienes somos aficionados a la bicicleta y a pedalear casi a diario por las avenidas y ciclovías de la metrópolis, sea como medio de transporte o deportivo e independientemente de nuestra actividad laboral o profesional, la cinta nos mantiene interesados y especialmente, atraídos por sus imágenes, persecuciones y la habilidad sobre la bicicleta mostrada por los protagonistas y sus dobles. Aparte de observar las propias máquinas de dos ruedas y sus características, con estupendas tomas en pleno pedaleo, en primer plano y desde diversos ángulos.
Estoy saturado de esas inverosímiles persecuciones automovilísticas plagadas de efectos digitales, autos que casi vuelan, explotan, saltan por los aires, y los protagonistas salen indemnes como si nada, y todo rodeado de balaceras sin mayor sentido de la realidad.
Prefiero "Sin frenos", de un acertado David Koepp, que entrega un producto original (¿cuándo se ven bicicletas como elemento protagónico en el cine?), un ritmo vertiginoso, mucha adrenalina, notables escenas de acción, buen montaje y persecuciones espectaculares y realistas, en las aceleradas calles de Nueva York. Con variados recursos técnicos, ágil manejo de la cámara y del tiempo y adecuada banda sonora, que le dan mucho dinamismo a la película. Destaco especialmente ese genial artilugio del cálculo visual sobre la posible trayectoria y consecuencias de seguir tal o cual ruta en la bicicleta, que hace Wilee (muy bien interpretado por un carismático Gordon-Levitt). Y la manera de dominar su fixie, y su conducción siempre al límite, rayando en la temeridad, que da gusto verlo (y a su doble, que está sensacional).
Pero -como comentario al margen- yo utilizo frenos, estoy lejos de ese espíritu suicida del protagonista, que creo no dejará huella en el sentido de entender el uso de la bicicleta de esa forma, como una filosofía de vida. Seguridad ante todo.
La cinta (también llamada "Entrega inmediata") no tiene más pretensiones que otras muchas de acción que llenan las pantallas de hoy. Estamos de acuerdo, tiene una trama sencilla, pero en ningún caso carente de contenido, por supuesto que lo tiene. Plantea un tema diferente y muy poco visto, al tratar la vida de los mensajeros en los ciclos, algo inusual, pero interesante de ver y conocer. Y aquí bien retratado. Como decíamos, también tiene su trasfondo, con el tema migratorio, las apuestas ilegales, los prestamistas usureros y las mafias correspondientes, sin omitir la pequeña historia sentimental y rivalidades consiguientes que condimentan la trama. De tal manera que no es más simple que múltiples películas de la actualidad.
La primera mitad es lo mejor. Un atrapante inicio, lleno de dinamismo, diálogos ágiles y divertidos, rápida y efectiva presentación de los personajes. Y por supuesto, el motor de la película, las persecuciones, con toda la destreza y velocidad ciclística de los mensajeros sobre sus frágiles máquinas, dejando en ridículo al policía corrupto en su Mazda, interpretado por un correcto y también desaforado Michael Shannon. Esa corrida contra el tránsito del bueno de Wilee es delirante. Y ese tono de comedia con el otro policía en bicicleta, siempre superado por los mensajeros y llegando tarde a todos lados. Que le pasen una motocicleta mejor para la próxima.
Después, la película decae un tanto, la trama se hace algo larga y hay situaciones que se dilatan en su desarrollo y desenlace, pero rápidamente retoma el ritmo en el último tercio de metraje.
Las chicas están muy acertadas en sus papeles, convencen y además, atractivas, tanto Dania Ramírez (que se luce sobre la bicicleta, aunque tenga escenas dobladas) como Jamie Chung, muy expresiva.
En resumen, es una película entretenida sin más, cumple su objetivo con creces.
Estoy saturado de esas inverosímiles persecuciones automovilísticas plagadas de efectos digitales, autos que casi vuelan, explotan, saltan por los aires, y los protagonistas salen indemnes como si nada, y todo rodeado de balaceras sin mayor sentido de la realidad.
Prefiero "Sin frenos", de un acertado David Koepp, que entrega un producto original (¿cuándo se ven bicicletas como elemento protagónico en el cine?), un ritmo vertiginoso, mucha adrenalina, notables escenas de acción, buen montaje y persecuciones espectaculares y realistas, en las aceleradas calles de Nueva York. Con variados recursos técnicos, ágil manejo de la cámara y del tiempo y adecuada banda sonora, que le dan mucho dinamismo a la película. Destaco especialmente ese genial artilugio del cálculo visual sobre la posible trayectoria y consecuencias de seguir tal o cual ruta en la bicicleta, que hace Wilee (muy bien interpretado por un carismático Gordon-Levitt). Y la manera de dominar su fixie, y su conducción siempre al límite, rayando en la temeridad, que da gusto verlo (y a su doble, que está sensacional).
Pero -como comentario al margen- yo utilizo frenos, estoy lejos de ese espíritu suicida del protagonista, que creo no dejará huella en el sentido de entender el uso de la bicicleta de esa forma, como una filosofía de vida. Seguridad ante todo.
La cinta (también llamada "Entrega inmediata") no tiene más pretensiones que otras muchas de acción que llenan las pantallas de hoy. Estamos de acuerdo, tiene una trama sencilla, pero en ningún caso carente de contenido, por supuesto que lo tiene. Plantea un tema diferente y muy poco visto, al tratar la vida de los mensajeros en los ciclos, algo inusual, pero interesante de ver y conocer. Y aquí bien retratado. Como decíamos, también tiene su trasfondo, con el tema migratorio, las apuestas ilegales, los prestamistas usureros y las mafias correspondientes, sin omitir la pequeña historia sentimental y rivalidades consiguientes que condimentan la trama. De tal manera que no es más simple que múltiples películas de la actualidad.
La primera mitad es lo mejor. Un atrapante inicio, lleno de dinamismo, diálogos ágiles y divertidos, rápida y efectiva presentación de los personajes. Y por supuesto, el motor de la película, las persecuciones, con toda la destreza y velocidad ciclística de los mensajeros sobre sus frágiles máquinas, dejando en ridículo al policía corrupto en su Mazda, interpretado por un correcto y también desaforado Michael Shannon. Esa corrida contra el tránsito del bueno de Wilee es delirante. Y ese tono de comedia con el otro policía en bicicleta, siempre superado por los mensajeros y llegando tarde a todos lados. Que le pasen una motocicleta mejor para la próxima.
Después, la película decae un tanto, la trama se hace algo larga y hay situaciones que se dilatan en su desarrollo y desenlace, pero rápidamente retoma el ritmo en el último tercio de metraje.
Las chicas están muy acertadas en sus papeles, convencen y además, atractivas, tanto Dania Ramírez (que se luce sobre la bicicleta, aunque tenga escenas dobladas) como Jamie Chung, muy expresiva.
En resumen, es una película entretenida sin más, cumple su objetivo con creces.

6,4
41.795
6
12 de abril de 2020
12 de abril de 2020
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi el "El Hoyo" sin mayores referencias previas, salvo que por estos días es muy popular en Netflix (lo que no necesariamente signifique mucho decir). Tiene un comienzo atrapante y perturbador. Novedosa, con diálogos iniciales sugestivos y casi hipnóticos, mediante actuaciones convincentes, anuncia una trama que se proyecta como altamente interesante. En cierta forma, una alegoría crítica a la sociedad capitalista, a través de mostrarnos la particular estructura y desquiciado funcionamiento de una cárcel en una sociedad distópica. Pero lástima que se queda en el anuncio.
A poco andar, uno se da cuenta de la ausencia total de sutileza en la crítica social implícita, aparece el gore excesivo salpicando la pantalla como una muestra explícita de la violencia e instinto de supervivencia más brutal de la especie humana. La trama se desperfila, la película entra por caminos surrealistas haciendo uso de herramientas oníricas básicas (recurso simplista que permite mostrar lo que se quiera).
Esperaba mucho más del momento del "mensaje", (aquel postre italiano), esa secuencia insinúa bien, parece que la cinta va a levantar y retomar el interés del principio, pero nuevamente se queda en el esbozo. El "mensaje" es un aspecto que -a priori- se vislumbra como un elemento que podría haber desarmado toda la lógica de funcionamiento presidiario y su barbarie. ¿Por qué? Porque mi lectura de la organización de ese centro de reclusión se basa en el principio de "El hombre es un lobo para el hombre", siguiendo a Hobbes. Y, como contrapartida, se podría haber desarrollado el principio del "El hombre es bueno por naturaleza, la sociedad lo corrompe y lo hace malo", siguiendo ahora a Rousseau, y valores tan humanos como la solidaridad y el altruismo (el ayuno por ejemplo), terminarían por trastocar toda esa lógica de salvajismo y bestialidad en que descansa el distópico sistema carcelario. Éste me parecía un enfoque muy interesante y provocador, pero evidentemente no ocurre así y esa parte del relato se diluye al final, la solución no es clara, dejando un mar de dudas.
En resumen, la película me parece una idea muy original, expresada en un guión interesante, pero con altibajos, donde la crítica ideológica sólo es tangencial, desvanecida por la truculencia de sus imágenes, provocando -en lo inmediato- más impacto que reflexión.
La califico con nota 6, que en concepto de esta página precisamente equivale a interesante. Pero no más que eso.
A poco andar, uno se da cuenta de la ausencia total de sutileza en la crítica social implícita, aparece el gore excesivo salpicando la pantalla como una muestra explícita de la violencia e instinto de supervivencia más brutal de la especie humana. La trama se desperfila, la película entra por caminos surrealistas haciendo uso de herramientas oníricas básicas (recurso simplista que permite mostrar lo que se quiera).
Esperaba mucho más del momento del "mensaje", (aquel postre italiano), esa secuencia insinúa bien, parece que la cinta va a levantar y retomar el interés del principio, pero nuevamente se queda en el esbozo. El "mensaje" es un aspecto que -a priori- se vislumbra como un elemento que podría haber desarmado toda la lógica de funcionamiento presidiario y su barbarie. ¿Por qué? Porque mi lectura de la organización de ese centro de reclusión se basa en el principio de "El hombre es un lobo para el hombre", siguiendo a Hobbes. Y, como contrapartida, se podría haber desarrollado el principio del "El hombre es bueno por naturaleza, la sociedad lo corrompe y lo hace malo", siguiendo ahora a Rousseau, y valores tan humanos como la solidaridad y el altruismo (el ayuno por ejemplo), terminarían por trastocar toda esa lógica de salvajismo y bestialidad en que descansa el distópico sistema carcelario. Éste me parecía un enfoque muy interesante y provocador, pero evidentemente no ocurre así y esa parte del relato se diluye al final, la solución no es clara, dejando un mar de dudas.
En resumen, la película me parece una idea muy original, expresada en un guión interesante, pero con altibajos, donde la crítica ideológica sólo es tangencial, desvanecida por la truculencia de sus imágenes, provocando -en lo inmediato- más impacto que reflexión.
La califico con nota 6, que en concepto de esta página precisamente equivale a interesante. Pero no más que eso.

5,4
5.643
3
5 de septiembre de 2020
5 de septiembre de 2020
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Más allá de la montaña", tiene un buen comienzo, promete y lo engancha a uno para descubrir qué nos deparará esta historia de sobrevivencia en las cumbres nevadas. Pero después del accidente, (e incluso durante el mismo evento con lo ocurrido al piloto de la avioneta) ya es fácil darse cuenta de por dónde irá la cosa. Es una película llena de situaciones inverosímiles y convencionales, en cuanto a una catástrofe aérea en una frágil avioneta. Muchos cabos sueltos. ¿Cómo los protagonistas van a tener todo a la mano ? ¿Un perro de raza no feroz que se salva frente a un puma hambriento o éste tenía buen corazón y dejó ir al labrador? ¿El médico negro sólo queda con unos pocos rasguños después del terrible accidente aéreo o puede continuar aún fracturado? ¿La pareja tenía justo un vestuario adecuado a cada talla dentro de la avioneta?
Después, empieza otra historia paralela y previsible. Lenta, de romance sin nervio, pero también poco creíble, considerando que ella viajaba a casarse y él era casado. Diálogos poco profundos, algo de suspenso, pero en situaciones previsibles. Lo único destacable para mí es la bella fotografía (algo no difícil, en todo caso, tratándose de la geografía en que se localiza la historia).
Superar lo que se logró con "Viven" es una cota muy alta (especialmente en cuanto al guión). Mejor no volver a filmar historias parecidas, porque la comparación será inmediata.
. En resumen, una película muy floja, que tuve que ver en TV abierta (en pandemia) francamente para el olvido.
Después, empieza otra historia paralela y previsible. Lenta, de romance sin nervio, pero también poco creíble, considerando que ella viajaba a casarse y él era casado. Diálogos poco profundos, algo de suspenso, pero en situaciones previsibles. Lo único destacable para mí es la bella fotografía (algo no difícil, en todo caso, tratándose de la geografía en que se localiza la historia).
Superar lo que se logró con "Viven" es una cota muy alta (especialmente en cuanto al guión). Mejor no volver a filmar historias parecidas, porque la comparación será inmediata.
. En resumen, una película muy floja, que tuve que ver en TV abierta (en pandemia) francamente para el olvido.
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