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Críticas 76
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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12 de junio de 2023 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sé que Peckinpah tiene muchos seguidores acérrimos que disfrutan de su cine tan personal, a veces nostálgico, a veces visceral, siempre con impronta. Destaco 3 o 4 magníficas películas del director californiano que tengo en mi videoteca y reviso cada tanto.
Sin embargo, respecto a la famosa y legendaria historia de “Pat Garrett y Billy the Kid”, contada y coreografiada (balaceras y similares) en el “modo Peckinpah”, opino que es un western interesante, pero la película se me hace espesa y veo un producto irregular.
No ha sido sencillo el análisis ni comentario. Me pregunto ¿Dónde colocar el foco?
El material que se tiene entre manos es una buena historia, no cabe dudas, y que se puede narrar de diversas maneras y de diferentes perspectivas. Y así se ha hecho.
Pero aquí Sam como que saca a flote sus propios fantasmas, sus reclamos y sus adicciones.

La película está plagada de bebedores (el alcohol es lo que más les importa, casi tanto como el dinero), tipos sin moral (amorales para algunos), ni siquiera tienen sus principios claros. Divagan, en pensamiento y acción. Son bandoleros que escapan de la expansión de la sociedad legalizada (legalidad corrupta también, cómo no). La “civilización” los acosa.
Garrett, cansado de ir y venir como un forajido más, se pasa al lado de la Ley. “Es un modo de seguir vivo”, su gran frase, para justificar la aceptación del flamante cargo que ostenta y de su "nuevo orden" personal. Como si eso fuera un pecado mortal. Y lo es, para sus antiguos compañeros de correrías criminales, incluido Billy. En una escena le preguntan al Niño: “¿Por qué no lo matas?”, cuando tuvo a tiro de cañón a Pat. “Porque es mi amigo”, responde el joven.
Es el propio Peckinpah -como director- quien adopta el punto de vista de los forajidos y su identidad valórica, la cual entra en violenta colisión con los nuevos paradigmas, surgidos al lado de valores como la justicia, la legalidad y el orden. Y está claro que estos principios están mediatizados por los intereses económicos, evidente. Es el inveterado pragmatismo estadounidense como semilla del surgimiento de una Nación.
La manera del director de atrincherarse en el “viejo orden”, y enfocar desde ahí la película, es lo que me provoca ruido. Es la forma, más que el fondo. Como ensalzando esa libertad mal entendida, libertad para asesinar, robar, despojar, destruir (y además, libertad para golpear y violar mujeres). Esa particular autonomía ahora se ve acorralada. Entonces, esos pistoleros desarrollan un perfil psicológico de desencanto y sentido de pérdida, lo cual da el tono a la película. Lo que pretenciosamente llaman “crepuscular”.
Se supone que enfatiza en la amistad traicionada por deberes superiores, pero la construcción y posterior evolución de dichos vínculos de camaradería la veo con poco nervio, no bien perfilada, discontinua.

En todo caso, inmensa interpretación de James Coburn como Garrett, aunque no sé si tan a gusto se sintió con el cariz que le dieron al personaje, salvo por la escena en el burdel, aunque allí aprieta demasiado las tuercas en su trato con las mujeres.
¿Billy, que tenía 21 años en la realidad, interpretado por un actor de casi 37? No se lo cree ni el propio Kristofferson y así le queda el papel. Como pistolero, es mejor cantante, incluso es mejor camionero (“Convoy”). Aunque reconozco que se esfuerza.

La música termina por cansarme, escuchar toda la película la vocecita y el guitarreo de Bob Dylan (hablo de él como cantante, no como compositor) en un western, uf, no me parece. Más encima le dan un rol menor, como actor. Sin comentario. Hay varios momentos en que simplemente no cuadra esa música con la acción, no la acompaña. En varias escenas simplemente no crea “atmósfera”. Estaba bien para un tema, pero no toda la cinta.
¡Qué distinto lo que ocurre con la maravillosa dupla Leone-Morricone!

Finalmente, a destacar la hermosa fotografía y ambientación, unos planos generales fantásticos, todo esto, el punto más alto de la película.

Trama y desarrollo = 5.0
Personajes = 7.0
Fotografía y ambientación = 9.0
Banda sonora = 3.0
PROMEDIO = 6.0
20 de abril de 2023 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buenísimo spaghetti-western de Tonino Valerii, es más serio de lo habitual en este sub-género, alejado de las frivolidades de guión que caracterizan a estas producciones, pero, como trasfondo, con similar tono de sibilina crítica al origen del sistema de sociedad de Estados Unidos en el Viejo Oeste. Con esa dicotomía ambigua que es la relación entre el orden-la ley-poder del dinero, por una parte, y el uso de las armas-violencia institucionalizada, por la otra.

El director hace un buen retrato, con pinceladas acertadas, del cuadro social y económico en el pueblo de Clifton y el desdén de la “gente de bien y civilizada” hacia los desdichados que trabajan como mano de obra barata en míseros oficios y expuestos al desprecio y a los vejámenes de los poderosos, no obstante éstos tienen sus propias miserias de tipo ético-moral, para llegar a ocupar el status que tienen en la comunidad.
Observamos el vínculo entre mentor y discípulo, a través de una especie de decálogo del pistolero efectivo y ganador para sobrevivir en el Salvaje Oeste.

Lee van Cleef, una vez más, llena la pantalla con sus intervenciones, en posesión plena de su papel, con su oficio y carisma característicos. Compone un personaje del todo interesante (el experimentado y efectivo Talby), que nos muestra una evolución inquietante. Sólo decir que al final resulta no ser lo que insinuaba en un comienzo, cuando lo vemos como ese maestro bien inspirado (aunque duro en su “metodología” de enseñanza). Se pueden entender esos cambios en su conducta y actitudes, porque conoce muy bien las fechorías de los "respetables" que controlan el pueblo. Y tiene cuentas que saldar ahí. Al final, él es un pistolero frío, pragmático, imperturbable, certero, amoral, chantajista y que sólo se mueve por sus objetivos. Y si alguien los dificulta cruzándose en su camino, no le tiembla la mano y será eliminado.

Se podría pensar que su co-protagonista, Giuliano Gemma, palidece a su lado. Pero no. Éste va ganando aplomo y carácter con el correr del metraje como el joven aprendiz Scott, con un desvalido pasado, hijo de padre desconocido y de una mujer que trabajaba en el burdel de la localidad. Su mayor pretensión es transformarse en un eficaz pistolero y así ganarse el respeto de sus vecinos del pueblo, que “trapean” con él. Se le ve menos sonriente y acrobático que en sus películas de “Ringo” (aunque algunas maniobras muestra), pero convincente en lo que quiere transmitir. Aunque creemos que su transformación de un joven pusilánime y castigado en el veloz y letal pistolero que llega a ser, es muy rápida, se requería mayor gradualidad. El antes y el después se nos antoja algo brusco. El casi andrajoso Scott del principio, que se come sus buenas golpizas, después se lo ve hasta vestido con prestancia y actitudes matonescas, altaneras y revanchistas hacia quienes antes lo humillaban. Quizás el director no quiere ocupar demasiado tiempo (alargar la cinta) en describir el cambio. Aunque el joven ya había tenido las primeras instrucciones en el uso del revólver y las diversas características de esas armas, en un vínculo casi filial, con su primer tutor, el ex-sheriff Murph (un buen Walter Rilla). De modo que ya algo sabía en lo técnico y en velocidad para desenfundar. Sólo le faltaba dejar de lado su apocamiento y sus escrúpulos para convertirse en un pistolero de temer, con la necesaria dosis de seguridad y descaro, propia de su mentor Talby.
La sorpresa vendrá en la parte final, con las lecciones muy bien aprendidas por el discípulo y la vuelta de mano.

Es una película muy entretenida, gran ambientación, correctos secundarios, de buen ritmo y estupenda banda sonora de Riz Ortolani, marcando las pautas de cada escena y los personajes principales. Vemos un destacado montaje y puesta en escena, de imágenes “limpias”, buenos encuadres y panorámicas (de tipo western clásico) y diálogos asertivos, algunos punzantes y salpicados de humor negro. Buenos tiroteos y un duelo final para entrar en la galería top-ten de los duelos spaghetti.
Muy recomendable.

Me gustó bastante más que “Mi nombre es ninguno” del mismo director.

Ojo, que la versión subtitulada en español y comercializada en DVD (la que yo personalmente tengo) tiene unos 20 minutos menos de metraje que la versión doblada al español y que circula en youtube, de 1 h. 49 m. aprox. Afortunadamente descubrí esta versión larga en youtube. Y que nos muestra la trama más completa, que también le da sentido a ciertas escenas y detalles, que no aparecen en la variante corta.
15 de abril de 2023 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy interesante, controvertido y sobrecogedor western de Sergio Corbucci. Se enmarca en un contexto histórico y puede afirmarse que se basa libremente en hechos reales ocurridos en 1898, localidad de Snow Hill , Estado de Utah, EEUU. Allí, el crudo invierno y las ventiscas hicieron que los lugareños tuvieran que robar ganado para sobrevivir, y fueran considerados por las autoridades, como sujetos fuera de la ley, y, por ende, bandidos. La ley local autorizaba el pago por su captura, apareciendo así despiadados caza-recompensas que mataban impunemente.

Posterior a los hechos, un manto de silencio cayó sobre estas masacres, convirtiéndose en una especie de ignominiosa leyenda, durante muchos años, hasta que empezó a ser condenada públicamente. De ahí el nombre de la película, “El gran silencio”. Yo así lo interpreto, más que por el apodo de uno de los protagonistas.

Corbucci tuvo la audacia (por no llamarla valentía) de rescatar este episodio de la historia de EEUU y ficcionarlo como cine. Transgrede los convencionalismos habituales de los western italianos (y con mayor razón, de los western estadounidenses), comenzando desde las locaciones, con esos bellos parajes exteriores (con una nieve asfixiante y opresiva para personas y caballos) y la lúgubre ambientación en interiores (un microcosmos casi surrealista). Todo este paisaje blanco y gélido me hizo apreciar casi como una "zona de confort" los entornos tradicionales del western, esa geografía desértica, polvorienta, de extensas llanuras, a veces montañosa, con ríos y esteros y la calidez de un sol brillante.
En la cinta se nos muestra que mientras el Gobierno central prepara una amnistía para regularizar la caótica situación del poblado y decide enviar un nuevo sheriff, los caciques locales hacen la vista gorda e incluso con intereses creados, se amparan en una legalidad dudosa (que incluye matar en defensa propia), e incentivan a estos sanguinarios cazadores de recompensa para que procedan, "limpien" el lugar y se repartan el "botin” humano. No sólo capturan, sino prefieren matar a sus víctimas ("menos problemas" dicen). Pero llega un pistolero enigmático que los pondrá en jaque y tiene sus propios motivos para enfrentarlos.

Magníficas actuaciones, casi de todos, con un Kinski pletórico en su salsa, hasta el apodo que tiene le viene como anillo al dedo ( "Loco" en la versión en español, "Tigrero" en la original italiana), pero ahora con momentos de contención, lo que eleva el resultado global de su trabajo. Construye un personaje cínico, de la peor calaña y de un comportamiento impredeciblemente brutal.
Trintignant está espléndido como el rápido y letal pistolero mudo ("Silencio"). Todo lo expresa con la mirada y su habilidad suprema con aquella moderna pistola que posee (una Mauser C96 semiautomática), y cuando quiere dejar vivo a algún rival, es especialista en dispararle a sus pulgares, para que así no puedan volver a gatillar. Además, el actor francés se luce en un aspecto en el que se manejaba bien, por sus papeles en otro tipo de cine (no olvidemos que ya había protagonizado la famosa "Un hombre y una mujer"). Me refiero a la delicada escena erótica con la sensual Vonetta McGee, tratándola sin la tosquedad de los rudos cobwoys, sino casi como un gentleman sin palabras. Ella es una joven viuda que busca venganza y pide ayuda a este misterioso caza-recompensas, descubriendo humanidad en él. En este vínculo amoroso interracial y la forma de expresarlo, observamos otro punto destacado del director con el cual también rompe con los moldes tradicionales del género.

"El otro Sergio" nos entrega una notable película, seria y cruda, amarga, pesimista, casi contracultural, sin las gotas de humor tan propias de los spaghetti-western usuales (excepto alguna escena del sheriff, un correcto Frank Wolff ).
Se puede interpretar ideológicamente como una punzante crítica al origen del modelo de sociedad de Estados Unidos y su hipocresía general, con esa dicotomía ambigua entre el orden-ley-poder del dinero, por un lado, y el uso de las armas-violencia institucionalizada, por el otro. Algo que, por lo demás, ha marcado toda su historia como nación, desde el principio. Sabemos que, en su trasfondo, eso es el cine del Lejano y Salvaje Oeste "Made in USA", especialmente los clásicos, al margen de su calidad y épica. La creación y perpetuación del mito fundacional de una nación. Un paradigma no exento de idealización.
En spoiler un revelador detalle al respecto.

¿La música? Otra pieza brillante del maestro Morricone, aunque ahora melódicamente más intimista, menos fanfarria y más introspección melancólica, con toques de tensión e inquietud, acorde con la temática, escenas y carácter de la película.

¿Y el final? Un golpe al hígado. Feroz. Atípico y políticamente incorrecto en este sub-género. Sin concesiones. Ver spoiler.
Ojo: Corbucci filmó otro final alternativo completamente diferente, para eludir la censura de la época y complacer a los productores.
Al respecto me permito citar al crítico de cine Brad Weismann, (Anotaciones CTEQ, Junio, 2018):
"Darryl F. Zanuck (de Fox) lo odiaba. Después de que el magistral productor estadounidense proyectara el spaghetti western anticapitalista e implacablemente pesimista Il grande silenzio ( El gran silencio, Sergio Corbucci, 1968), se negó a estrenarlo en Estados Unidos o Inglaterra. Los distribuidores asiáticos y del norte de África exigieron, y obtuvieron, un final “feliz” alternativo para agregar a sus copias. Estados Unidos no pudo ver la película hasta que apareció en DVD en 2001."

En resumen, con un correcto y absorbente guión para una historia descomunal con momentos de hiperrealismo, es una película formidable y diferente, casi nihilista. Creo que seguirá valorándose con el tiempo.

Fortaleza: la historia rupturista, la subversión de códigos y los dos personajes protagónicos.
Debilidad: algunos deslices en el montaje.
FONDO = Nota 10
FORMA = Nota 8
PROMEDIO = 9
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Decidor diálogo entre el representante del Gobierno central y el nuevo Sheriff que será enviado al pueblo de Snow Hill, que deja en claro el tenor crítico de fondo de la película.
Dice el Gobernador: “Los electores deben creer en la legalidad constituida. El Viejo Oeste está terminado. Pistoleros, bandidos, caza-recompensas y sheriffs se unirán en un mundo mejor".
Y el sheriff responde: “Un mundo donde el Gobernador perdonaría al asesino del Presidente ante unas elecciones”
- Gobernador: “ Pero... ¿Qué está diciendo?” (con mirada intimidante).
- Sheriff: "Nada, sólo pensaba en voz alta" (bajando la vista).
- Gobernador: "Un buen soldado no piensa".
- Sheriff: "Cierto, sólo sigue el reglamento".
------------------

El western estadounidense, generalmente mostró historias donde los buenos barren a los malos, con un final feliz y optimista. Y la gente admira (o admiraba) la conducta de esos buenos modélicos. La moralidad es la regla.
El spaghetti-western, por su parte, matizó bastante esos cánones. Algunos buenos no son tan buenos y algunos malos tampoco son tan malos. Pero en sus finales, generalmente (o siempre) triunfan esos buenos, a veces chulescos, a veces fanfarrones y otras lacónicos, con frases certeras y llenas de humor negro. La amoralidad es la regla.

Pero aquí Corbucci tuvo el valor de rescatar este episodio de la historia de EEUU, interpretarlo a su modo como cine, poner de cabeza los convencionalismos y rematar con un amargo y desolador final. Los buenos quedan muertos y los malos siguen vivos y triunfantes como si nada.
¿Cuál es el mensaje para la reflexión?. Por lo menos, yo me quedé algunas horas después de ver por primera vez la película, pensando acerca de todo el cine anterior que he visto en materia de western (tanto norteamericanos como europeos y que no es poco) y cómo las convenciones propias de ambos sub-géneros se hacen pedazos aquí. Y en nuevas revisiones de la cinta en DVD, ratifico mi apreciación de lo demoledor que es su mensaje, limítrofe con el nihilismo.
"Volveremos y los recogeremos más tarde" (a los cadáveres repartidos por el piso de la taberna), se ríe Loco (o Tigrero), "todo agradable y legal". Claro, él y sus cómplices ganarán mucho dinero con las recompensas, utilizando en su beneficio una legalidad espúrea, amparados por el corrupto Pollicat, el banquero y especie de juez del poblado, que tiene un pasado manchado con sangre, muy bien interpretado por Luigi Pistilli.
¿Y Silencio? Va al sacrificio. Él sabe que está condenado de antemano. Cuando va caminando hacia el enfrentamiento definitivo con Loco, uno de sus secuaces le dispara a traición desde una ventana, quedando casi lisiado y superado en armas. Sin embargo, incluso en esas condiciones extremas de limitación para un duelo, hace un intento conmovedor por tomar su pistola e intentar defenderse. Si uno esperaba aquí la reacción justiciera y postrera del típico héroe (a la manera de Django), no la hay. Loco lo remata con un disparo en la cabeza. Y junto al desdichado Silencio, también cae su amante, la belleza morena de Pauline.
Todo aderezado con la atribulada musicalización de Morricone.

Finalmente, recuerdo el texto que aparece en el cierre de la película (combino aquí ambas versiones, la original en italiano y la doblada al español).
"Las masacres de 1898 (año de las grandes tormentas de nieve), por fin trajeron una encarnizada condena pública de los cazadores de recompensas, asesinos que, bajo el falso pretexto de la legalidad, convirtieron matanzas brutales en negocios legítimos y un estilo de vida rentable. Durante muchos años el gran silencio se apoderó de Snow Hill, y una placa conmemorativa decía: las botas de los hombres podrán remover la nieve de este pueblo durante 1000 años. Pero nada podrá borrar nunca la sangre de los hombres desgraciados que aquí perecieron".
17 de enero de 2023 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
He vuelto a verla, muchos años después de la primera vez (que evidentemente me impactó). Ahora la veo con ojo más crítico, pero siempre entretenida.
Mantiene el interés, con una trama diferente de las usuales de este tipo de cine. Primero, por el tipo de naufragio experimentado por el Poseidón, al quedar vuelto de campana bajo el agua. Y ese "detalle" marca toda la trama de sobrevivencia posterior, al distinguir una mayoría de pasajeros-sobrevivientes que está en el camino incorrecto y una minoría que está en lo correcto. Y en segundo lugar, al introducir como personaje protagonista, a un reverendo con ribetes heroicos y casi mesiánicos, quien rápidamente se transforma en el líder de esa minoría que se aferra a su pastor, representado por un inmenso Gene Hackman (como nos tiene acostumbrados, por lo demás). Gran papel, grandes diálogos con él en pantalla. Un guía proactivo, carismático y tremendamente efectivo en momentos límites y dramáticos .
El resto del reparto a buen nivel, destacando un enérgico Ernest Bornigne y una convincente Shelley Winters. El director se solaza mostrándonos a unas féminas con vestuarios livianos que las hacen ver muy sensuales (Stella Stevens, Pamela Sue Martin y Carol Lynley se lucen a su modo).
Los personajes están, en general, bien delineados, la cinta invierte buen tiempo en definirlos, en la parte pre-naufragio. Después van a aflorar características que eran menos evidentes y que consolidan los arquetipos. Es el punto fuerte de la película, junto con el guión y la música.
Pero el ritmo global, ahora me pareció algo lento, algunas escenas más extensas de lo necesario y en todo esto tienen que ver también, obviamente, los efectos especiales (si bien son buenos dada la época).
Por otra parte, me llamó la atención el factor "sin concesiones" que indico en mi título y que se refleja en el giro sorpresivo que nos muestra la historia hacia el final (véase spoiler).
En resumen, una buena película del sub-género, de la década por excelencia del cine catastrofista (los '70). Creo que es la segunda mejor después de "Infierno en la Torre".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¿Por qué digo sin concesiones?
Pues por el sacrificio del reverendo encarnado por Hackman. Un sólido rol interpretado de forma magnífica, lleva el peso de la cinta después del naufragio. Con permanentes alusiones teológicas y filosóficas, el reverendo mantiene su propio "conflicto" con su Señor. La capacidad de salvarse es demostración de la fe. No sólo una creencia pusilánime y pasiva. Y está decidido a salvar a su pequeña grey, que cree en sus palabras y en su acción.
Pero el pastor Hackman no se salvará. Va al sacrificio para permitir la sobrevivencia del resto. Su muerte es un giro inesperado de la película. Y que deja un cierto sabor amargo, más cuando se ve la cinta por primera vez.
27 de septiembre de 2014 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunos la han llamado precuela de la insuperable película original, pero en realidad Origen del Planeta de los Simios (más allá del nombre que es de carácter comercial y muy evidente que es para capturar público masivo) tiene poco que ver con la cinta de Franklin Schaffner. Y mucho menos con el libro de Pierre Boullé. Ambas obras clásicas (película y novela) son historias de ciencia ficción mucho más antropológicas y filosóficas y, por ende, de una densidad de contenido bastante mayor que ésta. En la recordada primera película tenemos diálogos reflexivos, amplio espacio a la crítica social y en general, una alegoría a la civilización humana, con personajes magistralmente delineados y realmente entrañables.
Origen del Planeta… es otra cosa. Y así hay que tomarla. Se mueve fundamentalmente en el terreno de la entretención, a través de un buen guión, simple dentro de sus pretensiones científicas, pero aquí no hay catástrofe nuclear como causa de la extinción de la especie humana o de su involución, ni un viaje al espacio que trastoca las coordenadas temporales, ni una civilización semi-feudal de simios inteligentes y militarizados. Aquí tenemos un virus que, mal aplicado, deriva en consecuencias insospechadas y letales para nuestra especie y que, por el contrario, potencia la inteligencia de los simios a niveles superlativos. Aunque todo ocurre demasiado rápido y algunos elementos son poco creíbles, es una interesante variación de una historia que, para muchos y yo incluido, es siempre apasionante. Pero es un giro muy distinto, se aleja del espíritu de la saga original, no profundiza en las mismas variaciones que plantea.
La cinta está expresada en un formato de efectos especiales propios del cine actual, pero al servicio del relato. No es la parafernalia efectista típica de tantas películas del cine comercial de hoy, que casi se olvidan de la trama.. Sin embargo, esos efectos se notan y le quitan naturalidad al filme y, a veces, todo es muy atropellado, con una cámara nerviosa, que va y viene, creando un vértigo de imágenes y acciones. Gana por un lado y pierde por el otro.
Las referencias a las películas clásicas (la primera y sus secuelas) son muchas en esta Origen del Planeta de los Simios. Son varios los homenajes a la primera película. También tiene relación directa con La Conquista del Planeta de los Simios (1972) con la rebelión liderada por un César contemplativo hacia la vida de sus enemigos, no un asesino despiadado. Digamos que la película de Rupert Wyatt no es más que la explicación de toda la historia que cuentan en la quinta entrega de la saga clásica : La Batalla por el Planeta de los Simios (1973), en la cual se enfrentan simios organizados y humanos en decadencia. Tal vez de ésta sí podría ser una precuela.
En cuanto a las interpretaciones, sólo destaca la memorable actuación de Andy Sarkis, quien es el verdadero protagonista, otorgándole un sello indiscutible a su personaje. Los demás están muy discretos, James Franco plano y sin carisma, aunque se esfuerza, el papel era para un actor de más carácter. Los que aparecen de “malos” realmente intrascendentes, muy estereotipados, demasiado vistos. Observando el rol de Freida Pinto, la verdad es que se añora a Linda Harrison. No hay ningún personaje interesante que deje algo a la reflexión, (como abundan en la película de 1968), pues por lo mismo que comentamos más arriba, esta película del 2011 es sólo un divertimento, muy bien realizado, con caracteres de trhiller, un ritmo final vertiginoso y una adecuada musicalización. En resumen, una propuesta renovadora, aunque superficial, pero que sí deja un mensaje: el amor a la libertad.
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