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Yo serví al rey de Inglaterra

Comedia. Drama Jan Díte fue un joven camarero provinciano que quiso convertirse en millonario. Sabía que para conseguirlo tendría que escucharlo todo, observarlo todo, y utilizar todo lo que había escuchado y observado. Pero de nada le sirvió todo esto, pues acabó en prisión. Quince años después, puesto en libertad gracias a un indulto, se dedicará a examinar su pasado y a evaluar sus errores. (FILMAFFINITY)
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Críticas 39
Críticas ordenadas por utilidad
1 de abril de 2009
10 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras una fotografia magnífica, unos decorados, localizaciones, vestuario y escenografía varia de puro lujo, y un desfile interminable de señoritas con las tetas y el culo al aire, se esconde una incapacidad absoluta para realmente llegar a contar algo con un mínimo de substancia.

El personaje protagonista se nos muestra en su versión joven como un ser al que todo le importa un carajo, un trepa sin personalidad definida, y el actor que lo interpreta da una lección de como poner siempre la misma cara, haya una orgia o un bombardeo. Sus músculos faciales tan solo se mueven cuando se trata de recrear torpemente antiguos gags del cine mudo, aunque tantas collejas le pegan que acabó por recordarme el programa de Benny Hill.

En contrapartida, su alter ego viejuno -aunque correctamente interpretado- es un personaje triste, desencantado y melancólico, del que no se llega a saber si es que se arrepiente de todo, de algo en concreto, o si continúa importándole un huevo todo.

En cuanto a la reseña histórica, pues no se narra nada que no sepan hasta los equimales: en esa zona siempre hubo una propensión a ser invadidos y asimilados desde el principio de los tiempos, y no se han caracterizado nunca por sus virtudes para la resistencia o la rebelión.

Para pasar un rato, que se hace largo, aún vale la peliculilla esta que nos ocupa. Pero para premios, aplausos, o derrames de baba, desde luego que no se facturó. Para eso haria falta que un guionista de verdad intentase capturar el mensaje (que supongo tendría alguno) del libro en que se basa y, sobre todo, consiguiese transmitirlo. Además de un buen casting, que clama al cielo lo sobreactuado del prota en versión joven, y la incongruencia de que de viejo tenga la nariz proporcionada y hermosa, y de joven tuviese la trocha del tio de Ketama.
Kingo
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8 de agosto de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me gustan las historias de espabilados que superan los grandes eventos históricos al margen de heroísmos y demás. Si me pongo en la piel de alguien que vivió una 2ª Guerra Mundial, me creo más al trepa que al héroe, quizás porque hay más de lo primero que de lo segundo. Esto me gustó también mucho en la estupenda "El libro negro" que comparte algunos rasgos con "Yo serví al rey de Inglaterra". Los protagonistas son igual de amorales e interesados, más preocupados por su pellejo que por el pellejo patriótico. Pero Jan, el enano checo de esta película, corre mejor suerte que el putón de la resistencia holandesa encarnado por Carice Van Houten en la peli de Verhoeven. De servir como camarero en una taberna de pueblo a formar parte de la gloria del Reich hay un largo trecho y nuestro amigo lo recorre paso a paso y sin volver las espaldas. Su principal incentivo es ser rico, no tanto por el dinero en sí como por formar parte de algún tipo de élite; sea como sea, su búsqueda se convertirá en toda una aventura con la que Menzel pasa revista al pasado más o menos reciente de su país y al papel que tuvo durante la ocupación alemana.

Con una fotografía perfecta, aunque con un brillo difuminado de dudoso gusto, una banda sonora exquisita y un protagonista de curiosa y elaborada psicología, tenemos una película agradable y sin demasiadas pretensiones que muestra la vida de un señor normal y corriente que se zafó del frente para vivir su vida, con o sin guerra. Como, imagino, hubiéramos hecho la mayoría de los aquí presentes.
Neathara
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8 de septiembre de 2008
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estimado Domiciano,

En esta época de remakes, secuelas y precuelas en la que padecemos una notable falta de ideas, se agradece que alguien aporte frescura y originalidad. Y esta película de Jirí Menzel (a quien no conocía) está llena de ambos conceptos.

La historia seduce por su narración y su falta de pretenciosidad. Lo mejor es dejarse llevar.
Peter
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26 de abril de 2009
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No tener escrúpulos, ideales u objetivos, puede ser, en principio, una buena fórmula para flotar en medio de la tempestad y sobrevivir a las pandemias selectivas de la estupidez humana (cambios de régimen, guerras....). Nuestro camarero, Jan Dite, vacío de compromisos y ligero de equipaje es el hombre de corcho, la cáscara insumergible. Su capacidad camaleónica le permite tener a la suerte por aliada y cubrir, incluso con suficiencia, sus necesidades fisiológicas: comer, beber, dormir, follar y defecar.

Un camarero discreto, ignorante y con estilo (poeta inofensivo o bufón) siempre viene bien, siempre es útil: mande quien mande. Nadie está en disposición de reprochar a nuestro amigo su actitud. El único con cierta fuerza moral para afearle la conducta regala su vida por no querer rebajar su caché de servidor del Rey de Inglaterra.

El infortunio llamará a las puertas de Jan cuando decide pasar de siervo complaciente a señor pudiente: ¡Para una vez que se solidariza con los de su clase!.

Interesante e irónico (a veces sarcástico) recorrido el que hace Jirí Menzel (basándose en la novela) de la Checoslovaquia de la primera mitad del siglo XX. El flashbacks es la herramienta que utiliza el director para ordenar las reflexiones de nuestro hombre, cansado, sentado en una casa vacía, rodeado de espejos: Al fin y al cabo sólos, como al principio.
Sinhué
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14 de agosto de 2008
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Humor en estado puro. Una crónica estrafalaria,original y satírica de la historia de centroeuropa. Muy influenciada por Fellini, donde se puede ver cómo utiliza escenas muy parecidas e explica con pavor el hedonismo de la aristocracia, y también muy influenciada aunque en menor grado por los hermanos Marx, con espectaculares escenas gesticulares y muy divertidas.
En fin , el poder del dinero no tiene límites, ni concepciones, ni personalidades, simplemente oestá muy delimitado a situaciones y hechos.Por eso, el valor monetario puede o no servir. No siempre es lo más importante, cómo le pasa a nuestro protagonista. Hay que saber elegir y decidir que cosas escoger y cuáles no, sin más.
Caragolmoreno
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