Aguas siniestras

En verano, siempre que nos íbamos a dar un buen baño en la piscina, tengo en la cabeza la voz de mi abuela gritando que si habíamos esperado las tres horas de la digestión antes de meternos en el agua.

Sin duda, la familia que acaba de mudarse a un pacífico barrio de una pacífica ciudad norteamericana evitaría muchos de sus males si, en vez de abusar de los peligrosos baños nocturnos, esperase las horas de la digestión adecuadas.

El nuevo producto de Blumhouse es, en esencia, lo que os narro en el párrafo de arriba. Esta familia, marcada por padre jugador de beisbol que viene de tener una importante lesión, madre con un trauma de piscina y niños que ni nos van ni nos vienen serán las posibles victimas de la misteriosa piscina de aguas cristalinas pero de fondo tenebroso… o eso quieren sus responsables que pensemos.

Es un film que intenta crear algo de angustia y terror con escaso tino. Solo sus cinco minutos iniciales merecen la pena ser resaltados porque en el resto del metraje, entre que pasa poca cosa y que los sustos escasean, pues ‘La piscina’ pierde poco a poco gas hasta quedarse en una curiosidad destinada a caer en el olvido.

Flojita, muy flojita. Tampoco ayuda que el hijo de Kurt Russell sea tan sumamente soso.

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Con o sin Blumhouse metidos en el ajo -en ésta va a ser que sí-, la proliferación de cortos, casi micrometrajes en la mayoría de casos, que saltan al largometraje es una tendencia creciente y plenamente arraigada dentro del cine de terror y fantástico contemporáneo.
Que el mobiliario y objetos de la casa estén malditos o, sin más, gasten mala vaina haciendo su agosto -época de piscinas, literal- data de los tiempos de maricastaña, especialmente desde que la base literaria, y luego cinematográfica, de la ubre inagotable del casoplón de Amityville, los devolviese a la palestra.
El lechón Wyat Russell, genes aparte, ya lleva a sus espaldas un buen puñado de ejemplos demostrando que lo de sufrir haciéndotelo pasar bien (o mal, según cómo te entre el género) le viene de fábrica, tanto aplicando la vena atolondrada y gansa via Black Mirror, dándole por fotocopiar (perdon, homenajear) a su viejo Kurt rodeado de soldaditos zombis o, como ahora, reivindicando la figura del sufridor pater familias con frondosa quijada a lo James Brolin y viéndoselas contra una piscina malasombra con demasiado saque para tragarse lo que le echen.

Si tienes miedo al agua, esta película no es para ti. Pero si eres un amante del terror no la dejes pasar.

De momento deciros que me gustaba mucho la idea de la película. Y la verdad que me ha encantado, con sobre saltos a lo largo de todo el metraje, que es lo que se busca en una buena película de terror.

Que podría tener mejor guión, otro desarrollo de la historia, y mejores interpretaciones, claro todo es mejorable, pero en esta cinta, su director Bryce McGuire consigue llevarte del punto A al B, de manera sencilla y gustando. Con inspiración de grandes clásicos del género. Si ya Tiburón se genera la incertidumbre de bañarte en el mar, esta te hace plantearte seriamente que no es necesario un baño en Agosto.

Es el primer largometraje de Bryce McGuire, al que tendré que seguir de cerca porque la cosa pinta muy bien.

La película trata de hacerse un hueco e innovar dentro de un género que ya ha visto de todo. Ofrecer algo distinto, como en este caso una piscina, está bien, pero si el desarrollo y el guion son un desastre el resultado ni sorprende ni aprueba. El producto que tenemos delante es del montón, olvidadizo 100% y que solo sirve para distraerte durante hora y media.

La historia arranca bien, es prometedora, pero se va desinflando como un globo. El primer acto consigue llamar la atención, el segundo se vuelve plano y el tercero no hay por dónde cogerlo. La resolución, sin desvelar nada, no encaja y se cierra de forma abrupta. El ritmo está bien, no decae, pero como no engancha del todo tampoco salva esto.

Los protagonistas son del montón. Para haceros una idea, son los típicos personajes de cualquier película de sobremesa de esas que emiten los fines de semana por la tarde en televisión. Ese es el nivel. Planos, sin personalidad y bastante huecos solo son los artífices de que la trama avance, pero sin ofrecer nada interesante. No es problema de los actores, que hacen lo que pueden con un producto vacío.

El terror en sí mismo se coge con pinzas. No es una de esas cintas donde infunde miedo como tal, sino que recurre de los míticos y poco trabajados 'jumpscares' de manual. En otras palabras, terror barato al uso. Hay momentos donde parece intentar crear una atmósfera, pero al poco dicha sensación de desvanece. Si buscáis pasar miedo; del bueno, del de verdad, aquí no lo encontraréis.

En resumen ''La piscina'' es una película del montón y que olvidaréis pasada una hora desde que termine. No sé qué han visto esos que le han cascado un 8 a esto, casi rozando la obra maestra. O muy poco cine han visto en su vida o votan a lo loco. Su nota media, que ronda el 4 ahora mismo, le hace justicia, que no os engañen. Para ver y tirar. No la recomendaría.

Lo mejor: A niveles generales es entretenida y el primer acto.
Lo peor: El tercer acto es un desastre, muchos 'jumpscares' baratos y la calidad general es baja.

* Un 4 *

Bajo la dirección de Bryce McGuire, "La Piscina" nos sumerge en la vida de Ray Waller, una estrella del béisbol cuya carrera se ve truncada por una enfermedad degenerativa. Con la esperanza de recuperarse, se muda a una nueva casa con su esposa Eve y sus hijos Izzy y Elliot. Sin embargo, el oscuro pasado de la casa desata una fuerza malévola que arrastra a la familia a las profundidades del terror.

El debut de Bryce McGuire como director muestra potencial, pero no logra destacar en el género del terror. Si bien logra crear una atmósfera inquietante, no logra mantenerla de manera consistente a lo largo de la película. La narrativa se siente poco original y carece de momentos impactantes que mantengan al espectador en vilo.

El guion es básico y predecible, sin sorpresas que puedan generar tensión o intriga. La trama sigue los tropos típicos del género del terror, sin aportar nada nuevo o innovador. La premisa de la casa con un oscuro pasado se siente trillada y no logra generar el impacto deseado.

Kerry Condon destaca en su actuación como Eve, aportando profundidad y emotividad al personaje. Su interpretación logra transmitir el terror y la angustia que experimenta la familia, elevando la película por encima de su guion predecible.

En cuanto al aspecto técnico, ofrece una calidad normal, sin destacar particularmente en la cinematografía o el diseño de producción. La música y el sonido cumplen su función, pero no logran crear una atmósfera verdaderamente inmersiva.