Love & Mercy
6,7
4.390
8 de septiembre de 2015
8 de septiembre de 2015
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película me pone de mala leche, como me ponen de mala leche las opiniones que alucinan pepinillos porque Bill Pohlad ha montado un biopic juntando dos tramas paralelas y alejadas temporalmente. Lo único cierto es que las dos partes no ofrecen una calidad equiparable, la película queda irremisiblemente coja en un cóctel imposible y orientado hacia un "todos los públicos" que frustra lo que podría haber sido el mejor biopic de la historia.
La parte del Brian Wilson joven, en su mejor etapa artística y creativa, es estimulante, está dirigida desde la pasión y las escenas del estudio enganchan, enganchan porque se nota la magia del cine, se logra una recreación apabullante de lo que debieron de ser aquellos momentos únicos e históricos musicalmente hablando. Aquellas sesiones alquímicas en las que se gestaron algunas de las mejores canciones que se han grabado nunca. Deja con ganas de mucho más, sabe a poco, Paul Dano ejecuta una sorprendente actuación y resucita al Brian Wilson ilusionado con su música, abriendo nuevos caminos y con la mente abierta al universo de las eternas melodías, pero también dando pasos firmes hacia la enfermedad mental.
En cambio, la parte del Brian Wilson ya mayor se aparta de la historia de la música pop para presentar lo que no deja de ser en el fondo un telefilme barato de media tarde -por mucho que se ajuste a los hechos-, con un John Cusack desastroso, como siempre, que luce una inquietante apariencia y que por momentos parece un clon de Bill Murray (sin su gracia, claro está).
Brian Wilson se especializó en componer canciones formadas por varias partes que no tenían nada que ver entre sí pero que, una vez juntas, funcionaban a través de una química musical que sólo él podía prever. Intuyo que aquí se ha querido hacer lo mismo, pero el resultado ha sido una película coja, con una parte excelente y otra más bien mediocre, perfectamente personalizada en los dos actores que dan vida al músico y en sus diferentes logros.
Algunos soñarán, como yo, con que alguna vez se haga una película centrada en el proceso musical; es decir, como la parte del joven Brian. Y los que se hayan quedado con ganas de más, no tienen más que leer el fantástico libro "Bendita locura", de González Balsa, publicado por la Editorial Milenio y donde se desgranan muchas de las cosas que en "Love & Mercy" sólo se apuntan.
La parte del Brian Wilson joven, en su mejor etapa artística y creativa, es estimulante, está dirigida desde la pasión y las escenas del estudio enganchan, enganchan porque se nota la magia del cine, se logra una recreación apabullante de lo que debieron de ser aquellos momentos únicos e históricos musicalmente hablando. Aquellas sesiones alquímicas en las que se gestaron algunas de las mejores canciones que se han grabado nunca. Deja con ganas de mucho más, sabe a poco, Paul Dano ejecuta una sorprendente actuación y resucita al Brian Wilson ilusionado con su música, abriendo nuevos caminos y con la mente abierta al universo de las eternas melodías, pero también dando pasos firmes hacia la enfermedad mental.
En cambio, la parte del Brian Wilson ya mayor se aparta de la historia de la música pop para presentar lo que no deja de ser en el fondo un telefilme barato de media tarde -por mucho que se ajuste a los hechos-, con un John Cusack desastroso, como siempre, que luce una inquietante apariencia y que por momentos parece un clon de Bill Murray (sin su gracia, claro está).
Brian Wilson se especializó en componer canciones formadas por varias partes que no tenían nada que ver entre sí pero que, una vez juntas, funcionaban a través de una química musical que sólo él podía prever. Intuyo que aquí se ha querido hacer lo mismo, pero el resultado ha sido una película coja, con una parte excelente y otra más bien mediocre, perfectamente personalizada en los dos actores que dan vida al músico y en sus diferentes logros.
Algunos soñarán, como yo, con que alguna vez se haga una película centrada en el proceso musical; es decir, como la parte del joven Brian. Y los que se hayan quedado con ganas de más, no tienen más que leer el fantástico libro "Bendita locura", de González Balsa, publicado por la Editorial Milenio y donde se desgranan muchas de las cosas que en "Love & Mercy" sólo se apuntan.
30 de agosto de 2015
30 de agosto de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El debutante Bill Pohlad dirige este biopic sobre Brian Wilson, líder de los Beach Boys dividiendo al protagonista en dos, mostrándonos al Wilson que creó el gran álbum Pet Sounds y al atormentado Wilson que era utilizado por el polémico terapeuta Eugene Landy además de su esperanzadora relación con su última mujer.
Pohlad crea un biopic poco habitual, explorando el tormento y psicología del artista, buscando un retrato psicológico del músico y de su tormentoso mundo exterior más que un filme que publicite y glorifique al intérprete. Una complejidad ya evidente al dividir en dos líneas temporales y en diferentes actores al protagonista, excelentemente interpretados tanto por el brillante Paul Dano como por John Cusack, actor venido a menos que realiza aquí uno de sus trabajos más complejos y loables de su carrera.
Son tremendamente disfrutables las secuencias de creación del álbum Pet Sound y la gran química que se forma entre John Cusack y Elizabeth Banks, que interpreta el único brío de esperanza en el tormento que WIlson vive.
Pohlad firma un fantástico biopic musical, complejo en lo narrativo y que realiza un honesto retrato sobre como el tormento del artista está dado mayormente por su universo exterior más que por el interno. Interpretaciones que se intuyen presentes en la próxima temporada de premios redondean el biopic musical más estimulante desde la excelente I'm Not There (2007).
Pohlad crea un biopic poco habitual, explorando el tormento y psicología del artista, buscando un retrato psicológico del músico y de su tormentoso mundo exterior más que un filme que publicite y glorifique al intérprete. Una complejidad ya evidente al dividir en dos líneas temporales y en diferentes actores al protagonista, excelentemente interpretados tanto por el brillante Paul Dano como por John Cusack, actor venido a menos que realiza aquí uno de sus trabajos más complejos y loables de su carrera.
Son tremendamente disfrutables las secuencias de creación del álbum Pet Sound y la gran química que se forma entre John Cusack y Elizabeth Banks, que interpreta el único brío de esperanza en el tormento que WIlson vive.
Pohlad firma un fantástico biopic musical, complejo en lo narrativo y que realiza un honesto retrato sobre como el tormento del artista está dado mayormente por su universo exterior más que por el interno. Interpretaciones que se intuyen presentes en la próxima temporada de premios redondean el biopic musical más estimulante desde la excelente I'm Not There (2007).
8 de octubre de 2015
8 de octubre de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Love & mercy” trata de indagar en el lado más oscuro de Brian Wilson, lo que se escondia detrás de sus obras maestras, la lucha que libró contra su enfermedad mental, y los abusos psicológicos a que fue sometido, primero por su padre y luego por su psiquiatra.
No se trata de un biopic al uso. No pretende abarcar toda la vida personal ni profesional de Brian Wilson. No es un film-tributo a los Beach Boys. Es una película que se centra sobre todo en los problemas mentales de Brian Wilson desde sus orígenes cuando los Beach Boys estaban en el cénit de su fama hasta el descenso a los infiernos que sufre muchos años después debido a su relación terrible con su psiquiatra.
Por supuesto, la música de los Beach Boys es protagonista imprescindible, se escucha desde el principio hasta el final (que nadie se levante durante los créditos, por favor), y lógicamente es un punto clave de la película porque no podemos entender a Brian sin la música y su obsesión por componer canciones, su perfeccionismo en los arreglos, su fascinación por la experimentación musical. No es la típica película sobre el nacimiento – ascenso a la cima – declive de un grupo musical, ni un escaparate para vender sus canciones, pero evidentemente la música está. Porque tenía que estar, porque merece estar, y porque la película mejora con ella.
La grandeza de la película estriba en que nos permite surfear (permítaseme la expresión, hablando de los Beach Boys) por las tenebrosas sendas de la mente de Brian Wilson, a descubrir al hombre que hay detrás del genio, y todo ello sin que parezca el típico ejercicio de homenaje a un músico. Pohlad no edulcora al personaje, ni el espectador tiene la sensación de estar ante un producto diseñado para vender una determinada imagen de Wilson. La película es interesante en sí misma, y yo creo que aún más para los espectadores que no sepan demasiado sobre Brian Wilson ni conozcan demasiado su obra.
Siempre se ha sabido que la genialidad y la locura suelen andar de la mano. Aquí se nos muestra una vez más esta circunstancia. Es difícil volar y tocar tierra a la vez. Los genios creativos emiten en otra frecuencia, viven en otro mundo, son distintos. Los terrestres disfrutamos su obra, pero no nos gusta la excentricidad de la persona que la creó. Nos interesa el personaje más que la persona. Los problemas de Brian Wilson para convivir a un tiempo en su mundo y en el nuestro se plasman perfectamente en la pantalla, merced al gran trabajo del director y los actores.
No se hasta qué punto es real lo que se cuenta, hasta qué punto se habrá exagerado, ni hasta qué punto se habrán omitido cosas. Personalmente, me parecen exagerados el personaje del padre de los Wilson y del psiquiatra de Brian. ¿Ambos eran realmente tan malos? Me cuesta creerlo, pero podría ser. En todo caso, no importa mucho, puesto que sea exagerado o no, en la película se desprende credibilidad, y eso es lo que vale.
Como gran aficionado a la música que soy, me interesó especialmente la parte en que Brian Wilson compone “Pet sounds”, esa obra maestra irrepetible. En esa parte de la película yo habría indagado un poco más, se me queda algo pequeña. Aunque claro, por mí la película entera habría girado sobre la gestación y grabación de ese disco.
Hay que ponderar, y mucho, el trabajo de los actores. Especialmente los dos que dan vida a Brian Wilson. Paul Dano, que encarna al joven Brian en los años sesenta, y a John Cusack, que interpreta al Brian que ronda los 50 años (aunque está claro que Cusack tiene más). Ambos están espléndidos, y personalmente me sorprendió para bien Paul Dano, a pesar de que ya ha demostrado sobradamente su nivel en varias películas, me sigue impresionando cada vez que le veo. Por otro lado, John Cusack está sensacional, contenido, introspectivo, demostrando talento en cada escena y componiendo un Brian Wilson que yo, francamente, cuando supe que era él quien lo iba a hacer, no daba un duro por su resultado.
Paul Giamatti está bien, pero no sorprende. Siempre está bien. Y este papel de psiquiatra malvado e inquietante se lo bebe. Para él es tan sencillo como respirar. En algún momento parece un tanto sobreactuado, pero creo que el personaje lo requiere. A mí me gusta mucho siempre, y en esta película está perfecto. Elizabeth Banks es lo menos convincente del elenco, pero tampoco desentona del todo.
Yo creo que la película decepcionará un tanto a los fans de los Beach Boys. Como he dicho, no hay una revisión a la historia de la banda, la película empieza cuando ya los Beach son famosos, ni tampoco tienen un gran protagonismo los restantes componentes de la banda (hay una escena en la que Brian le dice a Melinda que su hermano Dennis murió ahogado, sin venir mucho a cuento). Por lo demás, es una película muy disfrutable. No es redonda, pero es muy buena. Por ponerle pegas, diría que flojea un poco el ensamble entre las dos historias, y uno tiene la impresión a veces de estar viendo dos películas. Pequeñeces que no empañan el resultado final.
“Love & mercy” me ha sorprendido muy gratamente. Uno no espera encontrarse películas así en pleno verano. Un film muy recomendable, entretenido y pedagógico, tras el que hay lugar para una buena reflexión o conversación sobre las cosas importantes de la vida, y también para que los melómanos nos felicitemos por serlo, y los que no lo son se pregunten cómo coño llevan toda la vida viviendo sin tener el “Pet sounds” en su estantería.
No se trata de un biopic al uso. No pretende abarcar toda la vida personal ni profesional de Brian Wilson. No es un film-tributo a los Beach Boys. Es una película que se centra sobre todo en los problemas mentales de Brian Wilson desde sus orígenes cuando los Beach Boys estaban en el cénit de su fama hasta el descenso a los infiernos que sufre muchos años después debido a su relación terrible con su psiquiatra.
Por supuesto, la música de los Beach Boys es protagonista imprescindible, se escucha desde el principio hasta el final (que nadie se levante durante los créditos, por favor), y lógicamente es un punto clave de la película porque no podemos entender a Brian sin la música y su obsesión por componer canciones, su perfeccionismo en los arreglos, su fascinación por la experimentación musical. No es la típica película sobre el nacimiento – ascenso a la cima – declive de un grupo musical, ni un escaparate para vender sus canciones, pero evidentemente la música está. Porque tenía que estar, porque merece estar, y porque la película mejora con ella.
La grandeza de la película estriba en que nos permite surfear (permítaseme la expresión, hablando de los Beach Boys) por las tenebrosas sendas de la mente de Brian Wilson, a descubrir al hombre que hay detrás del genio, y todo ello sin que parezca el típico ejercicio de homenaje a un músico. Pohlad no edulcora al personaje, ni el espectador tiene la sensación de estar ante un producto diseñado para vender una determinada imagen de Wilson. La película es interesante en sí misma, y yo creo que aún más para los espectadores que no sepan demasiado sobre Brian Wilson ni conozcan demasiado su obra.
Siempre se ha sabido que la genialidad y la locura suelen andar de la mano. Aquí se nos muestra una vez más esta circunstancia. Es difícil volar y tocar tierra a la vez. Los genios creativos emiten en otra frecuencia, viven en otro mundo, son distintos. Los terrestres disfrutamos su obra, pero no nos gusta la excentricidad de la persona que la creó. Nos interesa el personaje más que la persona. Los problemas de Brian Wilson para convivir a un tiempo en su mundo y en el nuestro se plasman perfectamente en la pantalla, merced al gran trabajo del director y los actores.
No se hasta qué punto es real lo que se cuenta, hasta qué punto se habrá exagerado, ni hasta qué punto se habrán omitido cosas. Personalmente, me parecen exagerados el personaje del padre de los Wilson y del psiquiatra de Brian. ¿Ambos eran realmente tan malos? Me cuesta creerlo, pero podría ser. En todo caso, no importa mucho, puesto que sea exagerado o no, en la película se desprende credibilidad, y eso es lo que vale.
Como gran aficionado a la música que soy, me interesó especialmente la parte en que Brian Wilson compone “Pet sounds”, esa obra maestra irrepetible. En esa parte de la película yo habría indagado un poco más, se me queda algo pequeña. Aunque claro, por mí la película entera habría girado sobre la gestación y grabación de ese disco.
Hay que ponderar, y mucho, el trabajo de los actores. Especialmente los dos que dan vida a Brian Wilson. Paul Dano, que encarna al joven Brian en los años sesenta, y a John Cusack, que interpreta al Brian que ronda los 50 años (aunque está claro que Cusack tiene más). Ambos están espléndidos, y personalmente me sorprendió para bien Paul Dano, a pesar de que ya ha demostrado sobradamente su nivel en varias películas, me sigue impresionando cada vez que le veo. Por otro lado, John Cusack está sensacional, contenido, introspectivo, demostrando talento en cada escena y componiendo un Brian Wilson que yo, francamente, cuando supe que era él quien lo iba a hacer, no daba un duro por su resultado.
Paul Giamatti está bien, pero no sorprende. Siempre está bien. Y este papel de psiquiatra malvado e inquietante se lo bebe. Para él es tan sencillo como respirar. En algún momento parece un tanto sobreactuado, pero creo que el personaje lo requiere. A mí me gusta mucho siempre, y en esta película está perfecto. Elizabeth Banks es lo menos convincente del elenco, pero tampoco desentona del todo.
Yo creo que la película decepcionará un tanto a los fans de los Beach Boys. Como he dicho, no hay una revisión a la historia de la banda, la película empieza cuando ya los Beach son famosos, ni tampoco tienen un gran protagonismo los restantes componentes de la banda (hay una escena en la que Brian le dice a Melinda que su hermano Dennis murió ahogado, sin venir mucho a cuento). Por lo demás, es una película muy disfrutable. No es redonda, pero es muy buena. Por ponerle pegas, diría que flojea un poco el ensamble entre las dos historias, y uno tiene la impresión a veces de estar viendo dos películas. Pequeñeces que no empañan el resultado final.
“Love & mercy” me ha sorprendido muy gratamente. Uno no espera encontrarse películas así en pleno verano. Un film muy recomendable, entretenido y pedagógico, tras el que hay lugar para una buena reflexión o conversación sobre las cosas importantes de la vida, y también para que los melómanos nos felicitemos por serlo, y los que no lo son se pregunten cómo coño llevan toda la vida viviendo sin tener el “Pet sounds” en su estantería.
2 de diciembre de 2015
2 de diciembre de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es sabido que los grandes y míticos productores de la época dorada y extinta de los poderosos estudios, metían toda la mano que querían en "su películas", para bien o para mal, pero nunca se atrevían a dirigirlas abiertamente y firmarlas como tales.
Pohlad, cuya carrera como productor ejecutivo a tenido buen ojo para sus proyectos, a sabido conseguir un equilibrio entre la comercialidad y un cine más comprometido, llámese de autor o no.
Y después de 25 años de estrenarse como director, a vuelto a "arriesgarse", a coger los mando de un proyecto más que interesante donde nuevamente ha hecho gala de equilibrio y el biopic sobre Brian Wilson, alma mater de los míticos Beach Boys, se empasta casi perfectamente con un ejercicio de estilo en el que Pohlad aprueba con nota.
La misma bipolaridad, que también encarna el propio Wilson es reflejada en una pirueta acertada al encargar a dos actores que asuman el personaje en distintos momentos de su vida. Y es aquí donde Dano (prometedor) y Cusack (consagrado) dan el do de pecho, probablemente en sus mejores trabajos, perfectamente secundados por Elizabeth Banks y el maestro Giamatti.
Quedan en el tintero un buen puñado de porqués de la azarosa vida de este genio musical, capaz de crear inolvidables "canciones de playa" vitalistas y sinfonías pop como "Pet Sounds" en los efervescentes e irrepetibles 60 en California. Su banda, su familia, su relación con las drogas y la manipulación a la que fue sometido generan más preguntas que respuestas. A los Beach Boys se les ha considerado los Beatles estadounidenses y su legado musical reconocido por la crítica puede que aún este por descubrir para muchos de nosotros.
Pohlad, cuya carrera como productor ejecutivo a tenido buen ojo para sus proyectos, a sabido conseguir un equilibrio entre la comercialidad y un cine más comprometido, llámese de autor o no.
Y después de 25 años de estrenarse como director, a vuelto a "arriesgarse", a coger los mando de un proyecto más que interesante donde nuevamente ha hecho gala de equilibrio y el biopic sobre Brian Wilson, alma mater de los míticos Beach Boys, se empasta casi perfectamente con un ejercicio de estilo en el que Pohlad aprueba con nota.
La misma bipolaridad, que también encarna el propio Wilson es reflejada en una pirueta acertada al encargar a dos actores que asuman el personaje en distintos momentos de su vida. Y es aquí donde Dano (prometedor) y Cusack (consagrado) dan el do de pecho, probablemente en sus mejores trabajos, perfectamente secundados por Elizabeth Banks y el maestro Giamatti.
Quedan en el tintero un buen puñado de porqués de la azarosa vida de este genio musical, capaz de crear inolvidables "canciones de playa" vitalistas y sinfonías pop como "Pet Sounds" en los efervescentes e irrepetibles 60 en California. Su banda, su familia, su relación con las drogas y la manipulación a la que fue sometido generan más preguntas que respuestas. A los Beach Boys se les ha considerado los Beatles estadounidenses y su legado musical reconocido por la crítica puede que aún este por descubrir para muchos de nosotros.
1 de junio de 2019
1 de junio de 2019
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Cusack es un magnífico actor que quizá no ha tenido grandes oportunidades para mostrar su calidad interpretativa.
En Love & Mercy, realiza un ajustado registro sobre la compleja personalidad, en su etapa más madura, de Brian Wilson, alma The Beach Boys. Los tics, los titubeos, las incongruencias, los miedos y todo un recorrido por las limitaciones que surgen ante un trastorno de personalidad profundo, tal vez conducido de manera interesada, hacia una supuesta enfermedad mental, que quizá no fuera tal, como bien parece reflejar su biopic.
En Love & Mercy, realiza un ajustado registro sobre la compleja personalidad, en su etapa más madura, de Brian Wilson, alma The Beach Boys. Los tics, los titubeos, las incongruencias, los miedos y todo un recorrido por las limitaciones que surgen ante un trastorno de personalidad profundo, tal vez conducido de manera interesada, hacia una supuesta enfermedad mental, que quizá no fuera tal, como bien parece reflejar su biopic.
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