Alemania, año cero
13 de marzo de 2022
13 de marzo de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alemania, año cero se podría disfrutar igualmente en el mejor sentido de la palabra (algo que hable de guerra nunca es para disfrutar), tanto como una película o como un documental.
Con ese ritmo pausado y esa cámara que planea por la ciudad de Berlín o lo que de ella queda después de la guerra, nos iremos haciendo una idea de las condiciones tan desastrosas que vinieron al acabar la contienda mundial. Casas y edificios destruidos, familias malviviendo juntas para así por lo menos tener un techo y una cama. Una cartilla alimentaria para cubrir las necesidades básicas de una persona día a día.
Y si todo esto lo vemos a través de los ojos de un niño de doce años es aún más trágico. Edmund es el hijo menor de una familia que no tienen madre y cuyo padre está gravemente enfermo, su hermano mayor es un exnazi que permanece oculto en casa y no trabaja, obviamente y su hermana mayor a pesar de las circunstancias, intenta salir cada noche para "olvidar" lo que le ha tocado vivir. Dejando de ésta manera como máximo responsable de conseguir el sustento de la familia a un chaval de doce años, no lo olvidemos. El cual se tiene que buscar la vida intentando conseguir trabajos los cuales no le permiten realizar por su edad, o trapichear en el mercado negro por comida o dinero.
Para colmo no suele tratar los temas más importantes con su familia, ni pedir consejo, de eso se encarga un antiguo profesor con el cual ha vuelto a tener contacto y será éste quien con sus consejos determine acciones muy importantes en la vida del chaval.
Me han encantado varias escenas que comentaré en la zona spoiler.
Con ese ritmo pausado y esa cámara que planea por la ciudad de Berlín o lo que de ella queda después de la guerra, nos iremos haciendo una idea de las condiciones tan desastrosas que vinieron al acabar la contienda mundial. Casas y edificios destruidos, familias malviviendo juntas para así por lo menos tener un techo y una cama. Una cartilla alimentaria para cubrir las necesidades básicas de una persona día a día.
Y si todo esto lo vemos a través de los ojos de un niño de doce años es aún más trágico. Edmund es el hijo menor de una familia que no tienen madre y cuyo padre está gravemente enfermo, su hermano mayor es un exnazi que permanece oculto en casa y no trabaja, obviamente y su hermana mayor a pesar de las circunstancias, intenta salir cada noche para "olvidar" lo que le ha tocado vivir. Dejando de ésta manera como máximo responsable de conseguir el sustento de la familia a un chaval de doce años, no lo olvidemos. El cual se tiene que buscar la vida intentando conseguir trabajos los cuales no le permiten realizar por su edad, o trapichear en el mercado negro por comida o dinero.
Para colmo no suele tratar los temas más importantes con su familia, ni pedir consejo, de eso se encarga un antiguo profesor con el cual ha vuelto a tener contacto y será éste quien con sus consejos determine acciones muy importantes en la vida del chaval.
Me han encantado varias escenas que comentaré en la zona spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El trabajo: la escena donde el chaval está al lado del que está cavando la fosa, intentando engañar al encargado con su edad para poder realizar el oficio y cobrar. Responsabilidad de un adulto llevada acabo por un niño.
El asesinato: cuando el profesor le habla de la ley de la vida, donde el fuerte se come al débil y le habla de la debilidad de su padre, inconscientemente lo estaba "invitando" a quitar del medio al patriarca de la familia. Toma una decisión de adulto al eliminar una boca para poder cuidar de los demás.
La niñez: a pesar de estar haciendo cosas de adultos, se ve su lado infantil cuando se encuentra con los otros niños que juegan a la pelota y les pide jugar con ellos. Es un niño que quiere hacer cosas de su edad.
El hospital: el fiel reflejo del momento vivido, cuando el padre informa de lo bien que se está en...un hospital, porque come bien y de forma regular.
El suicidio: una vez que habla con el profesor y éste se asombra cuando le rebela el asesinato de su padre, lo amenaza con que no lo nombre y para más inri, cuando llega a casa encuentra a su hermano que no ha sido detenido, con lo cual a partir de ahora todo sería más fácil para mantener a la familia entre dos. Decisiones de adultos que un niño no puede asimilar y termina quitándose la vida.
El asesinato: cuando el profesor le habla de la ley de la vida, donde el fuerte se come al débil y le habla de la debilidad de su padre, inconscientemente lo estaba "invitando" a quitar del medio al patriarca de la familia. Toma una decisión de adulto al eliminar una boca para poder cuidar de los demás.
La niñez: a pesar de estar haciendo cosas de adultos, se ve su lado infantil cuando se encuentra con los otros niños que juegan a la pelota y les pide jugar con ellos. Es un niño que quiere hacer cosas de su edad.
El hospital: el fiel reflejo del momento vivido, cuando el padre informa de lo bien que se está en...un hospital, porque come bien y de forma regular.
El suicidio: una vez que habla con el profesor y éste se asombra cuando le rebela el asesinato de su padre, lo amenaza con que no lo nombre y para más inri, cuando llega a casa encuentra a su hermano que no ha sido detenido, con lo cual a partir de ahora todo sería más fácil para mantener a la familia entre dos. Decisiones de adultos que un niño no puede asimilar y termina quitándose la vida.
21 de septiembre de 2023
21 de septiembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este es un drama reflexivo y melancólico que trata sobre un joven chico alemán que se enfrenta a los problemas de la dura vida en el Berlín inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial. Así el país está arrasado, los edificios en ruinas y la gente desolada. Ofreciendo una visión inquietante de la Alemania de posguerra a través de los ojos de un desafortunado niño -Edmund Moeschke- con un final triste.
Es una película lírica y sombría llena de tristeza, desarraigo, decepción y fatalidad. Un largo plano de seguimiento inicial a través de las ruinas de Berlín bajo la ocupación en 1945 es a la vez documental y un viaje alucinante a través de una ciudad de la Edad de Piedra, la ilustración perfecta de que una película realista también puede forjar la mas estrambótica and depauperante fantasía. Aquí la arruinada ciudad de Berlín emerge contra la historia de un niño de trece años que trabaja en el mercado negro, vende recuerdos de Hitler a cambio de chicle y conversa bajo susurros a su antiguo maestro nazi. Un estudio convincente sobre la lucha por la supervivencia en la Alemania posterior a la Segunda Guerra Mundial, esta fue una película esencial que surgió de la Europa de la posguerra y se ha considerado un clásico del neorrealismo italiano al utilizar exteriores reales, auténticos roles para lograr un efecto realista adicional e incluso personas de la calle como extras. A lo largo del film ello evoluciona desde un documental a un trágico drama. Impresionante película, una de las obras definitivas del período neorrealista italiano, siendo la última película de la trilogía de películas bélicas de Roberto Rosselini, después de ¨Roma, ciudad abierta¨ y ¨Paisà¨, esta ¨Alemania Año Cero¨ tiene lugar en la Alemania de la posguerra, a diferencia de las demás, que tienen lugar en la Roma ocupada por los alemanes y en la Italia de la posguerra, respectivamente. Una película inquietante y pesimista sobre personajes desafortunados que deambulan por la ciudad buscando comida y dinero para su propia supervivencia en un Berlín previamente golpeado por las bombas aliadas que lo dejaron en completas ruinas, que aún en 1948 no se ha recuperado en absoluto del desastre de Berlín en la batalla de 1945.
Esta interesante y poderosa joya cinematográfica fue dirigida de manera convincente por Roberto Rosselini, quien comenzó a filmar la película después de la derrota nazi en Berlín. Roberto Rossellini trabajó con un buen guión escrito por notorios escritores, pero también utilizando un puñado de notas personales. Su formación cinematográfica fue exhaustiva y extensa y se convirtió en un experto en muchas facetas de la realización cinematográfica. Y su hermano Renzo Rossellini, también estuvo involucrado en la industria, componiendo sus películas. Roberto hizo su aprendizaje como asistente de cineastas italianos y luego tuvo la oportunidad de realizar su primera película, un documental, "Prélude à l'après-midi d'un faune", en 1937. Debido a sus estrechos vínculos con el segundo hijo de Benito Mussolini, el crítico y productor de cine Vittorio Mussolini, floreció en el cine fascista de Italia. Una vez depuesto el Duce, Rossellini Rossellini produjo su primera película clásica, la antifascista "Roma, ciudad abierta" en 1945, que ganó el Gran Premio en Cannes. Pronto siguieron otros dos clásicos neorrealistas, Paisà (1946) ("Paisan") y "Alemania en el año cero"(1948). Por "Roma, ciudad abierta", los guionistas Sergio Amidei y Federico Fellini fueron nominados al Oscar al mejor guión en 1947, mientras que el propio Rossellini, junto con Amidei, Fellini y otros dos fueron nominados al Oscar al mejor guión en 1950 por "Paisan ". Calificación: 7,5/10. Notable, mucho mejor que el promedio ordinario. Visualización fundamental e indispensable para los aficionados a los clásicos italianos. Ello es una clase de película de terror con realista y desgarrador documental de lo cual es imposible bromear.
Es una película lírica y sombría llena de tristeza, desarraigo, decepción y fatalidad. Un largo plano de seguimiento inicial a través de las ruinas de Berlín bajo la ocupación en 1945 es a la vez documental y un viaje alucinante a través de una ciudad de la Edad de Piedra, la ilustración perfecta de que una película realista también puede forjar la mas estrambótica and depauperante fantasía. Aquí la arruinada ciudad de Berlín emerge contra la historia de un niño de trece años que trabaja en el mercado negro, vende recuerdos de Hitler a cambio de chicle y conversa bajo susurros a su antiguo maestro nazi. Un estudio convincente sobre la lucha por la supervivencia en la Alemania posterior a la Segunda Guerra Mundial, esta fue una película esencial que surgió de la Europa de la posguerra y se ha considerado un clásico del neorrealismo italiano al utilizar exteriores reales, auténticos roles para lograr un efecto realista adicional e incluso personas de la calle como extras. A lo largo del film ello evoluciona desde un documental a un trágico drama. Impresionante película, una de las obras definitivas del período neorrealista italiano, siendo la última película de la trilogía de películas bélicas de Roberto Rosselini, después de ¨Roma, ciudad abierta¨ y ¨Paisà¨, esta ¨Alemania Año Cero¨ tiene lugar en la Alemania de la posguerra, a diferencia de las demás, que tienen lugar en la Roma ocupada por los alemanes y en la Italia de la posguerra, respectivamente. Una película inquietante y pesimista sobre personajes desafortunados que deambulan por la ciudad buscando comida y dinero para su propia supervivencia en un Berlín previamente golpeado por las bombas aliadas que lo dejaron en completas ruinas, que aún en 1948 no se ha recuperado en absoluto del desastre de Berlín en la batalla de 1945.
Esta interesante y poderosa joya cinematográfica fue dirigida de manera convincente por Roberto Rosselini, quien comenzó a filmar la película después de la derrota nazi en Berlín. Roberto Rossellini trabajó con un buen guión escrito por notorios escritores, pero también utilizando un puñado de notas personales. Su formación cinematográfica fue exhaustiva y extensa y se convirtió en un experto en muchas facetas de la realización cinematográfica. Y su hermano Renzo Rossellini, también estuvo involucrado en la industria, componiendo sus películas. Roberto hizo su aprendizaje como asistente de cineastas italianos y luego tuvo la oportunidad de realizar su primera película, un documental, "Prélude à l'après-midi d'un faune", en 1937. Debido a sus estrechos vínculos con el segundo hijo de Benito Mussolini, el crítico y productor de cine Vittorio Mussolini, floreció en el cine fascista de Italia. Una vez depuesto el Duce, Rossellini Rossellini produjo su primera película clásica, la antifascista "Roma, ciudad abierta" en 1945, que ganó el Gran Premio en Cannes. Pronto siguieron otros dos clásicos neorrealistas, Paisà (1946) ("Paisan") y "Alemania en el año cero"(1948). Por "Roma, ciudad abierta", los guionistas Sergio Amidei y Federico Fellini fueron nominados al Oscar al mejor guión en 1947, mientras que el propio Rossellini, junto con Amidei, Fellini y otros dos fueron nominados al Oscar al mejor guión en 1950 por "Paisan ". Calificación: 7,5/10. Notable, mucho mejor que el promedio ordinario. Visualización fundamental e indispensable para los aficionados a los clásicos italianos. Ello es una clase de película de terror con realista y desgarrador documental de lo cual es imposible bromear.
11 de noviembre de 2023
11 de noviembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando ya presentían el fracaso de Alemania ante la caída de sus ejércitos y la muy próxima entrada de los Aliados a su territorio, entre los nazis comenzó a circular una frase, expresada primero por algún oficial de alto rango: “¡Disfruten de la guerra muchachos, porque la paz va a ser terrible!”.
Tras esta irónica y premonitoria frase, devino una dura realidad histórica: Alemania fue atacada por todos los frentes; Berlín fue dejada prácticamente en escombros… y los nazis (que no pudieron escapar) fueron dados de baja sin consideración o llevados a prisión. Seguidamente, el país fue repartido como un pastel: Una porción para los Estados Unidos, otra para la Unión Soviética, la tercera para Inglaterra, y la cuarta para Francia. Los nazis que se fugaron también se los ‘repartieron’ varios países del mundo: Argentina, Canadá, Australia, Brasil y otros.
Que la desgracia llegue después para quien ha causado una tragedia, es simple Ley de Reciprocidad que siempre se hace efectiva tarde que temprano. Pero la dimensión que ha alcanzado el materialismo en la mente humana y la carencia de valores espirituales ante el rotundo fracaso de las fraudulentas religiones, hacen que las Leyes Existenciales se desconozcan y el ser solo se asiente en el Yo y en los ilusorios poderes y placeres.
Los sobrevivientes de Alemania quedaron, en su mayoría, en una gran pobreza. Unas familias se veían obligadas a darles posada a otras que quedaron sin hogar, y es de éste ambiente bastante difícil que el director, Roberto Rossellini, ha sustraído la historia de los Köhler: el anciano padre y tres hijos que, con amargura y muchas carencias, ocupan un espacio en el hogar del señor Rademaker.
El guion, escrito por Rossellini en colaboración con Max Colpet, se centra principalmente en el menor de la familia, un niño de 12 años llamado Edmund, quien demuestra una entereza y un compromiso con su padre y sus hermanos, realmente ejemplar. Pero a veces, a la vida de las almas sensibles llega alguien en quien se cree, pero, en quien ¡jamás se debió creer!... y ya no se sabe que rumbo tomarán esos destinos.
Con, <<ALEMANIA AÑO CERO>>, Rossellini completa la que se conoce como su Trilogía de la Guerra junto a, “Roma Cittá Aperta” y “Paisa”. De nuevo, trabajó con actores naturales que fue encontrando en sus recorridos por Berlín… y hasta tuvo la suerte de encontrar en una residencia de ancianos a, Ernst Pittschau, antiguo actor del cine silente, a quien dio el rol del señor Köhler. El niño que representa a Edmund es, Edmund Moeschke, quien había hecho las veces de acróbata de circo y, Rossellini, lo eligió porque guardaba cierto parecido con Romano, un hijo suyo recientemente fallecido (a quien dedicó la película); incluso, al chico le tinturó el cabello para que se pareciese aún más. Por su parte, Ingetraud Hinze (Eva), había sido bailarina de ballet y su experiencia en los escenarios la calificaba para su papel.
El director, no elude una sugerente crítica al abuso infantil por parte de algunos pronazis sobrevivientes, y todo lo que ocurre con el profesor Henning y demás moradores hombres del edificio donde habita, apunta en esa dirección… y es precisamente de Henning, de quien emana la suerte de formación distorsionada que puede hacer mucho daño a las almas inocentes.
Se cierra con, <<ALEMANIA AÑO CERO>>, una trilogía que refleja, con eficacia, uno de los más deplorables períodos de la historia contemporánea.
Tras esta irónica y premonitoria frase, devino una dura realidad histórica: Alemania fue atacada por todos los frentes; Berlín fue dejada prácticamente en escombros… y los nazis (que no pudieron escapar) fueron dados de baja sin consideración o llevados a prisión. Seguidamente, el país fue repartido como un pastel: Una porción para los Estados Unidos, otra para la Unión Soviética, la tercera para Inglaterra, y la cuarta para Francia. Los nazis que se fugaron también se los ‘repartieron’ varios países del mundo: Argentina, Canadá, Australia, Brasil y otros.
Que la desgracia llegue después para quien ha causado una tragedia, es simple Ley de Reciprocidad que siempre se hace efectiva tarde que temprano. Pero la dimensión que ha alcanzado el materialismo en la mente humana y la carencia de valores espirituales ante el rotundo fracaso de las fraudulentas religiones, hacen que las Leyes Existenciales se desconozcan y el ser solo se asiente en el Yo y en los ilusorios poderes y placeres.
Los sobrevivientes de Alemania quedaron, en su mayoría, en una gran pobreza. Unas familias se veían obligadas a darles posada a otras que quedaron sin hogar, y es de éste ambiente bastante difícil que el director, Roberto Rossellini, ha sustraído la historia de los Köhler: el anciano padre y tres hijos que, con amargura y muchas carencias, ocupan un espacio en el hogar del señor Rademaker.
El guion, escrito por Rossellini en colaboración con Max Colpet, se centra principalmente en el menor de la familia, un niño de 12 años llamado Edmund, quien demuestra una entereza y un compromiso con su padre y sus hermanos, realmente ejemplar. Pero a veces, a la vida de las almas sensibles llega alguien en quien se cree, pero, en quien ¡jamás se debió creer!... y ya no se sabe que rumbo tomarán esos destinos.
Con, <<ALEMANIA AÑO CERO>>, Rossellini completa la que se conoce como su Trilogía de la Guerra junto a, “Roma Cittá Aperta” y “Paisa”. De nuevo, trabajó con actores naturales que fue encontrando en sus recorridos por Berlín… y hasta tuvo la suerte de encontrar en una residencia de ancianos a, Ernst Pittschau, antiguo actor del cine silente, a quien dio el rol del señor Köhler. El niño que representa a Edmund es, Edmund Moeschke, quien había hecho las veces de acróbata de circo y, Rossellini, lo eligió porque guardaba cierto parecido con Romano, un hijo suyo recientemente fallecido (a quien dedicó la película); incluso, al chico le tinturó el cabello para que se pareciese aún más. Por su parte, Ingetraud Hinze (Eva), había sido bailarina de ballet y su experiencia en los escenarios la calificaba para su papel.
El director, no elude una sugerente crítica al abuso infantil por parte de algunos pronazis sobrevivientes, y todo lo que ocurre con el profesor Henning y demás moradores hombres del edificio donde habita, apunta en esa dirección… y es precisamente de Henning, de quien emana la suerte de formación distorsionada que puede hacer mucho daño a las almas inocentes.
Se cierra con, <<ALEMANIA AÑO CERO>>, una trilogía que refleja, con eficacia, uno de los más deplorables períodos de la historia contemporánea.
4 de mayo de 2025
4 de mayo de 2025
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una mirada lo cambia todo. Un encuentro. Una sensación. Roberto Rossellini se encontraba en París escribiendo el primer borrador de lo que sería "Germania, Anno Zero" y su idea era la de una historia coral, narrada desde un punto de vista colectivo, al estilo de la previa "Paisà".
Al visitar Alemania a comienzos de 1.947 esa perspectiva se invirtió, tomó una forma mucho más personal, aunque sus declaraciones siempre fueron contradictorias y poco claras.
Edmund Moeschke, un niño de 11 años perteneciente a una familia de acróbatas circenses, era, según la esposa del director en aquel entonces, Marcella de Marchis, la viva imagen de su hijo Romano, recientemente fallecido tras una cirugía de apendicitis. Un antes y un después. El niño sería el protagonista de una historia mucho más personal donde, al contrario que "Roma, Ciudad Abierta" y "Paisà", se mostraría la terrible situación que vivían los alemanes directamente después de la 2.ª Guerra Mundial; casi sin guión y sin actores profesionales, típico del italiano, éste nos mete de cabeza en una Berlín derruida.
Lo que vemos es la rutina de los nativos, desesperados para comer en largas colas, trabajando como enterradores, a los niños, la mayoría huérfanos, jugando con escombros o vendiendo chatarra en la calle. Aunque parte del rodaje (las escenas interiores) tuviese lugar en estudios de Italia, rompiendo con el naturalismo de la corriente neorrealista que el propio cineasta había definido, y el punto de vista pueda dar pie a un tono más melodramático y artificioso, todo en la película se siente real, de forma cruda, poderosa; no hay nada de artificial en ella: las miradas, los gestos, las gentes, los actores no caminan sobre escenarios, sino sobre los restos de lo que otrora fue una gran ciudad.
El aviso inicial del narrador sobre las intenciones del director ayuda incluso más a romper la idea de ficción cinematográfica. Tampoco es esta la historia de un solo individuo, el niño Edmund, sino de su familia, los Köhler, compuesta de un padre enfermo del corazón, un hermano que se oculta por haber luchado en el bando nazi y una hermana que pasa las noches en cabarets para conseguir unos cigarros. Es en realidad un drama colectivo con el chico en su epicentro. También el de los vecinos de la familia, divididos entre los que les desprecian y los que les compadecen, y los amigos y conocidos, trabajadores en el mercado negro o gente honrada que se muere de hambre.
Rossellini dijo no inclinarse hacia ningún lado, ni victimiza a los alemanes ni les condena, sólo les observa sobreviviendo al día a día, la pobreza, la enfermedad, la discriminación entre ellos mismos. Pero varias posturas prevalecen. El claro odio a los nazis, en boca del padre de Edmund, que les culpa de perderlo todo, y la representación de algunos remanentes de aquella sociedad como el siniestro profesor que introduce al niño en actividades delictivas. Y mientras en Berlín unas gentes desollan un caballo para poder comer los aliados franceses y norteamericanos disfrutan de una buena vida, pasando el rato en pubs o haciéndose fotos.
Lo esencial es lo que plantea el discurso inicial, la pérdida de valores y moral de un niño por culpa de su propia inocencia, que "se contamina y se ve arrastrada de un crimen horrendo a otro no menos grave". El rostro de Moeschke, así como casi todos los rostros de la película, están contaminados. Ni un gesto de placer o felicidad. Las miradas de los protagonistas se pierden en el vacío y el abatimiento. Las pocas sonrisas que vemos son de malicia, picardía o falsedad, como la que debe adoptar Eva (soberbia Ingetraud Hinze) ante los acomodados aliados dentro de los locales que frecuenta.
Muy criticada por su visión pesimista el mundo de la película es sobre todo el que se proyecta desde el interior de Edmund, desolado, abandonado, que de mejor manera se evidencia en ese último tramo donde tanto él como la historia simplemente deambulan, carcomidos por la culpa y el pecado, lo que a su vez devora a esa sociedad de posguerra desde sus entrañas. De vuelta en Italia para arreglar sus problemas matrimoniales, Rossellini deja la dirección al asistente Carlo Lizzani, que se encarga de rematar con una nota melodramática este viaje circular (la primera secuencia, que abría con el niño cavando una tumba, era una inquietante premonición).
Un viaje sin redención para unos ni perdón para otros, de muerte última y lógica, un gesto que evidencia un espíritu, pero es difícil saber si queda algo de esperanza en el mundo imaginado por Rossellini...
A su hijo se lo llevó una enfermedad, igual que a Berlín. Moeschke queda inmortalizado como una de las figuras más sombrías y tristes del neorrealismo y Ernst Pittschau pronuncia uno de los más memorables monólogos de la Historia del cine.
Al visitar Alemania a comienzos de 1.947 esa perspectiva se invirtió, tomó una forma mucho más personal, aunque sus declaraciones siempre fueron contradictorias y poco claras.
Edmund Moeschke, un niño de 11 años perteneciente a una familia de acróbatas circenses, era, según la esposa del director en aquel entonces, Marcella de Marchis, la viva imagen de su hijo Romano, recientemente fallecido tras una cirugía de apendicitis. Un antes y un después. El niño sería el protagonista de una historia mucho más personal donde, al contrario que "Roma, Ciudad Abierta" y "Paisà", se mostraría la terrible situación que vivían los alemanes directamente después de la 2.ª Guerra Mundial; casi sin guión y sin actores profesionales, típico del italiano, éste nos mete de cabeza en una Berlín derruida.
Lo que vemos es la rutina de los nativos, desesperados para comer en largas colas, trabajando como enterradores, a los niños, la mayoría huérfanos, jugando con escombros o vendiendo chatarra en la calle. Aunque parte del rodaje (las escenas interiores) tuviese lugar en estudios de Italia, rompiendo con el naturalismo de la corriente neorrealista que el propio cineasta había definido, y el punto de vista pueda dar pie a un tono más melodramático y artificioso, todo en la película se siente real, de forma cruda, poderosa; no hay nada de artificial en ella: las miradas, los gestos, las gentes, los actores no caminan sobre escenarios, sino sobre los restos de lo que otrora fue una gran ciudad.
El aviso inicial del narrador sobre las intenciones del director ayuda incluso más a romper la idea de ficción cinematográfica. Tampoco es esta la historia de un solo individuo, el niño Edmund, sino de su familia, los Köhler, compuesta de un padre enfermo del corazón, un hermano que se oculta por haber luchado en el bando nazi y una hermana que pasa las noches en cabarets para conseguir unos cigarros. Es en realidad un drama colectivo con el chico en su epicentro. También el de los vecinos de la familia, divididos entre los que les desprecian y los que les compadecen, y los amigos y conocidos, trabajadores en el mercado negro o gente honrada que se muere de hambre.
Rossellini dijo no inclinarse hacia ningún lado, ni victimiza a los alemanes ni les condena, sólo les observa sobreviviendo al día a día, la pobreza, la enfermedad, la discriminación entre ellos mismos. Pero varias posturas prevalecen. El claro odio a los nazis, en boca del padre de Edmund, que les culpa de perderlo todo, y la representación de algunos remanentes de aquella sociedad como el siniestro profesor que introduce al niño en actividades delictivas. Y mientras en Berlín unas gentes desollan un caballo para poder comer los aliados franceses y norteamericanos disfrutan de una buena vida, pasando el rato en pubs o haciéndose fotos.
Lo esencial es lo que plantea el discurso inicial, la pérdida de valores y moral de un niño por culpa de su propia inocencia, que "se contamina y se ve arrastrada de un crimen horrendo a otro no menos grave". El rostro de Moeschke, así como casi todos los rostros de la película, están contaminados. Ni un gesto de placer o felicidad. Las miradas de los protagonistas se pierden en el vacío y el abatimiento. Las pocas sonrisas que vemos son de malicia, picardía o falsedad, como la que debe adoptar Eva (soberbia Ingetraud Hinze) ante los acomodados aliados dentro de los locales que frecuenta.
Muy criticada por su visión pesimista el mundo de la película es sobre todo el que se proyecta desde el interior de Edmund, desolado, abandonado, que de mejor manera se evidencia en ese último tramo donde tanto él como la historia simplemente deambulan, carcomidos por la culpa y el pecado, lo que a su vez devora a esa sociedad de posguerra desde sus entrañas. De vuelta en Italia para arreglar sus problemas matrimoniales, Rossellini deja la dirección al asistente Carlo Lizzani, que se encarga de rematar con una nota melodramática este viaje circular (la primera secuencia, que abría con el niño cavando una tumba, era una inquietante premonición).
Un viaje sin redención para unos ni perdón para otros, de muerte última y lógica, un gesto que evidencia un espíritu, pero es difícil saber si queda algo de esperanza en el mundo imaginado por Rossellini...
A su hijo se lo llevó una enfermedad, igual que a Berlín. Moeschke queda inmortalizado como una de las figuras más sombrías y tristes del neorrealismo y Ernst Pittschau pronuncia uno de los más memorables monólogos de la Historia del cine.
13 de agosto de 2010
13 de agosto de 2010
22 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todas mis almas gemelas actuales han votado esta película con puntuaciones entre el 7 y el 9. Tiene actualmente un 8’3 en Filmaffinity. Como es, al parecer, una obra maestra indiscutible, hace muchísimos años quizás me hubiera sentido coaccionado y la hubiera votado con un 5, para no dar mucho el cante dentro del mundo de los cinéfilos. Pero ahora me siento libre para votarla con un 2, con sinceridad, porque me pareció aburridísima, a pesar de su corta duración, y mala, sí, con algunas interpretaciones horripilantes. Desde luego, me parece más interesante acudir a algún documental sobre la Alemania de posguerra, donde podremos obtener además mayor rigor histórico.
Como curiosidad, por si los nazis no nos caen lo suficiente mal, Rossellini nos echa una mano y nos incluye en la película unos odiosos personajes nazis: un ex-general antipático y un ex-profesor con cierto aire pederasta.
Como aspecto positivo debo destacar el final de la película. Es verdaderamente impactante y no me lo esperaba.
Como curiosidad, por si los nazis no nos caen lo suficiente mal, Rossellini nos echa una mano y nos incluye en la película unos odiosos personajes nazis: un ex-general antipático y un ex-profesor con cierto aire pederasta.
Como aspecto positivo debo destacar el final de la película. Es verdaderamente impactante y no me lo esperaba.
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