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Truman

Drama. Comedia Julián y Tomás, dos amigos de la infancia que han llegado a la madurez, se reúnen después de muchos años y pasan juntos unos días inolvidables, sobre todo porque éste será su último encuentro, su despedida. (FILMAFFINITY)
Críticas 211
Críticas ordenadas por utilidad
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8
13 de enero de 2016
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
He de reconocer que fui a ver esta película con muchas dudas, por una parte el cine de Cesc Gay nunca me ha terminado de gustar, sus historias siempre me han parecido muy repetitivas y llenas de tópicos, con mucha pretenciosidad, pero por otro lado están Darín y Cámara, probablemente dos de los mejores actores en la actualidad, dos monstruos de la escena y obviamente ganó ésto último.
Me lleve una gratísima sorpresa, Cesc Gay no ejerce de Cesc Gay, no quiere imprimir su sello, se deja llevar por la historia y acierta de pleno, la historia es realmente magnífica, se mete dentro de ti, te llena, sufres y ríes a partes iguales, no te dejará indiferente y luego todos los actores están magníficos, pero merece especial mención el duelo que mantienen esos dos fenómenos, como si estuvieran en "Ok-Corral", están realmente espectaculares, esperó que nunca se vayan a Hollywood (egoistamente) porque allí se pudrirán en papeles de tercera fila aunque eso si, ganaran mucho dinero.
Por favor seguid regalándonos trabajos como éste.
8
8 de noviembre de 2015 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Absolutamente conmovedora. Si tienes perro, vas a llorar. Si has sufrido una pérdida, vas a llorar. Si te has despedido de alguien en un aeropuerto, vas a llorar. Si has conocido el cáncer de cerca (que a día de hoy, por desgracia, es muy probable), vas a llorar. Si quieres a alguien y sientes que te queda algo por decirle, joder que si vas a llorar… Así que si no estás en un grupo, estás en otro. Llévate los pañuelos porque vas a caer como todos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es la historia de Tomás (Javier Cámara), que viaja desde Canadá hasta Madrid para pasar cuatro días con su amigo Julián (Ricardo Darín), que se está muriendo de cáncer. Así que básicamente son 108 minutos de despedida. Y si a alguien no le resultan difíciles las despedidas, no sé si felicitarle o compadecerle.

Impresionante actuación de Javier Cámara. La de Ricardo Darín es intachable, claro. Pero me parece mucho más complicado el personaje de Tomás, porque es el que se queda. Tiene que saber mantenerse al margen. Tiene que apoyar a su amigo. Tiene que aguantar momentos muy incómodos: visita al hospital, visita a la funeraria…Y todo ello corriendo de su cuenta porque el pobre es el que paga (me parto).

Una de las cosas que más me gustaron es eso de saber tomarse las cosas con humor. No considero, ni por asomo, que ésta sea una comedia dramática. Es más parecida a la vida que a una comedia. Porque yo, personalmente, soy de las que dice que es mejor reírse que llorar. Y básicamente trata de eso.

Pero es que, por si no fuera una historia lo suficientemente profunda, nos ofrece algo más. Toca la emigración (incluso el racismo y homofobia) de un modo sutil pero efectivo. De hecho es una película bastante efectivista, decidida a emocionar y que lo logra (dato importante).
8
9 de noviembre de 2015 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con motivo de la fiesta del cine, pude volver a pisar una sala de cine sin sentirme atracado. La elección fue difícil ya que en Murcia aún ofrecían The Irrational Man (W. Allen, 2015) y The Martian (R. Scott, 2015). Sin embargo, decidimos ver esta película (Truman, C. Gay, 2015), había algo en ella fascinante, un halo que nos hizo decidirnos por ella y, cosas del destino, acertamos de lleno pues es una película que te ayuda a reflexionar ante una situación que tarde o temprano, por el inescrutable paso del tiempo, deberemos afrontar.

Dicha película nos pone en la piel de Julián (interpretado por un excelso Ricardo Darín) y de Tomás (personaje al que da vida un maduro J. Cámara), dos amigos de la infancia que, por avatares de la vida, se han separado y prácticamente viven en “puntas distintas del mundo”, uno en Madrid y otro en Cánada, “el polo norte” como dice jocosamente Julián. Pero esta distancia geográfica no será impedimento cuando a Julián se le detecte un cáncer terminal que creía haber vencido pero que a los pocos meses le volvió a atacar. Ante esta situación, el personaje que interpreta el maravilloso actor argentino decidirá vivir los últimos días de su vida sin los inconvenientes que le supone las quimioterapia, ¿para qué vivir enfermo? ¿para apurar unos días de vida? ¿merece la pena? Todas estas preguntas se nos pasa por la cabeza gracias a una sutileza y lirismo que brotará en todo momento en este film. De esta manera, Julián decide vivir sus últimos días con libertad y con ese sentido de la vida que siempre ha tenido. Pero aún más, aunque no se diga textualmente en la película, sutilmente (ay esa bendita sutileza que el cine moderno ha olvidado…) vemos como este personaje optará por ir cortando poco a poco los finos hilos que aún le unen a la vida.

El final de la película, aunque no se muestra (bendita sutileza), es claro. Julián ha conseguido poner en orden su vida terrenal para afrontar el último gran viaje del que todos seremos pasajeros alguna vez. En definitiva, es una película de admirar, de fuerte reflexión-enseñanza (al menos de esa que dejan huellas en aquellos que la ven con interés) y de unos grandes valores (pues aprovechando la amistad y la muerte, vemos valores como la paternidad, la pasión, el amor, la soledad, etc) que echamos en falta estos último años en un cine más preocupado en agradar a la masa que en transmitir unos valores y reflexiones del que siempre ha sido vehículo, no en vano, por ello recibe el apelativo del 7º arte.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Una crítica más extensa se puede leer en mi blog: http://zozocracia.blogspot.com.es/2015/11/truman-y-la-aceptacion-del-viaje-final.html
8
12 de noviembre de 2015 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es indudable que en nuestra sociedad hemos convertido a la muerte en uno de los temas tabús más importantes. Todo a nuestro alrededor gira en torno al nacimiento y a la vida, pero no sobre el final de ésta.
El director Cesc Gay se adentra en este territorio, desde el punto de vista del drama humano que vive un veterano actor de teatro, al que se le ha diagnosticado un cáncer de difícil cura.
Y aunque evidentemente la cinta toma como motor principal las consecuencias de este trágico final, el guión prefiere transitar en la relación existente entre dos amigos. Dos personas bastante diferentes entre sí, que aparentemente no se aportan grandes experiencias vitales, pero que son inseparables desde siempre.
Un canto al valor de la amistad, tan devaluado y menospreciado en nuestros días, dentro de una sociedad en la que muchos miran para otro lado, en el momento en que se enteran que alguien cercano está sufriendo esta terrible enfermedad.
Y es que el cáncer no solo está presente en forma de mal biológico, sino también en la mente colectiva de muchas personas. Precisamente de ahí radica el menosprecio del verdadero significado de la palabra “amigo”.
La película discurre de manera plácida, en un intento de cerrar cabos por parte de su protagonista: un inconmensurable Ricardo Darín, en el zenit de su carrera como actor.
Su compañero, Javier Cámara, aporta sosiego y reflexión, en un viaje de acompañamiento hacía un final no exento de drama, pero alejado de cualquier atisbo de lágrima fácil.
De entre todas sus conversaciones y experiencias, me quedo principalmente con el episodio que transcurre en Amsterdam. Una ciudad donde un hijo deberá despedirse de un padre que apenas ve, y donde se nos presenta una de las escenas más amargas del conjunto.
Una película imprescindible, humanista, que se convierte por derecho propio, en la mejor aportación de su autor a la cinematografía española.
8
6 de febrero de 2016 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anda que nos gusta poco Ricardo Darín, con perro y también quedándose sin él.

Esperando que esta noche Truman sea una de las películas premiadas. Porque no se puede transmitir tanto con tanta clase y porque no se puede tratar con más acierto un tema tan poco tratado como es A Quién Confiar Nuestros Hijos no humanos si tenemos una enfermedad terminal.
La declaración de principios es sólo una frase pero muy clara, no hay debate ni filosofías en las que perderse, tampoco se desarrolla luego el tema porque ya ha quedado desde el principio de la película bien clarito: "Yo tengo dos hijos, uno se llama Truman." A partir de ahí lo demás sobra.

El tratamiento de Cesc Gay para un tema tan explotado como el de las enfermedades terminales es una mezcla de un poco de elegancia dramática y muchas sonrisas para poder llevarla.

Una de las escenas más pijantes y mejor conseguidas: Javier Cámara en el viaje relámpago a Amsterdam, aguanta con estoicismo a un Ricardo Darín tan zen como punk que acaba mandándolo a hacerse una manueloida. Aun así la química entre ellos está más que adoptada :)


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