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Calvary

Drama El Padre James Lavelle (Brendan Gleeson) se esfuerza por conseguir un mundo mejor. Le preocupa ver la cantidad de litigios que enfrentan a sus feligreses y a la gente de su parroquia, y le entristece que sean tan rencorosos. Un día, mientras está confesando, recibe una amenaza de muerte de un feligrés anónimo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 94
Críticas ordenadas por utilidad
15 de marzo de 2015
78 de 86 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es un mazazo. Todas las piezas del rompecabezas encajan al final, una vez completado el disperso y frustrante recorrido de un buen hombre, que parece tosco, primario y sin nada destacable o virtuoso. Pero el vértigo que produce en el espectador es sobrecogedor e inenarrable. Sólo se alcanza a ver, comprender y admirar al personaje del cura protagonista cuando llegamos al final del trayecto y entonces todo cobra sentido y abre una dimensión casi áurea. Lo bondad no es una entelequia ni una abstracción, sino algo muy concreto y contundente que apenas se puede abarcar con palabras ni con una mera descripción de los acontecimientos, que se nos antojan desproporcionados o inauditos, pero que en su insólita e inapelable brusquedad nos deja sin habla y sin capacidad de respuesta.

La cinta trata una pléyade de temas: la muerte, el suicidio, los abusos infantiles, la orfandad, el desarraigo, la tristeza, la fe, la familia, el pecado, la venganza. Pero en realidad es una película sobre la virtud y sobre nuestra capacidad y necesidad de perdón, de perdonar y perdonarse y así poder abrazar la vida en su multiplicidad imprevisible. Se podría titular ‘Crónica de una muerte anunciada’, pero no reflejaría el caleidoscopio de sugerencias e interpretaciones que desvela y revela durante su metraje, sin resquicio para el desfallecimiento o las almas inocentes. El bucólico paraje irlandés encierra toda la vorágine, crueldad, revancha, ferocidad y truculencia del ser humano. Ninguna bajeza o incongruencia humana nos es hurtada ni edulcorada, pero al mismo tiempo deja un resquicio para la esperanza y la redención.

La absolución sólo tiene sentido si hay un absoluto que lo justifique. Si no todo carecería de sentido y dirección. Y el camino es el perdón. Que no es travesía grata ni asequible y no suele tener retorno. En un mundo interesado donde no se da pespunte sin hilo, desmadeja sobremanera comprobar que hay personas que no piden nada a cambio por hacer el bien. Nos parecen extraterrestres o iluminados, cuando se trata sólo de un acto de justicia y compasión. Pero nos resulta tan ajeno, tan lejano, tan inconcebible, tan desacostumbrado. Cargar con el dolor del mundo no está al alcance de cualquiera y nos produce incomodidad y desasosiego, porque refleja nuestra poquedad y realza nuestras limitaciones.

Película atípica y contracorriente. Habla de la generosidad e integridad de un hombre tranquilo, casi sin atributos. Y no nos deja indiferentes. Un prodigio inesperado.
antonalva
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4 de julio de 2014
54 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia de Calvary es sencilla: Un día el padre James Lavelle está en el confesionario como suele ser su costumbre, esperando a que uno de los feligreses se acerque y cuente sus culpas en busca de consejos y el perdón divino. En eso el padre escucha una confesión muy extraña, llena de odio y sarcasmo sobre un evento muy oscuro del pasado de dicho feligrés, al final de la "confesión", el mismo le asegura que va a matarlo y le da una semana al padre para que resuelva sus asuntos pendientes.

A pesar de semejante amenaza de muerte, el padre James se mentaliza y se prepara para lo peor a pesar de haber consultado el caso con otros colegas y sigue con su rutina normal de siempre que es el de reencausar a sus feligreses por el buen camino. Así inicia Calvary y de aquí en mas veremos a nuestro protagonista en su día a día de esta semana clave en su vida así como también sus charlas y visitas a los pobladores que acuden a la iglesia.

La película utiliza unos diálogos cargados de sarcasmo y humor negro aunque en esta ocasión ambos elementos están mas dosificados pero empleados con mucha inteligencia, la suficiente como para hacer resaltar algunas observaciones brutales y hasta crueles sobre lo que es la maldad y la hipocresía de la gente que irónicamente resultan ser los propios feligreses que vienen a la iglesia buscando la expiación de sus pecados.

Este énfasis sobre la hipocresía que hace la cinta deja muchas sensaciones al espectador, en especial la de querer mandar todo al demonio y de que tratar de salvar las almas de los demás es una misión prácticamente imposible y sumamente desalentadora, desgastante, frustrante y decepcionante. Pocos son los personajes que arrojan algo de luz en esta historia que está llena de oscuridad.

Brendan Gleeson esta estupendo y demuestra su talento camaleónico a la hora de interpretar diversos roles y el elenco también cumple muy bien. Es una película muy reflexiva y emotiva a pesar de su humor negro a la vez que es un gran análisis sobre la naturaleza oscura del ser humano. Una grata sorpresa del cine irlandés.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Hells
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16 de marzo de 2015
51 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
ADVERTENCIA: El texto que sigue no desvela el desenlace de la película pero contiene una descripción detallada de la escena inicial, así como una somera descripción de los personajes. Aunque no sea propiamente 'spoiler', sí puede afectar al factor sorpresa que hay en todo primer visionado, además de reducir el impacto de la primera escena que es, seguramente, lo más llamativo de la cinta.

===

"No desesperes, uno de los ladrones se salvó."
"No te confíes, uno de los ladrones fue condenado."

Con esta cita doble de San Agustín, sobre fondo negro, se abre la película.

Y luego, a bocajarro, un prólogo directo y efectista:

- La primera vez que probé el semen tenía siete años.

Lo dice, en “confesión” y fuera de campo, un feligrés a un sacerdote barbudo interpretado por el muy solvente Brendan Gleeson.

Silencio.

- ¿No dice nada?
- Es, desde luego, una primera línea impactante.

Y casi no sabemos si el cura se dirige al feligrés o si es el guionista y director quien habla con la audiencia. Se intuye ya, de entrada, uno de los principales defectos de la cinta: los diálogos (o sermones), agudos y brillantes, resultan forzadísimos en boca de unos ‘aldeanos’ irlandeses. Como si todos estuvieran redactados por un Tarantino cínico y burlón, en pie de guerra con la contemporánea falta de valores. La intención es noble, el resultado desigual. A John Michael McDonagh le pierde el mal humor (y, a ratos, la sensiblería).

El diálogo en el confesionario continúa. Un sacerdote me violó, repetidas veces, anal y oralmente, tal como consta en el informe judicial. Sangraba mucho. Ese mal sacerdote ya murió. Es posible que yo no quiera olvidar lo sucedido. No lo maté, y, aunque lo hubiera matado, nada sería diferente. Ahora quiero cometer un acto de maldad: asesinar a un sacerdote bueno e íntegro. En fin, a usted. Tiene una semana para arreglar sus asuntos. El domingo que viene volveré para matarlo.

Ese es, en esencia, el planteamiento. Con él comienza una novela estilo Agatha Christie en forma de calvario personal. El padre James conoce la voz de sus feligreses, no así el espectador. Es evidente que ha reconocido la identidad de su hipotético asesino. El director, hábilmente, no utilizó la voz de ninguno de los actores que aparecen en la cinta. Que nadie intente averiguar por esa vía cuál de los habitantes del pueblo es el que profiere la amenaza. Todos parecen sospechosos. Casi todos hablan al cura con un cinismo, acidez y malos modos, difícilmente digeribles. Mención especial merece Aidan Gillen (Meñique, en 'Juego de tronos'), que interpreta a un médico sarcástico, ateo y consumidor de cocaína, que debería optar al Razzie al peor actor de reparto. El pueblo es un vergel de frikis: un carnicero al que se diría que le agrada ser cornudo, un barman budista que guarda un bate de béisbol bajo el mostrador, una adúltera que acaba de ver las no-sé-cuántas sombras de Grey y a quien le pone provocar al sacerdote haciendo ostentación de sus adulterios pasados, presentes y futuros; un mecánico negro (y de alma oscura) que fornica con la adúltera y pierde al ajedrez con el marido; un ricachón tópico, nihilista y bobo, con cierto descontrol de esfínteres; un segundo cura más bobo aún que el ricachón; un joven que no liga ni pagando; un escritor anciano y a favor de la eutanasia (qué gran secundario es Michael Emmet Walsh), un prelado que departe y da consejos mientras cuida de las florecillas del jardín, un monaguillo pelirrojo, de apariencia gamberra y con alma de pintor… Incluso hay un caníbal presidiario.

Qué diferencia con los verdes prados de Innisfree. John Michael McDonagh ha querido trazar un catálogo de vicios y se pregunta qué sitio ha de ocupar en un lugar así la antigua religión. El padre James, solo ante el peligro, tiene una estampa a lo Leone –anacrónica sotana y barba al viento– pero hubiera merecido antagonistas de más fuste (como el extraordinario Frank que encarna Henry Fonda en 'Hasta que llegó su hora').

La moraleja de la cinta parece contenida en el diálogo siguiente:

- PADRE JAMES: Creo que se habla demasiado de los vicios y no lo suficiente de las virtudes.
- FIONA: ¿Cuál sería para ti la número uno?
- PADRE JAMES: La capacidad para perdonar está muy infravalorada.

Si Dietrich Brüggemann en 'Camino de la cruz' abordaba una santidad sui géneris en el seno de la sociedad alemana de nuestros días, utilizando como armazón estructural las estaciones del vía crucis de Jesús, McDonagh insiste en el calvario de un ministro del Señor. Pero, en mi opinión, ninguno de los dos acierta con el tono de una historia de tan altos vuelos. Si se me permite el chascarrillo facilón, la inspiración divina da la espalda a los dos cineastas. Sus películas, interesantes, no conmueven.

Quisiera volver, para acabar, a la doble cita del ladrón. Bruno Schulz, en su libro 'Sanatorio bajo la clepsidra', pone en boca del ladrón Schloma las siguientes frases:

“Ah, ¿piensas que yo habría robado y cometido miles de locuras, si el mundo no hubiera estado desgastado, decaído, si las cosas no hubieran perdido su brillo, el lejano resplandor de las manos divinas? ¿Qué se puede hacer en un mundo como éste? ¿Cómo no decepcionarse, no dudar, cuando todo está cerrado a cal y canto, emparedado su sentido, y sólo golpeas los ladrillos como si fueran los muros de una prisión?”

“¿Cómo te protegerás, con qué te ocultarás si tú mismo ya has sido vencido, traicionado por los más fieles aliados? Los seis días de la creación fueron claros y divinos. Pero, el séptimo, Él notó algo extraño en sus manos y, atemorizado, las separó del mundo sabiendo que su pasión creativa había sido prevista para muchas más noches y días. ¡Ah, J…, desconfía del séptimo día…!”

La respuesta, para el padre James, es el perdón. Pero yo le hubiera agradecido al director un poco más de cine y sutileza.



[Texto publicado en cinemaadhoc.info]
Servadac
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3 de mayo de 2014
26 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Calvary es la segunda película de McDonagh, y la segunda del mismo que veo, tras la más que notable The Guard. He de reconocer que lo que me llevo a ver esta película fue el buen recuerdo que tenía de aquella, pues ni la temática ni el argumento me llamaban mucho.

Pero no me ha decepcionado ni mucho menos. Hay muchos puntos en común entre The Guard y Calvary. La recreación de la Irlanda rural y esos personajes límites, esos diáologos ácidos, ese humor negro, la descripción de personajes... Muchos puntos en común que le dan cierto aire de familia y que sin duda llevan el sello del autor.

No obstante el tono de ambas películas es distinto. Si en The Guard optaba por la comedia con tonte surrealistas mucho humor negro y situaciones algo más trilladas aunque barnizadas con ese tinte de costumbrismo irlandés, en Calvary opta por un tono más íntimo, más melancólico, más intimista, aunque sin renunciar a algunos golpes de humor.

El resultado es una película interesante, unos diálogos sobresaliente, y una narración muy particular de la que empiezo a hacerme seguidor, es uan película de ritmo sosegado y tranquilo pero incesante, las cosas discurren con cierta tranquidad, con cierto tempo, con cierta cadencia que te lleva a asimilarlas con sencillez pero sin caer en la lentitud.

Un propuesta interesante y diferente sustentada sobre la virtud del perdón.

Interesante.
dyonysos
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21 de marzo de 2015
24 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Toda mi vida ha sido una pose", dice el escritor viejo.
Y la película, más o menos lo mismo; una buena idea general estropeada, machacada por cientos de ideas pequeñas metidas a presión, como acumulación, sin control, de forma exagerada y desmedida.
Se trata de lavar los pecados de la Iglesia; especialmente esa mancha inmensa, la pederastia. Para ello se ofrendará en sacrificio este Cristo tan humano, este cura tan bueno que borda el gran Gleeson.
Y de paso se quiere hacer un repaso sumarial, y somero, de la situación irlandesa actual; con sus banqueros/políticos/especuladores corruptos, valga el pleonasmo, sus bares, su gente y su violencia todavía presente.
El modo es una especie de novela negra, como de Agatha Christie, en la que hay que adivinar cuál es el sospechoso más verdadero de entre tantos posibles candidatos.
Un pueblo pequeño y un infierno grande. Con muchos personajes variopintos, extremos y ofuscados.
Hay saturación de reflexiones de saldo y frases morrocotudas; una solemnidad delirante y constante. Y hay millones de conversaciones, sin parar, a bocajarro, todo el rato, a cada cual más sentenciosa y "literaria" que la anterior si eso fuera posible, como una condena.
Tanta pretensión y pedantería, tanta impostura y enormidad, acaban pesando como una losa sobre el inocente espectador; terminas aplastado y hastiado; solo el final te saca del pistonudo letargo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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