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La jaula de oro

Comedia Stew Smith (Robert Williams) es un singular periodista que se caracteriza por su notable lucidez y sarcasmo. Absolutamente abstraído en su trabajo, es enviado por su jefe a la mansión de los Schuyler para ratificar cierta historia relacionada con Michael (Don Dillaway), el hijo de la familia, que ha tenido que pagar para desembarazarse de una desaprensiva amante, aunque ésta pretende chantajearlo con unas cartas de amor... (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
16 de diciembre de 2007
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Largometraje nº 19 de Frank Capra. El guión, de Dorothy Powell y Robert Ruskin (diálogos), se basa en la adaptación para la pantalla, escrita por Jo Swerling, de un argumento de Harry E. Chandlee y Douglas W. Churchill. Se rueda en estudio con un presupuesto modesto. Producido por Harry Cohn para Calumbia, se estrena el 31-X-1931 (EEUU).

La acción tiene lugar en NYC en 1930/31. El brillante y perspicaz periodista Stew Smith (Robert Williams) investiga el chantaje de Michael Schuyler (Don Dillaway), a cargo de una corista que había sido su novia. Al inicio de la investigación conoce a Ann (Jean Harlow), hermana de Michael.

El film es una comedia romántica, que constituye uno de los más tempranos ejemplos de la "screwball comedy". Presenta una cuidada radiografía del mundillo periodístico de NY en los primeros años de la Gran Depresión. Añade una sátira mordaz de la alta sociedad neoyorquina, fatua, indolente y dada a la ostentación, al lujo y al despilfarro. No es una obra típica de Capra, pero es una de sus mejores comedias de los primeros años 30 (1930/33). Es, además, una comedia clásica sorprendentemente contemporánea por la vigencia de sus propuestas. Inspirada libremente en el mito de Pigmalión, lo modifica en parte, cuando el protagonista no se siente a gusto en el mundo de los ricos. Defiende con convicción los valores del teatro: el periodista trabaja en la elaboración de una obra teatral con la ayuda de Gallagher (Loretta Young). El realizador ofrece un excelente trabajo de puesta en escena y dirección de actores, como es característico en él. Ofrece una divertida y precisa construcción de los caracteres principales y secundarios (la madre, el mayordomo, el director del periódico, etc.). El guión luce brillantes elipsis, sobrentendidos y escenas fuera de campo (boda, recuperación de las cartas comprometedoras). El humor se basa en la sátira y parodia, en el comportamiento alocado de los personajes y en las dificultades de adaptación al modo de vida de los ricos. Son escenas destacadas la investigación de los ecos de la gran mansión y la ruidosa y caótica fiesta de los amigos, animada por el alcohol, la música fuerte y la destrucción vandálica de enseres. El film está pensado, en gran medida, como medio para el lucimiento de Jean Harlow, en su feliz debú en cine. El trabajo de cámara permite un dominio del espacio escénico poco común en aquel momento. Buenas interpretaciones, en especial de Robert Williams, de 32 años, en su primer y único papel protagonista. Poco después del rodaje muere a causa de una apendicitis.

La música, de Irving Bibo, David Broskman y Bernhard Kaun, presenta composiciones clasicistas de cuerda y de metal, que subrayan y realzan la atmósfera satírica, punzante y festiva del film. La fotografía, de Joseph Walker, ofrece una grata e innovadora mavilidad de la cámara, con abundantes barridos, desplazamientos y aproximaciones substitutivas del "zoom", que no aparece en cine hasta 1932.
Miquel
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25 de agosto de 2010
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Veo "La jaula de oro" ("Platinum blonde", 1931) y lo primero que hago nada más terminar es buscar en la red quién es ese tal Robert Williams, protagonista de la película y al que no había visto en mi vida, que se adueña de la pantalla en una impresionante actuación, dejando como simples comparsas a dos Superstars de la época, Loretta Young (¡guapísima!) y Jean Harlow. Mi gozo en un pozo: leo que Robert Williams murió de peritonitis 4 días después del estreno. Las críticas lo acogieron resaltando que había nacido una estrella, pero fue su primer y último papel protagonista en Hollywood, después de una exitosa carrera en Broadway en los años 20. Una pena, era realmente bueno...

Por lo demás, divertida y ácida comedia, con los temas tantas veces tratados (el mundo de los periodistas de la época, las diferencias sociales, etc), que dan para situaciones graciosas, sorprendentes, paródicas, satíricas, siempre con una sonrisa en la boca. Flojea en la parte que corresponde a Loretta Young, que resulta muy poco creible como periodista (es Gallagher, "uno" más entre toda la redacción de hombres, nadie ve su apabullante feminidad: ¡ja!). Gran Capra, con ritmo que no decae y atención a los detalles. La escena entre Williams y Harlow canturreando mientras hablan/discuten, impagable, deliciosa, al igual que la de Williams y el mayordomo gritando por la mansión para escuchar el eco.
hispavox
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19 de enero de 2011
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película de mi apreciado Frank Capra, podría competir entre las más predecibles de la historia del cine, por una razón concreta e indefectible: una mujer puede ser la Cenicienta y alcanzar con éxito a un príncipe, pues si ella representa bien su rol de ser amorosa, complaciente, prudente, tolerante y con alguna dosis de carácter, tendrá a su pareja siempre dispuesta a ofrecerle todo lo material que esté a su alcance. Pero, un Ceniciento, por más que le mantengan, siempre estará esperando que su Princesa actúe como Cenicienta… y en este caso, eso no va a suceder porque, en la clase burguesa y aristocrática, la regla de oro es contundente: “El que tiene el oro impone las reglas”. Y, así las cosas, por bella y sensual que sea la damita que entra en este juego de cuento de hadas, querrá imponer sus condiciones y el Ceniciento obedece o la crisis pronto entrará a sus anchas por la puerta principal.

Es por esto que, Capra, nos hace ver desde el principio que, el periodista de The Tribune, Stew Smith, es un perfecto –aunque disimulado- idiota. El primer asomo de esta común personalidad, lo tiene cuando ve a Gallagher (Loretta Young) -una mujer que se la soñaría cualquier hombre-, dizque como uno de los chicos de la Redacción… y Gallagher se babea por él y le aguanta cuanta torpeza se le ocurre confiando en que algún día entrará en razón.

Después viene lo predecible: mientras investiga sobre un chantaje ocurrido a uno de los miembros de la aristocrática familia Schuyler, Mr. Smith –para ellos- conoce a Anne, una rubia platino (platinum blonde, por aquello del blanco y negro. En colores, sería gold blonde) que intenta suavizarlo tanto… que termina casándose con él.

Fácil es para ustedes imaginar el resto. Pero, en ese resto, habrá algunos momentos divertidos por cuenta del mismo Smith y de un periodista tipo llamado Bingy. Gallagher pondrá la cuota de dulzura y esperanza. Y los Schuyler añadirán el tinte amargo y desencajado que también, a veces, nos hace reír.

Empero, es el primer filme que veo de Capra que se permite varios puntos muertos, sobre todo desde el inicio del matrimonio con la Princesa Anne ¿sería precisamente por las connotaciones de esta palabreja? Lo cierto, es que el ritmo decae y los notables esfuerzos de los buenos comediantes que rondan en escena, no logran que el filme levante vuelo hasta después de algunos minutos. Con todo, el filme entretiene y se disfruta, aunque no a plenitud.

Lamentable la muerte de Robert Williams (03-11-1931), cuatro días después del estreno del filme, a causa de una peritonitis. Hacía aquí su primer protagónico, y es claro que tenía talento para rato de no haber sido truncada su existencia. La tragedia de la Harlow vendría algunos años después, pero esa historia ya todos la conocen.
Luis Guillermo Cardona
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25 de agosto de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues sí, será difícil no ver esta película en castellano, ya que la única edición que jamás tuvo el film en nuestro país, lo ha sido sin subtitulos en nuestro idioma, aunque sí en portugués.... por tanto, o la ven en inglés a secas o doblada. Ustedes verán ...
Sobre el film no voy a decir nada que no indiquen ya las tres críticas existentes del film. Se trata de un film divertido y ocurrente, propio de su época y a la vez anticipado a ella en cuanto hoy no nos resulta sobrepasado o anticuado. Loretta Young está bellísima, y Jean Harlow no. De hecho, al ver el film uno ve que Jean Harlow no era guapa. En absoluto. Del triste futuro que no fue de Robert Williams mejor no hablar, por no repetir lo que ya se ha dicho.
Y aquí viene la advertencia: el director de doblaje de esta película decidió que no bastaba con traducir los diálogos, sino que había que añadirle música. Esa música que sólo podía ser ochentera y que me gustaría identificar, por curiosa. Así las cosas, durante varias secuencias (sobre todo aquella en que el ceniciento, ya redimido, echa de su casa al abogado de la prepotente familia rica de un puñetazo) escuchamos una música extraña, que no nos pega nada con el film y menos con la época en que se rodó el film.
En fin, lamentable.
Fendetestas
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4 de marzo de 2016
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta comedia romántica tiene el aliciente de tocar un tema que siempre está ahí, el de una boda por amor -en principio-, pero que conlleva un gran beneficio, el beneficio de vivir de las rentas gracias al dinero de los suegros.

Y el planteamiento es el típico para estos casos: Los millonarios son personas muy estrictas, medio bobos o bobo enteros, unos panolis que se adivina son presumidos y sin pizca de gracia; a diferencia de la pareja que serán personas llenas de desparpajo y personalidad.

Es extraño pues que un hombre, el suegro, haya logrado amasar una gran fortuna siendo como se acostumbra a pintarlos: persona de pocas luces, intransigente y cerrado al diálogo, es tan extraño que se ve que es una tontería. La suegra pues es tonta del culo, pija y maniática como corresponde pintarla llena de tópicos. Eso sí, tienen una mansión como un campo de fútbol, con ayudas de cámara y mayordomos lo más estereotipados posible y están siempre protegidos por la presencia del buitre del administrador o del abogado.

Ante este planteamiento y siguiendo con los tópicos, el honrado y recto periodista que se casa con la niña rica querrá salir adelante por sus propios medios y actuando fiel a sus principios de trabajar para ganarse la vida. Pues vale… Cada uno tiene su opinión, yo me reservo la mía pero a mí me enseñaron a no ser envidioso, luego me da igual lo que uno pueda tener, y además que si renunciar a ciertos privilegios incluyendo el casarte con alguien como Jean Harlow, que pudo tener su punto en aquella época, más los privilegios que te puedes encontrar por el camino, como los millones que ella aporta, si renunciar a eso diera puntos -para lo que fuera- o te lo reconocieran de algún modo, pues uno se lo pensaría, pero como hacer eso es un poco de idealista y soñador, pues cada uno piense según sus ideas.

Por lo demás, y teniendo en cuenta el desfase entre el humor aquel y el de hoy, lo que queda en esta jaula de oro se apoya en la figura de los mayordomos (momento esto y aquello), del abogado (momento del puñetazo) y sobre todo en la buena actuación del periodista que se casa con la niña rica, muy natural y convincente. En definitiva, para conocer la obra de Capra tiene su valor.
floïd blue
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