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Kundun

Drama En 1937 un niño tibetano es elegido por un grupo de monjes para representar a su pueblo y convertirse en el decimocuarto Dalai Lama, la más alta figura del budismo en el Tibet. El sistema es expeditivo: el niño, de dos años, es arrebatado a su familia y llevado al palacio de Potala para ser educado y preparado para asumir el liderazgo político y espiritual. (FILMAFFINITY)
Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
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9
22 de enero de 2007
47 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre he leido la historia del Tibet y el gran legado cultural que mantenían vivos sus pobladores.
Conociendo la historia de antemano, igualmente me emocioné muchísimo con esta película. Por momentos pareciera que estamos viendo una película dirigida en China. Así, creo yo que Martin Scorsese logra recrear una película al nivel que se merece, sin exageraciones ni sobreactuaciones, al mejor estilo del cine oriental.
Como toda película que hable sobre oriente, no falta en ningún momento referencias y diálogos filosóficos, metáforas y expresiones típicas.
La película rebosa constatemente de referencias culturales de Tibet, así como su filosofía de no-violencia.

Es verdad que existe una gran crítica a la era de Mao Tse Tung y al comunismo, pero nada se escapa de la más cruenta realidad que sufrió Tibet.

Tal vez faltan actuaciones más enriquecidas o más referencias históricas, pero la ambientación y el transcurso de los hechos son lo justo y suficiente para cautivarnos en una cultura por completo diferente.

Muy emotiva, bastante educativa y muy recomendable para quienes estén interesados en conocer un poco de las más injustos (y poco trascendentes) actos de la historia.
Da lugar a reflexionar mucho con la más llana realidad.
Fly
6
19 de noviembre de 2008
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película que cuenta la vida del décimo cuarto Dalai Lama resulta interesante, no sólo por el conocimiento que aporta sino por los geniales vestuarios, excelente fotografía y por carecer de elementos de Hollywood que adornen sin aportar nada más. Resulta encantador ver una película interpretada por auténticos Tibetanos. El modo en que se refleja y el como se eligió a este Dalai Lama es muy fiel a lo que fue en la vida real, creo que Scorsese supo sentir el mensaje de este extraordinario ser.
8
3 de agosto de 2013
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es probable que sea considerada por algunos como una obra menor del gran Scorsese, pero a mi me parece una de sus joyas. Quizás influye el factor de que me encanta la temática de la película, pero lo cierto es que Marty hace el mejor retrato histórico sobre el pasado del actual Dalai Lama, "gran océano de sabiduría".

Logra plasmar en primer lugar a la perfección toda la cultura tibetana, así como la formación del 14º Dalai Lama. Luego se centra en los tristes acontecimientos que sucedieron tras la II Guerra Mundial, con la invasión del Tibet por parte de la China de Mao, que llevaron al líder espiritual tibetano a exiliarse, exilio del que no ha vuelto. La película es desde luego muy reivindicativa, y con razón.

Hay que destacar sobretodo 4 aspectos de la película: un muy logrado vestuario, una fotografía espectacular y memorable, un montaje de escenarios muy acorde, y sobretodo, una de las mejores bandas sonoras que he escuchado últimamente.

La única posible "pega" que puedo entender que consideren algunos es el de las actuaciones. No obstante, hay que tener en cuenta que algunos eran auténticos tibetanos que se ofrecieron para la película y que no eran actores, y es gracias a ello que Scorsese logra crear una película sin exageraciones ni sobreactuaciones ni clichés de Hollywood, sino que crea una película del nivel que se merece.
Además, el mismo Dalai Lama acudió al rodaje para supervisarlo y aconsejar para el montaje, y contar pequeñas anécdotas para reforzar el guion.

Una película muy emotiva, didáctica e interesante, muy recomendada para los que aprecien el budismo y a su gran líder espiritual, así como para aquellos interesados en conocer otro de los acontecimientos injustos de nuestra historia moderna.
5
19 de julio de 2008
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Teniendo en cuenta que el film trata de la historia del Dalai Lama, Martín Scorsese sería uno de los últimos directores que citaríamos como responsable de esta película. Y sin embargo, el film está dirigido por Scorsese. El film se inicia en 1937, cuatro años después del fallecimiento del decimotercero Dalai Lama.

Un niño de dos años y medio insiste en que sus padres le expliquen qué pasó la noche que nació. Poco después, el infante es interrogado por unos monjes en busca de la reencarnación del Dalai Lama. Este será el inicio del proceso sagrado de divinidad que tendrá como resultado la proclamación del niño como el nuevo Dalai Lama. Su nuevo hogar será Lhasa, la capital del Tíbet. Aquí será adoctrinado por sus asesores para convertirse en el líder de su gente. Martin Scorsese centra todo el film en la vida que lleva el joven lama como líder espiritual de todo un pueblo, mostrando con amplio detalle la vida en el monasterio, así como algunos aspectos particulares de la religión tibetana, aunque la segunda parte del film se centra en la invasión China (que todavía dura).

Es en esta segunda parte donde se desvela la verdadera motivación del film. Pretendiendo ser una denuncia sobre la opresión que sufre el pueblo tibetano en general, y su Dalai Lama en particular, exiliado político. Es quizás esta segunda parte la que acaba lastrando el resultado general del film, ya que lo que en un principio parecía una mirada contemplativa y descriptiva de la religión budista (bastante de moda en Hollywood por cierto), acaba siendo una denuncia sobre la actuación de los comunistas chinos sobre el pueblo tibetano. Lejos de los escenarios habituales de Scorsese y sin actores conocidos, el director realiza un film bastante irregular, que alterna momentos ciertamente aburridos con momentos brillantes, aunque el resultado final es un film poco menos que pasable.
6
17 de diciembre de 2017
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
288/08(10/12/17) Sensorialmente atractiva aunque narrativamente dispersa y superficial propuesta dirigida por Martin Scorsese que realiza un biopic sobre la vida del décimo cuarto Dalai Lama (“Kundun se le denomina, en tibetano “La Presencia”), nacido como Tenzin Gyatso, político exiliado y dirigente espiritual del Tíbet, ello sobre el guión de la militante budista Melissa Mathison (“E.T.”), que a su vez se inspira en las escrituras y entrevistas con el mencionado referente budista, ella fue la impulsora del film, siendo la que eligió a Scorsese como realizador, con el beneplácito del Dalai, estando en una década en que la fiebre budista surcó Hollywood, prueba de ello es además de esta cinta, la de Bertolucci “El pequeño Buda” (1993), y la coetánea con la que abordo, “Siete años en el Tíbet” de Jean Jacques Annaud, abordando periodo similar al de esta, con el mismo Lama, pero en esta de secundario. Obra singular en la filmografía del director italoamericano, católico militante, proclive a argumentos de thrillers con nervio y violencia, con diálogos fulgurantes, con actores de prestigio, y un ritmo vibrante, aquí todo cambia a la serenidad, a lo contemplativo y espiritual zen, meditativa y serena, diálogos escasos, sin actores reconocidos, amateurs tibetanos la mayoría (Tenzin Thuthob Tsarong, sobrino nieto del Dalai Lama, interpreta al Dalai Lama adulto, mientras Tencho Gyalpo, sobrina del Dalai Lama, aparece como madre del Dalai Lama). Esto no tendría que ser malo, pero tampoco queda en certeramente desarrollado, y es que Martin estructura su relato desprovisto de alma, su vena crítica y de mirada ambigua frente al cristianismo (explotada en “La última tentación de Cristo”) queda aquí anestesiada, su acidez queda anulada, evoluciona la historia en base a set-pieces, viñetas a modo de postal preciosas de la vida en el país de las alturas, con adornado por una música epidérmica, cosido esto en base a la narrativa voz en off del protagonista, una sucesión de slogans de libro de auto-ayuda que ni siquiera rascan, quedan plúmbeos, de turista que se acerca un rato a esta religión, y es que nada aprenderás sobre esta fe. Una fallida película que se sobrelleva por la belleza de las imágenes, pero que a nivel emocional te deja insatisfecho, y es que Scorsese hace un trabajo demasiado sumiso, no hay matices, no se da dimensión humana del protagonista, los secundarios son acartonados sin vida, la familia el chico desaparece al principio, no hay personajes de apoyo que den vigor al protagonista), no hay actuaciones con las que mínimamente empatices (son meras personas reproduciendo lo que han leído sin emitir expresividad), no tiene aristas, como tampoco el conflicto Tibet-China es expuesto con mínima claridad, muy confusa esta crucial subtrama tratada de forma plana.

La cronología lineal con eventos abarcan desde 1937, cuatro años después del fallecimiento del decimotercero Dalai Lama, hasta 1959; el entorno es el Tíbet, a excepción de breves secuencias en China e India. Comienza con la búsqueda de la decimocuarta emanación de la encarnación del Dalai Lama. Después de una visión del regente del Tíbet Reting Rinpoche (Sonam Phuntsok), varios lamas disfrazados de sirvientes descubren a un candidato prometedor: un niño, Tenzin Gyatso, de dos años y medio nacido de una familia de agricultores en la provincia de Amdo, cerca de la frontera con China. Martin Scorsese centra todo el film en la vida que lleva el joven lama como líder espiritual de todo un pueblo, mostrando con amplio detalle la vida en el monasterio, así como algunos aspectos particulares de la religión tibetana, aunque la segunda parte del film se centra en la invasión China (que todavía dura). El Lama es interpretado a los dos años por Tenzin Yeshi Paichang, a los cinco por Tulku Jamyang Kunga Tenzin, a los 12 Gyurme Tethong, y finalmente como un adulto Tenzin Thuthob Tsarong.

El relato se puede partir en dos: Durante la primera se da el descubrimiento del nuevo líder budista, como es educado espiritualmente en el palacio tibetano de Lhasa, como crece allí, sus travesuras (comidas copiosas, distraimiento con los ratones mientras se debe orar,…); La segunda parte se centra en la crisis entre China y el Tibet que dio con la anexión militar del país himalayo por parte de la nación comunista comandada por Mao Tsetung (Robert Lin sobreactuado), de cómo el Dalai afronta este cataclismo, su ingenuidad ante las relaciones internacionales, sobre la disposición de Tibet (del que desconocía tuviera ejército). Aquí es donde Scorsese aporta algo de sustancia, ofreciendo una brutal crítica al país asiático, a su afán expansionista, a su salvajismo ante una nación débil, y con ello el mensaje se proyecta a nuestro tiempo, convirtiéndose en una denuncia contra la opresión al pueblo tibetano.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En su devenir “Kundun”, se llega a convertir en un hermoso collage de estampas de enorme valor estético-auditivo, gracias a una miscelánea fabulosa entre el diseño de producción y (el colorido y radiante) vestuario del tres veces oscarizado, Dante Ferretti (“Gangs of New York” o “Sweeney Todd”), recreando con autenticidad el Tibet en Marruecos (Timlougite [pueblo donde nace el Dalai Lama]; La cordillera Atlas; Aït Benhaddou; La Kasbah de Toubkal [Dungkhar Monastery]; Casablanca [el cuartel de Mao Tsetung]; y en los Atlas Corporation Studios-Ouarzazate), además de en Idaho-USA, en el monasterio Karma Triyana Dharmachakra en Woodstock-Nueva York y en la British Columbia-Canadá, todo esto atomizado por la esplendorosa fotografía de Roger Deakins (“Skyfall” o “Sicario”), por momentos hipnotizante (ejemplo cuando el Dalia Lama es cubierto por tela roja y en subjetivo vemos a través de las fibras), valiéndose unos juegos cromáticos sibaritas en su fuerza cautivadora, con angulaciones dramáticas, con panorámicas hermosas, con primeros planos absorbentes, componiendo postales de una belleza que cala, con algunos slows que saben enfatizar tramos importantes alegóricamente (ejemplo metáfora visual extendida de elaborada obra de arte de arena coloreada se elimina gradual a medida los chinos aumentan presión y Kundun debe huir), o ese magnífico plano cenital en que vemos al Dalai Lama en una ensoñación, primero en plano cerrado que se va abriendo poco apoco mientras vamos viendo a su alrededor decenas y decenas de cadáveres de monjes tibetanos masacrados. Todo esto montado de forma prodigiosa, alternando escenarios y viñetas con sentido simbólico la habitual (también tri-oscarizada) Thelma Schoonmaker. Todo esto envuelto en la meliflua música Philip Glass (“El show de Truman” o “Las horas”), de resonancias étnicas sensacionales engarzadas con las imágenes, cubriendo los huecos que el guión no sabe rellenar, siendo crucial para sobrellevar sus muchos altibajos, ello con formas vocales e instrumentales tibetanas tradicionales, de evocación turbadora que deriva en algo cuasi-etéreo en su devenir epidérmico.

En conjunto queda una obra visualmente excitante, pero tras ella todo denota artificiosidad de docu-drama, sin transmitir intensidad alguna, no hay en su metraje sensación de algo que vaya a trascender, aunque en su favor está su beldad expositiva que hace que se vea sin apenas tedio Fuerza y honor!!!
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