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1945

Drama Un sofocante día de agosto de 1945, recién acabada la guerra en Europa, los habitantes de un pueblo se preparan para la boda del hijo de un funcionario del ayuntamiento. Mientras, dos judíos ortodoxos llegan a la estación de tren portando dos misteriosas cajas. El funcionario teme que los hombres sean hijos de los judíos que fueron deportados, que vienen a reclamar las propiedades que ahora tienen ellos de manera ilegal, perdidas por ... [+]
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
11 de marzo de 2018
31 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Calificación 7/5

La película 1945 está realizada de una manera tan sutil que cada detalle aparece cuidadosamente pensado. El escenario principal está construido en base a la relación existente entre los personajes, divididos en dos bandos, los que tienen sentimiento de culpa y los que tienen el instinto casi inhumano de supervivencia. Los que se acercan a los principios universales de la ley y la moral cristiana o los que actúan con sus propios códigos de conducta basados en la codicia. Sin embargo, de una forma u otra, todos los habitantes del pueblo están implicados y tienen parte de culpa.

El antisemitismo como si de un veneno se tratara recorrió Europa durante muchos siglos antes de Hitler. El dictador alemán no lo inventó, pero si aprendió de él y lo utilizó de forma eficaz y terrible para crear un régimen aterrador y sangriento. Y, quizás lo más trágico de esto, fue la poca resistencia que encontró en Europa central y oriental. Por un lado, el miedo y el temor al que es diferente, sin importar su utilización de forma irracional, está profundamente arraigado en muchas sociedades. Por otro lado la guerra, como tal, es una oportunidad perfecta para despertar los más bajos instintos de las personas, la especulación y los intereses oportunistas.

La presencia de dos judíos con dos grandes baúles, de forma paradójica despierta el miedo en aquellos que un día se beneficiaron de su persecución. Lo que Ferenc Török intenta reflejar es la propia sensación de ansiedad creada por lo desconocido. Las víctimas que son retratadas como peligrosos invasores por aquellos en el poder es un asunto que se repite una y otra vez.

Mientras que para algunos países, la fecha de 1945 fue el año de la liberación nazi y el final del fascismo, para otros estados de Europa del Este simplemente pasaron, de estar dominados por una potencia invasora y totalitaria, a estarlo por otra. Por lo tanto, la imprevista visita al pueblo de los dos judíos, esta cargada de un fuerte y sutil simbolismo. Lo que debería haber sido motivo de fiesta y celebración con la boda se convierte en una tragedia, en la que nadie está libre de culpa, toda la sociedad está implicada de una manera u otra, desde el cura hasta el alcalde, desde los maestros a los campesinos; de hecho, no es casualidad, que los únicos personajes con dignidad y honestidad abandonen el pueblo.

1945 está basada en el relato corto “Hazatérés” (Regreso a Casa, 2004) de Gábor T. Szántó que también colabora con el guion. Examina un lado del Holocausto que rara vez se aborda en la ficción: el regreso de los supervivientes judíos a las regiones donde fueron exterminados en masa por los nazis. Explora en la reacción de la sociedad húngara ante su llegada, después de que en el mejor de los casos, se quedara parada y viera la matanza de sus amigos y familiares o, en el peor, ayudara activamente a los alemanes. También plantea otro interesante dilema, ¿Como se puede reclamar propiedades antiguas cuando las autoridades las confiscaron y redistribuyeron a nuevos propietarios que vivieron allí durante años?.

Ferenc Török dirige su cámara casi exclusivamente a los aldeanos, interesado en reflejar cómo se les desmorona su complacencia cuando se enfrentan a sus pecados del pasado, y en evocar el ambiente asfixiante y castigador del caos existencial que ahoga a la aldea. De esta forma, Török parece evocar al célebre director húngaro Béla Tarr, en particular su obra maestra de siete horas y media, “Sátántangó” (1994), que también sigue el desmoronamiento de un pequeño pueblo cuando uno de ellos, presuntamente muerto, regresa repentinamente.

Rodada en un impresionante blanco y negro, 1945 es una película hipnótica, silenciosa y conmovedora. La fotografía de Elemer Ragalyi por sí sola es una auténtica maravilla y un disfrute de los sentidos, debido al uso exquisito de la iluminación, y a sus poéticas e impactantes imágenes, como la espléndida toma final, de gran simbolismo, y preñada de múltiples significados que cada espectador interpretará de manera diferente. Una fantástica narración visual desarrollada en la película 1945, cimentada en una fotografía austera y de alto contraste de luz.

Ferenc Török emplea constantes primeros planos íntimos y despiadados de la cara ancha y sudorosa de Isztvan (Péter Rudolf) como del resto de personajes del pueblo, mostrando casi al detalle la textura de la superficie de sus pieles, en contraposición con los planos más generales de los dos “invasores” judíos. Las cargas emocionales de los personajes se alinean de manera intangible en sus expresiones. Mediante la incorporación de escenas magníficamente enmarcadas y proyectadas en austero monocromo, la película 1945 avanza al mismo ritmo lento y constante con el que los hombres judíos continúan su marcha inexorable hacia la aldea.

En definitiva, una espléndida película, en la que todos y cada uno de los personajes transmiten veracidad y autenticidad, y en donde se generan muchísimas emociones incluso sin palabras. Esto es debido, en gran parte, al fabuloso guion escrito de forma sensible e inteligente. Excelente fotografía en blanco y negro, rico diseño de producción y excelentes interpretaciones en conjunto.

https://cinemagavia.es/pelicula-1945-critica-ferenc-torok/
Eduargil
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23 de febrero de 2020
23 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un pueblo sin nombre de Hungría. Un tren llega al apeadero. Hace calor, es agosto. Dos Hombres descienden del tren, traen con ellos dos baúles de madera que cargan sobre un carruaje. Inician el trayecto hacia el pueblo, está a unos kilómetros, pero ese recorrido (el espectador lo intuye) será largo. La noticia de su llegada se expande rápidamente por el vecindario creando inquietud entre todos ellos. Rumores, dudas y temores, ¿Quiénes son? ¿Quién los envía? ¿Qué portaran en sus baúles?. Serán acaso familiares y herederos legítimos de los judíos locales huidos, deportados y asesinados, vendrán ahora ha exigir la devolución de todas las propiedades que ilegal e injustamente les arrebataron. Así inicia Ferenc Török su magnífica película "1945", y a símil de un western, los pasos firmes de los dos hombres sobre el camino, son como agujas de un reloj dando el tiempo interno de la historia.

Ferenc Török, partiendo de un relato corto de Gabor T. Sántó, y filmada en un blanco y negro impecable nos hace entrega de una historia coral sobre el egoísmo, la mala conciencia, la culpa y el remordimiento en una pequeña población de la Hungría profunda. No será necesario que los hombres recién llegados inicien ninguna acción especial, el caldo de cultivo de esa mala conciencia pondrá en marcha la autodestrucción de toda la comunidad, ya que con las dudas y temores salen a relucir todas aquellas cuestiones que por intereses permanecían ocultas y silenciadas, y ahora salen de forma acusatoria. En la cinta existen otros pequeños relatos colaterales que quedan resueltos de forma desigual. Todos los actores cumplen a la perfección, quizás por su mayor participación podemos destacar a Péter Rudolf en el papel de cacique local. Bien és cierto que el tema principal Tórók lo resuelve de forma magistral.

Toda ésta historia es una dura fotografía sobre la colaboración de los húngaros con la Solución Final, tal como nos demuestra en la cinta Ferenk Török, así como que el antisemitismo estaba profundamente instalado en la mayoría de poblaciones de toda Hungría, y por extensión en toda Centroeuropa. De siempre el enriquecimiento de unos, viene por la destrucción de los otros.
Vfoul
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19 de marzo de 2018
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es imposible cerrar un círculo partido. Lo mismo ocurre con la convivencia en cualquier comunidad cuando se intoxica, descompone y troncha la convivencia pacífica entre sus convecinos, da igual por qué motivo o causa, porque una vez que se quiebra la confianza, la seguridad y el afecto fraterno, cualquier atrocidad parece posible… y ninguna resulta tranquilizadora, porque hace aflorar lo peor del ser humano: el revanchismo, la envidia, la codicia, el olvido…, es decir, el caos se adueña de todo como la mala hierba que se apodera de un jardín que antaño fuera frondoso y fértil y ahora se queda árido y estéril, pasto de las alimañas más espeluznantes.

La estructura de esta cinta húngara asemeja una fallida circunferencia: al inicio, unos enigmáticos personajes vestidos de negro – cuya estética parece remitir de forma evidente a los judíos que antaño vivían en el pueblo – descienden de un tren; al finalizar, esos mismos personajes vuelven a tomar un tren que les alejará para siempre de aquel paisaje inhóspito y remoto. Pero el recorrido que han realizado no ha cerrado las heridas ni ha servido para reparar la pérdida padecida, sino que ha revelado todo aquello que todo el mundo sabe pero nadie se atreve a mencionar en voz alta. Se susurra, se maldice, se conspira y se maniobra para evitar que nada cambie y las sepulturas se mantengan selladas, pero en verdad la mala conciencia, los remordimientos y la codicia siembran la discordia y generan una envenenada pestilencia que enturbia la ficticia paz de los cementerios.

Basta con el silencio impenetrable de los forasteros para descomponer, atemorizar y torturar a los lugareños. No se requiere de palabras, ni de sermones, ni de reproches, ni de demandas para hacer aflorar el pasado y la culpa y, así, someter a los responsables a la humillación pública. Quizás nada cambie, pero es seguro que nada seguirá igual. El espejo ya no nos devolverá nunca la imagen de quien deseábamos ser o de quien soñábamos con llegar a ser… ahora solo nos mostrará, desnuda e inmisericorde, la imagen de nuestro delito, de nuestra omisión de auxilio, de nuestros errores y faltas. Ya no podremos habitar un lugar al que ultrajamos y envilecimos al convertirnos en delatores, al emponzoñar la convivencia con el dedo acusador de la delación y la avaricia.

La película promete más de lo que ofrece. Se hace larga y resulta demasiado obvia en sus intenciones. Sin embargo, está llena de hallazgos y contiene una dirección muy cuidada y una bellísima fotografía en blanco y negro que resalta la angustia y enfatiza el desconsuelo. Imperfecta pero muy interesante.
antonalva
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23 de agosto de 2018
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
1945

Desconocía a Ferenc Török, un director húngaro del que, para mi mala fortuna, no tenía noticia hasta ahora. Pero su última película es sencillamente prodigiosa y no voy a poder olvidarla en un largo tiempo. Rodada en un blanco y negro luminoso, níveo y pulcro, le bastan 90 angustiosos minutos para relatar una pesadilla que transcurre en tres horas justas: exactamente desde las 12 del mediodía, con la llegada del tren a la estación de un diminuto pueblo de Hungría, hasta las 3 la tarde con la salida del mismo convoy.
Es 12 de agosto de 1945 y el día, asfixiante. Hungría ha sido ya ocupada por los rusos y la guerra está a tres días de su final con la rendición de Japón. Lo que sucede a continuación en esta pequeña localidad resulta espeluznante. El horror, el miedo, la cobardía, la mentira, el egoísmo, el remordimiento de la culpa, el odio, la avaricia y todo un catálogo de miserias humanas, escondidas hasta ese momento bajo la dura corteza del cinismo, aparecen de pronto como atizadas por el fuego abrasador de un pasado que nunca fue extinguido.
Las fronteras de la maldad humana, a pesar de los siglos trancurridos, aún no han sido delimitados. Török la conoce y nos estremece hasta el escalofrío. La insoportable verdad de su relato, su incontestable evidencia, la pavorosa depravación a la que podemos llegar son desgarradoras y nos laceran como un hierro candente.
“1945” es una gran realización, dura, sombría, sí, pero también aleccionadora y hasta imprescindible. Hay certezas que duelen pero mirarlas de frente es mejor que ignorarlas, porque más pronto que tarde deberemos enfrentarlas. Y tal vez sea esta la manera más eficaz de cauterizar la herida.
Török no goza de la notoriedad de Haneke y von Trier o de la que en su día alumbró a Bergman, pero estoy convencido de que cualquiera de los tres hubiera firmado sin dudarlo esta deslumbrante película.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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23 de noviembre de 2017
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un par de años después de Son of Saul, llega ahora desde Hungría otro trabajo sobrio y estilizado de temática algo similar, pero esta vez con la historia de culpabilidad y vergüenza de un pueblo alejado de todo, pero que vive anclado en un pasado militar y bélico de más, digamosle, esplendor.
Estoy hablando de la Hungría aliada de las fuerzas alemanas, donde convivían a su vez judíos, gente de ideología más o menos comunista y el pueblo tan diverso de los magyar (hungaros).
Aquí observamos la desfachatez de unos cuantos vecinos de un pequeño pueblo próximo a Budapest, que no sólo hicieron su particular acusación y caza de brujas de la gente judía con la que llegaron a convivir y crear lazos amistosos, sino que, se lucraron con la "detención" de ellos.
Al tiempo verán como el pasado siempre vuelve de una manera u otra y como la culpa de unos y el perdón, tomarán el papel antagónico en ese momento crucial de sus vidas.
La película filmada en un blanco y negro precioso y con un muy buen gusto por el detalle histórico, fielmente ambientado, es un retrato bien conciso de una época y unos hechos que marcarían el porvenir de muchos de los pueblos europeos, en los más que turbulentos años que asolaron el continente. Bien narrada y con un elenco muy variopinto y veraz grupo de actores vuelve a poner en los focos y gozar de buena salud el cine de Europa Central, solo flaquea un poco en la forma de resolver el meollo central de la trama, en un desenlace un poco autoindulgente, tibio y conformista, lo que no quita merito al elegante trabajo realizado durante toda la obra.
Muy recomendable esta pequeña joya del realizador húngaro Ferenc Török.
ASIER
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