Sólo los ángeles tienen alas
1939 

7,7
5.319
26 de noviembre de 2007
26 de noviembre de 2007
78 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comprobar cómo de una trama completamente sencilla, sin ningún alarde argumental, se pueda sacar un petróleo infinito es una delicia. Ignoro dónde está el secreto. Parece ser que grandes como Hawks, Ford, Hitchcock, Wilder y otros se lo llevaron a la tumba, o como mucho se lo dejaron a algún que otro privilegiado. Por que, aunque sé que es un topicazo, este cine hoy en día no nos lo encontramos.
Todo gira en torno a una cuadrilla de currantes en Sudamérica encargada del transporte de mercancías por avión. Y con esto sale auténtico arte. Es una especia de microcosmos en el que se observa una de las grandes cosas de la vida que es la amistad. Pocas veces ha estado mejor plasmada que aquí.
Porque son auténticos profesionales. Porque jamás toman vacaciones. Porque en los pocos respiros que tienen ríen, beben, cantan y conviven. Porque saben que el amor para ellos es peligroso, no menos la amistad. Porque todos curan cicatrices, por dentro y por fuera. Porque son capaces de tragarse esa tan incómoda como inevitable carga llamada orgullo y pedir perdón. Porque si uno muere hay que aguantar las lágrimas y olvidar. Porque tienen que sobrevivir.
Este mundo que nos muestra Hawks es estático, sin apenas trama, sin suspense, pero pocas películas están tan vivas. Al parecer, este maestro consigue que viendo cine nos olvidemos de que estamos viendo cine, asimismo, él parece desaparecer, no hay director. Se procura hacer pasar un buen rato, rato que no excluye un asfixiante nudo en la garganta y unas cuantas lágrimas, y, de postre, que vuelva una y otra vez a la memoria. Para mí, desde luego, esto es el cine, y pocos han sabido hacerlo mejor.
Todo gira en torno a una cuadrilla de currantes en Sudamérica encargada del transporte de mercancías por avión. Y con esto sale auténtico arte. Es una especia de microcosmos en el que se observa una de las grandes cosas de la vida que es la amistad. Pocas veces ha estado mejor plasmada que aquí.
Porque son auténticos profesionales. Porque jamás toman vacaciones. Porque en los pocos respiros que tienen ríen, beben, cantan y conviven. Porque saben que el amor para ellos es peligroso, no menos la amistad. Porque todos curan cicatrices, por dentro y por fuera. Porque son capaces de tragarse esa tan incómoda como inevitable carga llamada orgullo y pedir perdón. Porque si uno muere hay que aguantar las lágrimas y olvidar. Porque tienen que sobrevivir.
Este mundo que nos muestra Hawks es estático, sin apenas trama, sin suspense, pero pocas películas están tan vivas. Al parecer, este maestro consigue que viendo cine nos olvidemos de que estamos viendo cine, asimismo, él parece desaparecer, no hay director. Se procura hacer pasar un buen rato, rato que no excluye un asfixiante nudo en la garganta y unas cuantas lágrimas, y, de postre, que vuelva una y otra vez a la memoria. Para mí, desde luego, esto es el cine, y pocos han sabido hacerlo mejor.
16 de marzo de 2007
16 de marzo de 2007
56 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las cimas incontestables de la filmografía de uno de los grandes del Hollywood dorado: Howard Hawks. Obra maestra absoluta, “Solo los ángeles tienen alas” es una de las mejores películas de acción y aventuras jamás filmada, fruto del talento de un director capaz de darnos obras maestras en todos los géneros que abordó.
Las vivencias de un grupo de pilotos, que transportan el correo en viejos aviones a través de altas cimas nevadas azotadas por el viento, sirve de perfecto pretexto a Hawks para sumergirnos en ese “su” particular universo, de autentico y profundo espíritu aventurero, que conoce como nadie, -de joven se dedico a toda suerte de oficios peligrosos-, donde se convive con el riesgo y donde la muerte, a la que pretenden o fingen ignorar, planea sobre sus vidas como una permanente amenaza y que Hawks plasma en fotogramas de oro puro, enfatizando la amistad y la camaradería de un mundo, donde solo existe el pasado y el fugaz momento presente.
Film sensible y profundamente bello, de emociones contenidas; personajes de una sola pieza que se niegan a si mismos la condición de seres humanos con capacidad para amar y sentir, como una suerte de defensa frente a un futuro que no existe, “Solo los ángeles tienen alas” es un film presidido por un fatalista pesimismo que solo al final abrirá la puerta a la esperanza a través de un complejo proceso de redención personal.
Filmada íntegramente en estudio, su impecable puesta en escena, el extraordinario guión, rico en registros que van desde el dramatismo más intenso hasta el humor más desenfadado, -bañado de un aparente cinismo y de un romanticismo no asumido pero real-, la magistral dirección de Hawks y un reparto irrepetible, -soberbiamente dirigido-, encabezado por un Cary Grant sencillamente perfecto, una encantadora Jean Arthur, un colosal Thomas Mitchell y el lujo de la presencia de una bellísima Rita Haywoth, hacen de “Solo los ángeles tienen alas” una autentica joya del cine, tierna, entrañable y donde en cada fotograma se dibuja de forma nítida la complicidad y la devoción que siente Hawks hacia unos personajes, que son su “alter ego”, a los que ama.
Trufada de secuencias inolvidables, no se puede dejar, sin embargo, de destacar lo que a mi juicio son algunos de los momentos más emotivos jamás vistos en una pantalla de cine y que dan la medida precisa del inmenso talento y sensibilidad de Hawks: La sobria y sin embargo sobrecogedora despedida entre Cary Grant y Thomas Mitchell; el sublime plano de Cary Grant llorando, con la mirada perdida en el vacío y ese maravilloso final, -uno de los más bellos de la historia del cine-, donde la palabra GUION, -hoy desgraciadamente extinta-, cobra de repente toda su grandeza y esplendor. Obra maestra intemporal para amantes del CINE con mayúsculas.
Francesc Chico Jaimejuan
Barcelona 17 de marzo de 2007
Las vivencias de un grupo de pilotos, que transportan el correo en viejos aviones a través de altas cimas nevadas azotadas por el viento, sirve de perfecto pretexto a Hawks para sumergirnos en ese “su” particular universo, de autentico y profundo espíritu aventurero, que conoce como nadie, -de joven se dedico a toda suerte de oficios peligrosos-, donde se convive con el riesgo y donde la muerte, a la que pretenden o fingen ignorar, planea sobre sus vidas como una permanente amenaza y que Hawks plasma en fotogramas de oro puro, enfatizando la amistad y la camaradería de un mundo, donde solo existe el pasado y el fugaz momento presente.
Film sensible y profundamente bello, de emociones contenidas; personajes de una sola pieza que se niegan a si mismos la condición de seres humanos con capacidad para amar y sentir, como una suerte de defensa frente a un futuro que no existe, “Solo los ángeles tienen alas” es un film presidido por un fatalista pesimismo que solo al final abrirá la puerta a la esperanza a través de un complejo proceso de redención personal.
Filmada íntegramente en estudio, su impecable puesta en escena, el extraordinario guión, rico en registros que van desde el dramatismo más intenso hasta el humor más desenfadado, -bañado de un aparente cinismo y de un romanticismo no asumido pero real-, la magistral dirección de Hawks y un reparto irrepetible, -soberbiamente dirigido-, encabezado por un Cary Grant sencillamente perfecto, una encantadora Jean Arthur, un colosal Thomas Mitchell y el lujo de la presencia de una bellísima Rita Haywoth, hacen de “Solo los ángeles tienen alas” una autentica joya del cine, tierna, entrañable y donde en cada fotograma se dibuja de forma nítida la complicidad y la devoción que siente Hawks hacia unos personajes, que son su “alter ego”, a los que ama.
Trufada de secuencias inolvidables, no se puede dejar, sin embargo, de destacar lo que a mi juicio son algunos de los momentos más emotivos jamás vistos en una pantalla de cine y que dan la medida precisa del inmenso talento y sensibilidad de Hawks: La sobria y sin embargo sobrecogedora despedida entre Cary Grant y Thomas Mitchell; el sublime plano de Cary Grant llorando, con la mirada perdida en el vacío y ese maravilloso final, -uno de los más bellos de la historia del cine-, donde la palabra GUION, -hoy desgraciadamente extinta-, cobra de repente toda su grandeza y esplendor. Obra maestra intemporal para amantes del CINE con mayúsculas.
Francesc Chico Jaimejuan
Barcelona 17 de marzo de 2007
30 de marzo de 2010
30 de marzo de 2010
25 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
El magistral guión lo firma Jules Furthman sobre una historia del propio Hawks . Solo los ángeles tienen alas, está basada en historias reales que Hawks vivió en primera persona. No sólo él fue piloto en la primera guerra mundial, su hermano murió pilotando un avión en similares circunstancias a las que el film relata. Sobre el por qué Hawks impuso un título tan curioso se ha escrito mucho pero se sabe poco o nada.
A la pelicula solo le pongo un pero: Jean Arthur venía descolocada tras ser eliminada del casting de Scarlett O’Hara, y con su background de popularidad como chica Capra angelical. Que nadie me malinterprete. Capra me fascina, pero su tono no es el de Hawks. Y esa mujer Capra tenía que haber hecho un esfuerzo mayor para ser la mujer Hawks. Pasar de su esfera femenina de confort en la que Capra se movía con placer, a la esfera masculina de Hawks, en la que este aún no había encontrado a la Lauren Bacall de sus obras maestras del cine negro, a la Angie Dickinson de “Rio Bravo”, o a la Elsa Martinelli de “Hatari!”.
Solo en una escena, ambos consiguen lo que el guión precisa. Cuando tras haber asumido lo rápido que deben ser los duelos en “Barranca”, Jean Arthur se sienta al piano y demuestra que hay algo más en ella que una adorable cara en una enamoradiza corista dispuesta a subir a la habitación del misógino piloto tras la última copa. Porque Artrur no va a subir a su habitación retadora, se dispone a hacerlo entregada… Y por eso chirría que Grant se arrepienta, se moje la cabeza y decida volar.
Arthur perdió la oportunidad de haber forjado un registro inédito en este papel, pero o no se quiso enterar de lo que Hawks quería, o este no se lo supo explicar, o se cansó de pedirlo… El papel exige a gritos una interpretación más sexi, más cortante, más chulesca, en la que debía ocultar más sus inseguridades ante Grant y solo mostrarlas ante Mitchell, como el perfecto guión tenía previsto. Dicen que se enteró años después, cuando vio a Bacall, con dieciocho añitos, dando réplica a Bogart en “Tener y no Tener”. ¡Qué fácil hubiera sido! Si esa chiquita lo bordaba, ella podría haberlo grabado a fuego… Pero en “El Sueño Eterno”, Hawks repitió con Bacall, y Arthur no volvió a tener una oportunidad al lado del maestro. La gran Jean Arthur de tantas otras películas, en “Solo los ángeles tienen alas”, no puede ser una corista que viaja sola por Sudamérica… da, como mucho, para ser la profesora de piano que nunca llega a conocer al dueño de la plantación que la ha contratado para dar clases a sus aburridos hijos.
Y aún con este lastre de casting o de dirección de actores, la película es, sin lugar a dudas, sobresaliente. Porque como definía el propio Hawks “las buenas películas deben tener tres o cuatro escenas buenas y ninguna mala…”
“Sólo los ángeles tienen alas” tiene diez o doce escenas de matrícula de honor. De ver en reclinatorio. No las enumero. Descúbrelas. Para mí ha sido una gozada volverla a ver, una vez más.
A la pelicula solo le pongo un pero: Jean Arthur venía descolocada tras ser eliminada del casting de Scarlett O’Hara, y con su background de popularidad como chica Capra angelical. Que nadie me malinterprete. Capra me fascina, pero su tono no es el de Hawks. Y esa mujer Capra tenía que haber hecho un esfuerzo mayor para ser la mujer Hawks. Pasar de su esfera femenina de confort en la que Capra se movía con placer, a la esfera masculina de Hawks, en la que este aún no había encontrado a la Lauren Bacall de sus obras maestras del cine negro, a la Angie Dickinson de “Rio Bravo”, o a la Elsa Martinelli de “Hatari!”.
Solo en una escena, ambos consiguen lo que el guión precisa. Cuando tras haber asumido lo rápido que deben ser los duelos en “Barranca”, Jean Arthur se sienta al piano y demuestra que hay algo más en ella que una adorable cara en una enamoradiza corista dispuesta a subir a la habitación del misógino piloto tras la última copa. Porque Artrur no va a subir a su habitación retadora, se dispone a hacerlo entregada… Y por eso chirría que Grant se arrepienta, se moje la cabeza y decida volar.
Arthur perdió la oportunidad de haber forjado un registro inédito en este papel, pero o no se quiso enterar de lo que Hawks quería, o este no se lo supo explicar, o se cansó de pedirlo… El papel exige a gritos una interpretación más sexi, más cortante, más chulesca, en la que debía ocultar más sus inseguridades ante Grant y solo mostrarlas ante Mitchell, como el perfecto guión tenía previsto. Dicen que se enteró años después, cuando vio a Bacall, con dieciocho añitos, dando réplica a Bogart en “Tener y no Tener”. ¡Qué fácil hubiera sido! Si esa chiquita lo bordaba, ella podría haberlo grabado a fuego… Pero en “El Sueño Eterno”, Hawks repitió con Bacall, y Arthur no volvió a tener una oportunidad al lado del maestro. La gran Jean Arthur de tantas otras películas, en “Solo los ángeles tienen alas”, no puede ser una corista que viaja sola por Sudamérica… da, como mucho, para ser la profesora de piano que nunca llega a conocer al dueño de la plantación que la ha contratado para dar clases a sus aburridos hijos.
Y aún con este lastre de casting o de dirección de actores, la película es, sin lugar a dudas, sobresaliente. Porque como definía el propio Hawks “las buenas películas deben tener tres o cuatro escenas buenas y ninguna mala…”
“Sólo los ángeles tienen alas” tiene diez o doce escenas de matrícula de honor. De ver en reclinatorio. No las enumero. Descúbrelas. Para mí ha sido una gozada volverla a ver, una vez más.
9 de febrero de 2010
9 de febrero de 2010
79 de 146 usuarios han encontrado esta crítica útil
Insufrible.
Jean Arthur, un botijillo al que no silbaría ni un albañil por la calle, se supone que entra rompiendo braguetas en un garito de pilotos que no están en huelga. A uno de ellos, que no ha parado de decir frases graciosas desde que ha empezado la película, le envían donde le corresponde: a la muerte. Desde tierra le animan a que vuelva, pero él en su avioneta es feliz y no hace más que decir: "cuando aterrice le voy a dar a la rubi lo que se merece" Su novia, como es mexicana y no es rubia, chitón. El tío la palma, gracias a Dios, y la mexicana le llora. Muy edificante. Hawks era todo un señor.
Total que todos los personajes niñatos de frases estúpidas tienen que seguir palante como si no hubiera pasado nada, pero la rubi insiste en dar la brasa. Una señora que no ha conocido al tontolaba ese más que media hora por Skype entra en una profunda depresión, que sólo Cary Grant, con su sombrero de payaso y su cogote de jíbaro, podrá curar con un beso en la barbilla.
A todo esto, las mujeres aquí son lo de menos, lo que importa es la amistad, la camaradería, que junto a la heroicidad, constituye la pareja de cualidades que distinguen a un piloto. Viva Ryan Air. Entonces todos se animan, y se hunden, y se vuelven a animar, y tienen diálogos infantiles continuamente para pasar el rato, y todo se va haciendo cada vez más infantil hasta que aparece Rita Hayworth, otra muesca en el revólver del jíbaro, y las chicas se ponen celosas, y Cary es el rey, reparte la pana, y no se le nota el culo gordo, y Hawks me cae fenomenal, me gustan muchísimo todas sus películas.
Jean Arthur, un botijillo al que no silbaría ni un albañil por la calle, se supone que entra rompiendo braguetas en un garito de pilotos que no están en huelga. A uno de ellos, que no ha parado de decir frases graciosas desde que ha empezado la película, le envían donde le corresponde: a la muerte. Desde tierra le animan a que vuelva, pero él en su avioneta es feliz y no hace más que decir: "cuando aterrice le voy a dar a la rubi lo que se merece" Su novia, como es mexicana y no es rubia, chitón. El tío la palma, gracias a Dios, y la mexicana le llora. Muy edificante. Hawks era todo un señor.
Total que todos los personajes niñatos de frases estúpidas tienen que seguir palante como si no hubiera pasado nada, pero la rubi insiste en dar la brasa. Una señora que no ha conocido al tontolaba ese más que media hora por Skype entra en una profunda depresión, que sólo Cary Grant, con su sombrero de payaso y su cogote de jíbaro, podrá curar con un beso en la barbilla.
A todo esto, las mujeres aquí son lo de menos, lo que importa es la amistad, la camaradería, que junto a la heroicidad, constituye la pareja de cualidades que distinguen a un piloto. Viva Ryan Air. Entonces todos se animan, y se hunden, y se vuelven a animar, y tienen diálogos infantiles continuamente para pasar el rato, y todo se va haciendo cada vez más infantil hasta que aparece Rita Hayworth, otra muesca en el revólver del jíbaro, y las chicas se ponen celosas, y Cary es el rey, reparte la pana, y no se le nota el culo gordo, y Hawks me cae fenomenal, me gustan muchísimo todas sus películas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Me tragué los comentarios de Garci y su tropa, para ver como babeaban con gilipolleces infantiles y fue demencial. Fue absolutamente falso. En el ambiente se notaba la tensión. Entre los halagos a las divas y los divos, se palpaba que en cualquier momento alguno iba a sincerarse y sentenciar:
"Tras la quincuagésima revisión, me acabo de dar cuenta de que esta película es una gilipollez de cabo a rabo"
"Tras la quincuagésima revisión, me acabo de dar cuenta de que esta película es una gilipollez de cabo a rabo"
6 de agosto de 2010
6 de agosto de 2010
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quiero ser aviador.
Quiero parecerme a Gary y también al otro Gary, a Frank, a Humphrey, a Gregory, a Joseph, a Rodolfo (Rudolph), a James, a John, a Robert, al otro Robert.
Quienes somos feúchos, sositos, balbucientes, indecisos y algo patosos necesitamos de alguien que viva por nosotros peligrosamente.
Quienes carecemos de valor para afrontar la acción y nos conformamos con la fantasía, necesitamos el cine.
Pues esto es el cine.
Quiero parecerme a Gary y también al otro Gary, a Frank, a Humphrey, a Gregory, a Joseph, a Rodolfo (Rudolph), a James, a John, a Robert, al otro Robert.
Quienes somos feúchos, sositos, balbucientes, indecisos y algo patosos necesitamos de alguien que viva por nosotros peligrosamente.
Quienes carecemos de valor para afrontar la acción y nos conformamos con la fantasía, necesitamos el cine.
Pues esto es el cine.
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