Escribo esta crítica sin haber terminado de ver el filme, a media película, pero vencido por la curiosidad de ver si otros coinciden conmigo o soy el único al que esta película le parece eso: un documental, pero soso.

Porque hay documentales que muestran la crudeza de la guerra, que te hacen sentir el drama. Este no, en este los ataques son como la hora del té. Es la hora, todos al suelo que vienen los aviones. Ya pasó, todos en fila india, a seguir esperando...

Vale, hay gente luchando por sobrevivir y parece que hay cierto peligro en la playa, pero ni parece que haya tanta gente ni tanto peligro. No soy un erudito pero lo que que algunos comentan parece que la playa de Dunkerque fue un hervidero de gente con un trasiego constante de barcos y personas. Aquí da la impresión de que solo hay unos cientos de personas haciendo cola para algo, como si fuesen jubilados que aprovechan la madrugada para ser los primeros en llegar a las rebajas porque no tienen nada mejor que hacer.

Lo mejor debe ser el final, lo peor la elección de personajes y escenas. Llevo una hora de aburrimiento absoluto esperando a que aparezca alguien que haga algo más que andar de un lado a otro, nadar, esconderse...

Esta película es la antítesis de Stalingrado, donde cada escena era un drama, o de enemigo a las puertas, donde cualquier silencio te ponía los pelos de punta.

La película se deja ver, pero las, llamémoslas chaplinadas, intercaladas haciendo comedia al estilo del cine mudo no encajan bien. Quizá porque no es Chaplin quien las interpreta y los actores, ni los secundarios ni los principales, aciertan con el tempo para que sus acciones sincronice bien con el gag.

Chaplin era un genio, en blanco y negro y en color, con sonido o sin él. Lo demostró en Candilejas, donde actúa y dirige magistralmente. Creo que si esta comedia le hubiera pillado más joven habría interpretado al ayudante del embajador y lo habría hecho como siempre, genial. Pero tuvo que interponer a un actor para hacer de él mismo y se le nota el esfuerzo.

Brando y Loren para mi no lo hacen mal, aunque personalmente nunca me cayó del todo bien ese actor. También ellos tienen que hacer chaplinadas y hay un momento, una escena en el dormitorio, en que ambos tienen que hacer un gesto a la vez y se ve claramente dessincronizado. Nada que ver con la famosa escena del boxeo de Chaplin, que es larguísima y perfecta.

En fin, que creo que esta película necesitaba otro director, uno que no metiese con calzador cine mudo o bien un Chaplin 20 años más joven interpretando directamente algún papel.

Destacó la ambientación del crucero. Siempre me gustaron las historias de cruceros.

Vale la pena verla para buscar los fallos y por ver la última obra del maestro

La he visto varias veces, tanto esta como la americana. La novela la leí en su día y me pareció lo puto más. Y que una película que adapta una novela no te decepcione dice mucho de ella. Pero no solo, la imagen que nos deja de Lisbeth Salander, no solo no desdice nada de la novela sino que le da cuerpo a un icono de la literatura reciente. Así como a Blomkvist lo sustituyes por Daniel Craig y cuela, yo ya no podré imaginar nunca a Lisbeth Salander sin ver la cara de Noomi Rapace.

Le pasa como a James Bond, que una vez ves a Sean Connery, el resto de interpretaciones posteriores no te las crees.

Mucho más recomendable esta versión que la americana, pues como en otras ocasiones se pierde la ambientación oscura de las novelas nórdicas (otro ejemplo lo tenemos con Bron, El Puente, cuya versión americana cambiando Suecia y Dinamarca por USA y México se queda en un experimento extraño de difícil digestión).

Imagínense que en vez de ver las películas americanas con doblaje en castellano hiciésemos remakes con actores de aquí. Por ejemplo "Independence Day", lo llamaríamos "12 de Octubre, día del Pilar" con Mario Casas en el papel de Will Smith, y luego lo llevaríamos al hormiguero.

Pues eso es lo que ellos hacen. Un actor extranjero puede aparecer en una película americana, o tener un director extranjero al mando, pero una película producida, rodada, dirigida e interpretada por extranjeros no lo admiten, por eso se pierden joyas como esta.

Buena parodia de las series de detectives. El prota es un actor que resuelve casos basándose en como serían las cosas en las series de detectives, principalmente la suya "Get Carter". La gracia es que la vida real es muy distinta, pero él acaba resolviendo sus casos de forma entre fortuita y rocambolesca.

Los casos empiezan y acaban en cada episodio, sin guardar relación entre sí, pero la serie tiene memoria. Los personajes recuerdan hechos y personas de capítulos anteriores. Carter y su amigo son totalmente histriónicos, mientras su amiga hace un poco de contrapunto, aunque muchas veces la serie no se toma en serio a sí misma y ella también termina entrando en el juego de recordar que están en un capítulo de serie de detectives.

En el guión hay altibajos notables. Algunos capítulos son divertidos pero otros no tienen más chicha que recordarnos que Carter es la celebrity del pueblo. Mi pareja vió uno de esos capítulos y dijo "Dios, este tío es más tonto que un perro".

La química entre los personajes es buena y en general "caen bien", aunque alguno resulte bastante inverosimil en la vida real, como la empleada china guardadora de casas que en realidad es como una madre adoptiva de Carter.

Para mí casi lo más sorprendente de esta serie es que haya sobrevivido a la temporada 1, porque la daba por desahuciada, pero no lo digo como algo malo. Me entretiene verla y muchas series que empezaron más flojas luego remontaron. Ojalá sea una de ellas. De momento le casco un 6 y le doy la oportunidad.

Técnicamente penosa, artísticamente mala, guiones ridículos, pero...
Hay una cosa que hace que las series tengan alma o no. En el caso de esta serie veo 3 puntos clave: que el protagonista sea un coche molón, que tenga vis cómica y que desbordaba imaginación.

Eso nos hacía olvidar el bajo presupuesto con cientos de tomas reutilizadas que hacían que cada capítulo fuera un refrito (cogian sin pudor tomas de capítulos anteriores aunque el protagonista llevase otra vestimenta. En una misma secuencia podías verle con botas camperas, siguiente toma con zapatos negros, luego marrones y luego otra vez camperas, y lo mismo con el coche que en un capítulo le ponen tiras de pegatina con estrellas para un show y esas tomas salían luego en otros capítulos, pareciendo que las estrellas apareciesen y desapareciesen en medio de un salto).

De niño ni te fijas en esos detallles. De mayor es inevitable, pero en casa veíamos la serie a er quien cazaba más fallos y lo pasábamos pipa echando para atrás y viendo como el coche cuando iba "solo" lo conducía un señor tumbado. El caso es que me divirtió en los 80 y me volvió a divertir en los 2000, pero sobre todo a mi hijo le encantó. Tanto que llegó a jugar con tres maquetas de kitt que si algún coleccionista ve como quedaron le da un chungo.