Tres colores: azul de Krzysztof Kieslowski, es el primero de tres dramas que representan los colores de la bandera francesa en sus valores, comenzando por el azul que es la libertad. Dirigida con un ritmo lento pero majestuoso, el director va creando una atmósfera apropiada que envuelve el sentimiento de la protagonista de forma admirable e inteligente.
La música y el guión, van cogidos de la mano, ya que trata de la obra de un concierto inacabado, obra que se va representando a trozos mientras transcurre el argumento. Dicha música es bella, melódica, agradable e inspiradora, y acompaña los sentimientos de la protagonista en diversas partes del film.
La interpretación, es otro de los puntos fuertes del film, con una Juliette Binoche sobria y brillante, actuando con gran profundidad psicológica, y de forma tan real, que parece que le esté pasando a ella de verdad. El resto del elenco, trabaja de forma acertada y competente.
Y por último, mencionar el trabajo de fotografía que es bella y estimulante, usando mucha luz y el color azul en diversos momentos representando la supuesta libertad. Y también son dignos de elogio, los planos y movimientos de cámara que están trabajados al detalle, con planos secundarios y en primera persona para dar realismo al film.
En definitiva, la considero una representación poética de la música y su visión, totalmente recomendable por el sentimiento que desprenden las actuaciones, por la música bella y evocadora, y por estar dirigida con sentimiento, brillantez e inteligencia.