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Cumbres borrascosas

Drama. Romance Perdido en medio de una tormenta de nieve en un rocoso páramo inglés, un extranjero se topa con Cumbres Borrascosas, la lúgubre mansión del misterioso Heathcliff, un hombre tan torturado por un amor frustrado que ha perdido el deseo de vivir. Mientras la tormenta ruge en el exterior, el fatigado caminante escucha fascinado la triste historia del desesperado amor de Heathcliff y Cathy. Cuando Heathcliff volvió a buscarla, después de una ... [+]
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Críticas 43
Críticas ordenadas por utilidad
25 de setiembre de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
De la decena de películas que hay hechas sobre la novela de Emily Brontë, ésta según los expertos es la mejor.
Laurence Olivier venía del cine inglés, como todo el mundo sabe, y con esta película se introdujo definitivamente en el cine americano. Merle Oberon está un pelín sobreactuada en las escenas finales, dicen los expertos, mientras él consigue parecer un hombre despótico como refleja la novela, un hombre para siempre resentido por su origen humilde, huérfano y tratado con desdén en la infancia.

La película está muy bien conseguida por todo lo que se refiere a su aspecto gótico, el ambiente dramático, el paisaje un tanto lúgubre con el misterioso páramo de fondo, y el romanticismo logrado que impera en la obra escrita. Cumbres borrascosas está considerada como una obra cumbre de la literatura inglesa. Puede ser.

La obra quiere dar a entender un amor imposible por los convencionalismos e impedimentos de la época venidos por la manía que aquellos de origen humilde no cuadraban bien para casarse con elementos de la alta sociedad. Según noticias, en las últimas versiones, para marcar más las diferencias, el personaje de él lo interpreta directamente un actor negro para crear más contraste aún (algo irrelevante en la actualidad tener que recurrir a estas cosas). En realidad en la novela se da a entender que Heathcliff era gitano, o alguien parecido; de ahí que Katy aunque lo amaba a rabiar se decidiera por alguien como David Niven, evidentemente más inglés, más educado, más finolis, más afectado, más flemático, lector de The Times, con mayordomo porque es rico lógicamente, y más conservador por supuesto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
floïd blue
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5 de julio de 2010
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama romántico en b/n. No es de las mejores películas de W.Wyler, el gran director de Ben-Hur, pero se puede ver con respeto.

El argumento es el clásico de la novela inglesa que Emily Brontë publicó en 1847, es decir, el amor que surge y se desarrolla desde la niñez, entre fantástico, pasional y dramático, entre Catherine Earnshaw y su amigo Heathcliff, un niño vagabundo que su padre trajo un día a casa a vivir con la familia. En la película sobreabunda lo fantasmagórico y pesimista, mientras que en la novela es más lo esperanzador y optimista.

Estupendo como siempre el papel interpretativo de Laurence Olivier y el de David Niven, muy jóvenes en esta película pero que ya evidenciaban lo que serían con los años: dos magníficos actores británicos.
Semeocurre
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12 de noviembre de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida y la muerte se dan la mano y confunden en "Cumbres borrascosas", como lo hacen las almas de Heathcliff y Cathy. Ellos viven con la fuerza que les da la pasión, y mueren juntos con el dolor que les causa la separación. En la casa en la que jugaron de niños o en el castillo imaginario de Penistone Crag son dos amantes que se necesitan, pero que parecen condenados por la fatalidad a sufrir sin término, incluso cuando sus espíritus han pasado a la otra vida. Una de las mejores adaptaciones de la novela de Emily Brontë es la que realizó William Wyler en 1939, y que contaba en el reparto con Laurence Olivier, Merle Oberon y David Niven. El blanco y negro fuertemente contrastado de Gregg Toland imprimía dramatismo a la historia y reflejaba los claroscuros de dos almas que se movían entre el amor y el odio, mientras que la partitura de Alfred Newman confería intensidad a unos sentimientos salvajes y desgarrados que se levantaban sobre el páramo inglés.

En "Cumbres borrascosas" sopla el viento continuamente. Unas veces es viento del sur y trae luminosidad y calidez a la pareja, y otras es viento del norte que hiela los corazones. En cualquier caso, es viento arrebatador que anula la razón y nubla las conciencias, que altera la estabilidad social y que envenena la sangre. El odio llega a ser tal que un Heathcliff humillado en la infancia por Hindley jura devolverle la pedrada y lo hace donde más duele... en su vicio y en su cobardía, que el mismo mozo de cuadra se venga de su amor perdido robándole la casa y a su propia cuñada, para terminar maldiciendo ante su cadáver y jurando no descansar en paz hasta que ella venga a buscarle. Ciertamente no es un odio por malicia sino de dolor que es amor, un rencor largamente guardado y premeditadamente desplegado en el tiempo.

En el rostro de Heathcliff -magnífico un Laurence Olivier de ceño fruncido y mirada penetrante- se adivina la infamia sufrida y la necesidad de traer un mundo nuevo para una joven caprichosa, tan voluble en sus sentimientos como compleja en sus intenciones. Cathy se mueve entre el castillo de cuento de hadas y la granja de fiestas y vals, y pasa de comportarse como una pequeña salvaje a hacerlo como una dama refinada. Su comportamiento está a expensas de cierto determinismo geográfico, y eso porque en ella mandan los sentimientos y estos dependen de qué viento sople... del sur o del norte. De alguna manera, es una nueva Escarlata O'Hara, con su Tara y su juramento, con su corazón inestable y su narcisismo, con su cama de dosel y su espejo vanidoso, con su cuñada inocente y su mansión venida a menos. Pero en "Cumbres borrascosas" todo es mucho más romántico y fatalista, más trágico y pasional, porque la venganza aquí nace de lo más profundo e interior... y grita con desesperación por salvar el propio alma, que es a la vez la de Heathcliff y la de Cathy.

En la obra de Brontë y Wyler todo es tormentoso y en cierta medida también un poco diabólico, la tormenta y la lluvia parecen arrasarlo todo y no dejar más que un par de almas desgarradas y una rama de brezo como recuerdo de un tiempo de felicidad. Los celos y el rencor son aquí destructivos como pocas veces se ha visto, y el castigo llega con la misma vida mientras la liberación es traída por la muerte. No sabemos bien si son fantasmas en pena o enamorados condenados, pero lo cierto es que en este drama asistimos a los dos amores que Cathy alimentó en su vida, el loco y pasional y el estable y hogareño... y no sabemos cuál es más auténtico y enriquecedor, porque uno le dio la vida y el otro se la quitó.
La mirada de Ulises
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15 de setiembre de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comienza la película con un sobresalto en el que ficción y realidad se dan la mano para que el largometraje pueda ser fiel a la novela rotunda de E. Brontë.
Tierna, dolorosa, romántica y dramática, esgrime sus armas para fundirse en las escenas muy serias de una historia intensa porque sólo así puede componer la gavilla de la ignominia y la contradicción.

No usarás el nombre de W. Wyler en vano.
En 2016 posee crédito y su mención es aval de garantía pero en 1939 la historia del cine todavía se estaba escribiendo.

Si detienes la imagen en 00:44:45 te estremecerá el fotograma perfecto en que la lluvia azota de costado y el dolor oprime el corazón.
Epítome del relato.
Es una historia de traje de terciopelo para él y zapatos con hebillas de plata para ella pero, sobre todo, es una historia de mozos de cuadra.
ABSENTA
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23 de abril de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
104/24(20/04/20) Vigoroso aunque sobrevalorado, por lo menos visto 81 años después de su estreno. Melodrama romántico dirigido por William Wyler, basado en la homónima famosa (y única escrita) novela de Emily Brontë de 1849 (año de la muerte de la escritora, de tisis, con 30 años), representa solo 16 de los 34 capítulos de la novela (Dibuja su trama de la primera mitad del libro, omitiendo casi todo el segundo, que continúa la historia en la próxima generación, siguiendo a los hijos de los personajes originales. El escenario también se adelantó desde la era de la Regencia de principios del siglo XIX, hasta el período victoriano temprano, unos 40 años después), centrándose en el romance. La novela fue adaptada para la pantalla por Charles MacArthur, Ben Hecht y John Huston, en lo que es la radiografía de un amor tan intenso como enfermizo, ello con la particularidad de que siendo una producción estadounidense, el reparto es eminentemente británico, acorde con el marco anglo de la novela, con Laurence Olivier y Merle Oberon encabezándolo, con grandes secundarios como David Niven, Flora Robson, Donald Crisp o Geraldine Fitzgerald. Ello en una trama donde prima la alienante relación de amor pasional entre la pareja protagonista, marcada por unas arbitrarias personalidades, donde el egocentrismo, el egoísmo, y la venganza se mezclan con el romance más virulento, dando lugar al dolor, la angustia, el hastío, en un clima asfixiante. Ello en un desarrollo que se toca el tema de la lucha de clases, el despotismo, aunque esto queda en los márgenes ante el torbellino romántico exacerbado, para desembocar en un clímax conmovedor, que se da la mano con elementos gótico-sobrenaturales. Teniendo una ambientación un tanto envejecida por esos estudios de sonido donde se ruedan muchas escenas de exteriores, con telones de fondo más chirriantes que el bebé de “American sniper”, que rompen el encanto que se quiere dar en muchos momentos, aunque la cinematografía para interiores del gran Gregg Toland es espléndida, así como notable la música que adorna muchos tramos. En el debe del film, está el mencionado arrugamiento por el paso de los años, que también sobresale en un relato amoroso que en varios momentos parece el que se da entre dos jóvenes caprichosos insoportables, traspasando en algún momento la línea hacia lo cursi. Las actuaciones tampoco son brillantes, pues Olivier se nota demasiado deudor del teatro, un poco desorientado en su rol, lo que afecta a que sus ententes con Oberon no se respire la química adecuada para arrollarnos sus amour fou.

El año 1939 es considerado el mejor en la historia de Hollywood por varias buenas razones, entre ellas, estrenos de "Gone With the Wind", "The Wizard of Oz", "Stagecoach", "Mr. Smith Goes to Washington". “Ninotchka", "Gunga Din", "Dark Victory", esta "Wuthering Heights" de William Wyler es parte de esta cosecha histórica. Guardando esta similitudes con la que arrasó es épico año, por lo de un amor tormentoso, que se mueve entre el amor y el odio. La película ganó el Premio de Críticos de Cine de Nueva York de 1939 a la Mejor Película. Obtuvo nominaciones para ocho Premios de la Academia, incluyendo a Mejor Películay Mejor actor en lo que muchos consideran el mejor año de Hollywood. El Premio de la Academia de 1940 a la Mejor Fotografía, categoría en blanco y negro, fue otorgado a Gregg Toland por su trabajo. Nominado para la partitura original (pero perdiendo ante El mago de Oz) fue el prolífico compositor de películas Alfred Newman, cuyo conmovedor "Cathy's Theme" hace tanto "para mantener su vida como una obra maestra de la cinematografía romántica". En 2007, Wuthering Heights fue seleccionado para su preservación en el Registro Nacional de Cine de los Estados Unidos por la Biblioteca del Congreso como "cultural, histórica o estéticamente significativo".

El inicio siembra un hao de intriga, suspense y ganas de saber que ocurrió en este páramo de Yorkshire, cuando vemos estos lares azotados por una ventisca de nieve por la que surca alguien en busca de refugio, lo encuentra en la villa Cumbres Borrascosas, lugar regido por un tipo hosco, acorde con una residencia oscura y gélida, de madrugada se oye en el capo una voz de mujer diciendo que es Cathy, que la dejen entrar, y entonces el amo del lugar sale corriendo hacia esa voz que parece llamarlo. Entonces la ama de llaves de dice al huésped "Ella lo llama, y le contará al visitante la historia quien dice que es la voz fantasmal que se oye, en lo que será el flash-back que ocupará casi todo el metraje.

Una historia de amor forjado en la infancia, en el roce del día a día, pero chocando entre dos caracteres volcánicos y viscerales, un amor obsesivo y posesivo hasta hacerse daño y provocarlo a los que se les acercan. También contribuye a cierta ligereza narrativa una trama demasiado elíptica, quedando en muchos tramos esquemática en sus saltos temporales arbitrarios no siempre bien conseguidos (no incluyo en esto que no nos expliquen el modo de enriquecerse de Heathcliff en USA, esto es innecesario), yendo demasiado deprisa, no dando tiempo a que este amor se aposente y cale en el espectador (o sea yo), esto se nota sobre todo en revisiones donde las costuras son más visibles en sus lagunas, denotándose que las situaciones no fluyen de modo orgánico, sino más bien empujado por el guión. Confluyendo todo en un final acomodaticio, impuesto por el productor Samuel Goldwyn y rechazado por Wyler.

La puesta en escena despierta en mí contradicciones, pues como he mencionado ya, lo del rodaje en estudios me resulta de dentera, no puedes querer hacer de la naturaleza algo que moldea a los personajes y luego mostrar telones pintados, visto hoy día resulta ridículo. No puedes hablar de los páramos de Yorkshire y luego que cante a la legua (por lo menos para el que tenga algo de conocimientos geográficos) que California (donde se rodó íntegramente) no es el norte de Inglaterra… (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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