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España España · almeria
Críticas de TOM REGAN
Críticas 5.199
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
23 de abril de 2024
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
88/07(12/04/24) Sugestivo y atractivo drama histórico estadounidense biopic sobre la zarina rusa Catalina la Grande y como llegó al trono. Dirigido y producido por el vienés Josef von Sternberg, guion de Manuel Konroff, y Eleanor McGeary, se inspira libre en el diario de Catalina II de Rusia encarnada aquí por la berlinesa Marlen Dietrich. Film que cumple este año el 90 aniversario de su estreno (15/09/1934), y se mantiene fresco en modernidad, en su forma mordaz de tratar esta disfuncional corte. Sexta de 7 colaboraciones entre von Sternberg y su musa Marlene Dietrich que convirtió su rostro en uno de los iconos inmortales del cine, en la que de nuevo la cámara se deleita en su belleza.

Destaca la cinta por la gótica estética recargada con que dota los atestados decorados (rodada íntegramente en los estudios Paramount en Hollywood), creados por la dirección artística del germano tri-oscarizado Hans Dreier (“Sunset Boulevard”), proyecta estado de ánimo malsano y retorcido, roza el escenario de terror salido de la mente de William Blake, hay constante presencia de grotescas figuras, el suizo Pete Babusch (“Una americano en París”) creó cientos de esculturas parecidas a gárgolas de figuras masculinas "llorando, gritando o sumidas en la miseria" que "se alinean en los pasillos, decoran los tronos reales e incluso aparecen en los platos para servir". Figuras que se retuercen y contorsionan sobre el trono, asientos, espejos, o sosteniendo candelabros, da impresión de envolver y poseer a los personajes en sus pesadillescas formas, con múltiples esculturas beatas, (cinco mártires macilentos y de gran tamaño custodian el lecho de Isabel), con esqueleto de anfitrión de la mesa banquete de bodas real, cofres reales con santos tallados en sus tapas, el trono imperial tiene forma de doble águila vengadora de las Rusias, hay un espejo curvado en forma de gárgola con cuernos y alas y una silla formada con la imagen de un santo mártir, para acomodar al modelo en el regazo del santo. Sinfín de mobiliario mastodóntico, tapices inmensos, puertas ‘kinkongnianas’ la pantalla no es capaz de abarcar, deben ser abiertas y cerradas por dos personas, todo inundado de fastuosa híper-realidad, con pasillos saturados de decoración; Ello iluminado por la expresionista lente en glorioso b/n de Bert Glennon (“La Diligencia”) con genuinos juegos de sombras lóbregas, juegos de reflejos en cristales, travellings incisivos, tomas de grúa, y acariciando en delicados primeros planos el rostro de Marlen, con filtros la hacen inalcanzable; punteado por la música clásica con arreglos de W. Franke Harling, John M. Leipold y Milan Roder, tomada de pasajes de los grandes Tchaicovsky, Mendelson y Wagner; En un palacio poblado de pomposos húsares de diseño cool, ataviados por exagerados vestuarios de abrigos creados por el diseñador Travis Banton (“El proceso Paradine”), también fascinante para los trajes de la Dietrich, destaca el del rush final de húsar blanco con sombrero ruso militar de marta.

Todo regido por el demente Duque Pedro encarnado por un maravilloso Sam Jaffe, con madre dominante y protectora en la emperatriz Isabel encarnada magistralmente por Louise Dresser, donde se retrata a Catalina en varias fases patentes por enunciados en pantalla marcan elipsis, en desarrollo de la protagonista desde ingenua muchacha, a lideresa de un golpe de estado, pasando por como su belleza sedujo a militares para remover cimientos de la nación más grande. Todo adornado por acentuado sentido del humor, las insinuaciones sexuales y diálogos con doble sentido están presentes, gracias a que el film fue estrenado previo al Codigo Hays de censura ("Catalina añadió fríamente el ejército a su lista de conquistas"). Nadie espere clase de Historia, aunque hay pinceladas (superficiales) de reflejar en bosquejos forzados la pobreza de la plebe rusa de mediados SXVIII, donde los hedonistas mandatarios viven en su burbuja mientras el pueblo está sumido en la miseria, esto queda como apunte a pie de página.

El director hace de la peli vehículo para lucimiento de su amada Marlen, con ello un ejercicio de estilo visual impactante. Se le puede achacar falta de cohesión narrativa, falta información para tener cosmovisión de lo que acontece, así como los cambios de Catalina suceden por Imperativo del guion, en cortes demasiado abruptos en como vemos su cambio de carácter.

“Hace unos siglos, en un rincón del Reino de Prusia, vivía una pequeña princesa elegida por el destino para convertirse en el mayor monarca de su época: Zarina de todas las Rusias, la conocida como Mesalina del Norte”. Tras el enunciado vemos a la niña que será Catalina, convaleciente en cama, gimotea espetando: “No quiero ser una reina. Quiero ser bailarina”. Tras lo que la princesita escucha a su tutor un cuento infantil, donde narra las atrocidades cometidas por los zares Pedro el Grande e Iván el Terrible, mientras los vemos recreados en pantalla en un difuso pero aterrador encadenado de secuencias de torturas, donde se ven tomas de mujeres con los pechos desnudos (retortero que fue estrenada la obra antes de la censura del Codigo Hays), acabando con un reo utilizado como badajo para una gran campana, tras lo que simbólicamente la edición corta líricamente a la princesita columpiándose en el jardín. En una alegoría brillante de como la niña se verá enlazada entre la frivolidad y el horror en rusia.

Sobresale el humor tan bizarro que tiene, desde los pícaros encuentros entre Catalina y Alexei, la conversación entre Pedro y Catalina comiendo en una larga mesa a través de un criado, la escena donde Pedro agujerea una pared con un berbiquí para espiar un dormitorio ante la atónita mirada de Catalina, que observa como el agujero es sobre el ojo de un cuadro; la lectura familiar de la carta de Federico de Prusia, los besamanos de Sofía, Catalina con miriñaque en el vestidor, el encuentro entre Catalina y un húsar que desconoce quién es ella y juega con ella;... (sigo en spoiler)
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TOM REGAN
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7
21 de abril de 2024
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94/13(18/04/24) Divertido segundo episodio de la tercera temporada de la serie de televisión de la BBC Sherlock creada por Mark Gatiss (se reserva el papel de Mycroft, hermano de Sherlock) y Steven Moffat. Aquí la dirección es de Colm McCarthy (ha dirigido episodios de Black Mirror y de Peaky Blinders, y que había trabajado con Moffat en el episodio de Doctor Who, "Las campanas de Saint John"), con guion de los creadores más Stephen Thompson, anteriormente había sido autor de los episodios de Sherlock "The Blind Banker" y "The Reichenbach Fall", Moffat dijo que escribió gran parte del discurso del padrino de Sherlock. Por supuesto protagonizado por los dos magníficos Benedict Cumberbatch como Sherlock Holmes y Martin Freeman como el Dr. John Watson, título del episodio inspirado en “El signo de los cuatro” de Sir Arthur Conan Doyle, ambientada seis meses después del primer episodio de la temporada "The Vacuum Hearse", teniendo la particularidad el argumento que aparte de su desternillante prólogo, acontece en el día de la boda de Watson con Mary Morstan. Como es habitual en la serie marcada por su trepidante montaje cortando de un lado a otro con tremenda fluidez narrativa, apoyada en la fenomenal edición de Mark Davis (“Dr. Who”, “Taboo”, “Black Mirror” o “The Crown). Como siempre Benedict Cumberbatch y Martin Freeman, están brillantes en sus roles, así como muy compenetrado en sus chispeantes ententes, un tándem ya Icono de la pequeña pantalla.

Un capítulo muy comediesco, donde la trama policiaca resulta bastante metida con calzador, pues aquí lo fundamental es proyectar la fuerte amistad entre Watson y Sherlock, y viceversa, sobre todo aquí exponiendo al mítico detective vulnerable, con defectos, falencias, mostrándonoslo como nunca, parece hasta humano, con dudas, con dilemas, como un pez fuera del agua en su sociopatía teniendo que dar un discurso de boda a su amigo, así como haciéndonos ver sutilmente que Sherlock no es asexual, pues mantiene un jueguecito de miraditas y algo más con una dama de honor, con la que muestra uno de sus secretos mejor guardados, su gusto por el baile.

El hábil guion coge una manida celebración matrimonial, y mediante el central discurso de Sherlock vemos unos humorísticos flash back para dar más contorno sentimental a la relación de estos legendarios amigos, regando de casos extraños, que solo parecen estar ahí como reclamo para sacarnos alguna sonrisa. Solaz como encadenan el experimento de Sherlock sobre lo que son capaces de beber alcohol antes de caer ebrios (con probeta!), con un montaje chancesco de ambos bebiendo hasta caer groguis. Para a la mañana siguiente ser contratados en un saso donde Sherlock llega a vomitar (sobre el escenario del caso) por los efectos de la jornada nocturna pasada. Tendremos también nuestra dosis de escenificación del Palacio Mental ‘sherlockiano’, aquí transmutado en una sala de juicio donde el investigador de Baker St. Ira haciendo un particular casting con mujeres (con las que un potencial criminal ha quedado a través de una red social), ello para intentar dar con un patrón de conducta, reuniendo a un grupo de candidatas a las que va haciendo unas preguntas, a las que una de ellas da una respuesta descojonante a cada cuestión. Aunque, como he dicho, el misterio aquí queda muy diluido en medio del humor, se nota una excusa sin fuste, para enfocarlo todo al clima de cariño.

Tiene un prólogo muy ingeniosamente divertido donde el DI Lestrade (buen Rupert Graves) y el sargento Donovan están a punto de arrestar al clan de ladrones Waters, vemos un montaje en que llevan varios años tras ellos, Lestrade obsesionado con su detención. Justo cuando ya los tiene acorralados, cuando la operación policial los tiene rodeados, Lestrade recibe un mensaje de texto con Sherlock pidiéndole ayuda. El Inspector creyendo a su amigo en peligro deja en manos de Donovan la operación, esta le comenta que todo el mérito se lo llevará otro, pero Lestrade se siente fiel a Sherlock, y corre a Baker Street, asumiendo que algo terrible le pasa, pero cuando llega al Sherlock lo que tiene es un bloqueo para escribir el discurso de padrino para la boda de John & María Morstan.

La mañana de la boda, la señora Hudson le recuerda a Sherlock que el matrimonio cambia a las personas. En la recepción, John está encantado de ver al Mayor James Sholto, su ex CO del ejército. Sholto (nombre es una referencia a un personaje de El signo de los cuatro) vive recluido, habiendo recibido amenazas de muerte y el escrutinio de los medios después de perder una unidad de Nuevos soldados en Afganistán. Sherlock llama a Mycroft , quien repite la sugerencia de la Sra. Hudson de que el matrimonio de John y Mary cambiará su vida. Sherlock se levanta para dar el discurso del padrino, pero inicialmente duda. Después de leer los telegramas de la boda, Sherlock expresa su profundo amor y respeto por John y se lanza a una narrativa incoherente, describiendo el papel de John en un caso de intento de asesinato, "El Guardia Sangriento"; Un guardia llamado Bainbridge se puso en contacto con Sherlock, temiendo lo estuvieran acosando. Cuando Sherlock y Watson entraron en las habitaciones de los Guardias, se supuso Bainbridge estaba muerto en una ducha por una herida de arma blanca, pero no se encontró ningún arma ni ruta de escape. Cuando Lestrade le pregunta, Sherlock admite de mala gana que el caso no se resolvió, pero lo cita como un ejemplo de la compasión de John; en lugar de intentar resolver el asesinato como lo hizo Sherlock, John examinó el cuerpo de Bainbridge y descubrió que todavía tenía pulso, por lo que solicitó una ambulancia y le salvó la vida.
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TOM REGAN
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8
21 de abril de 2024
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93/12(17/04/24) Entrañable film checoslovaco, todo un canto a la infancia y a la rebeldía contra la tiranía. Una sugestiva obra del maestro de la animación Karel Zeman, con guion propio junto a Radovan Krátky (“Crónica de un bufón), donde juega a con mimo delicioso a uno de sus gustos favoritos en cine, como era mezclar la animación de todo tipo con personas reales, como ya demostró en cintas como “Viaje a la prehistoria”, “Un Invento Diabólico”, o "El Barón Fantástico", un deleite para los niños y para los que buscamos recuperar es inocente sentimiento. Una historia de aventuras fantástica, donde el director vuelve a uno de sus leit-motive como era Julio Verne y sus obras, principalmente la historia se basa libremente en las novelas “Dos años de vacaciones” y “La isla misteriosa”, mezclado con otros autores como el Robert Louis Stevenson de “La isla del tesoro” o el Arthur C. Doyle de “El Mundo Perdido”, con protagonismo para cinco chicos ansiosos de escapar al rígido control parental huyen en un dirigible hacia lo ignoto, llegando a parar a una isla desierta, con nada menos que el Capitán Nemo allí escondido con su submarino Nautilus, mientras serán perseguidos por todo tipo de villanos, y hasta habrá una búsqueda submarina de un tesoro ‘custodiado’ por un gran tiburón. En paralelo hay varias subtramas jocosas, como los problemas con la fórmula del gas inflamable del globo, hay un motín, un juicio singular, y hasta un espía con una variedad de gadgets.

Zeman juega en miscelánea con la cinematografía de Josef Novotný (“Der Kimnhaken”), y Bohuslav Pkhart (“Crónica de un bufón”) con la foto-animación, el stop-motion, ello en tonos monocromáticos, con fondos mate, tonos sepia, con especie de recortes de papel, maquetas, con primeros planos sombreados para crear falsario-impostado fono, para que cuando aparece el live-action de los personajes humanos ser insertados en los decorados cual ilustraciones en cuentos infantiles, haciéndonos sentir en un sentido híper realista que vuelan en el dirigible surcando los cielos infinitos. Ejemplo es la muy grácil recreación de una idealizada Praga, con vistosas tomas aéreas.

Es una carta de amor a la niñez, a su imaginación sin límites, tenemos una delirante variedad de globos antiguos, ejércitos voladores, pequeños globos que se reman como un esquife o se pedalean como una bicicleta, así como curiosidades como un carruaje "sin caballos" con un caballo incorporado. Todo poblado de un grácil sentido del humor, con mucho de slapstick, tirando del teatro del absurdo, con jocosas creaciones, atención a los gadgets del espía!!!, hay un dirigible llevado a remos, otro en el que viajan unas sexys bailarinas de can-can ¿?, satirizando el mundo de los mayores con sus negocios (la bolsa, la industria militar, la prensa, el espionaje, …), haciendo hincapié en su hipocresía, su avaricia, su presunción, o su despotismo. Y todo ello despojado de sentimentalismos, haciendo que aflore el niño que llevamos dentro.

Hay que poner en gran valor el arrojo de Zeman al arremeter con fuerza contra el autoritarismo, contra la falta de libertad, pues esta obra se hizo en el período inmediatamente anterior a la Primavera de Praga, tiempo de liberalización política y protestas masivas en la República Socialista Checoslovaca que terminó abruptamente el 21 de agosto de 1968, cuando La URSS invadió el país para reprimir las reformas. En este sentido el juicio de los adultos a los niños a través d ellos progenitores resulta bastante alegórico sobre la opresión comunista que son los adultos contra la imaginación-liberadora-inocente de los niños.

La trama de la película comienza en Praga, en la Exposición Jubilar de 1891, los personajes principales son cinco niños: Petr (Jan Malát), Pavel (Josef Stráník), Tomáš (Hanuš Bor), Martin (Jan Čížek) y Jakoubek (Míša Pospíšil), quienes accidentalmente se encuentran Los chicos caminan por el Centro de Exposiciones y los echan de todos lados. Luego se aferran a la campaña publicitaria del empresario Findeys (Čestmír Řanda) que ofrece un vuelo turístico sobre Praga en un dirigible. El dirigible está equipado con una máquina de vapor y se presenta como dirigible. Un grupo de hombres adultos pagará primero el vuelo turístico. Sin embargo, inmediatamente dejan de interesarse por el vuelo, porque notan un globo en vuelo que se incendió y tuvo un accidente. Aunque Findeys afirma que su dirigible está lleno de gas no inflamable y que, por lo tanto, no le puede ocurrir a él un accidente así, esto no convence a los hombres de regresar. Mientras lo hace, un grupo de personajes principales se acerca al dirigible de Findey y muestran interés por volar. El señor Findeys les promete un vuelo gratis. Sin embargo, un grupo de hombres que han pagado el vuelo regresan al dirigible y quieren volar. Entonces el señor Findeys quiere echar a los niños, pero ellos no quieren renunciar gratis al vuelo prometido, quita las cuerdas con las que está atado el dirigible y se va volando. El bolso de Findeys también permanecerá en la góndola del dirigible. Todo esto lo observa y registra el fotógrafo y reportero Marek (Stanislav Šimek) del diario Světozor.
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TOM REGAN
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5
21 de abril de 2024
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95/14(19/04/24) Sobrevalorado film francés, con más fama que poder de calado emocional, seguramente por aquello de que un elemento accesorio (la música del coro, creada por el maestro Bruno Coulais e interpretada por interpretada por el coro infantil de Saint-Marc: fundado en 1986 y disuelto en 2019) ha popularizado un film que por otro lado no pasa de enmarcado en el sub género de instituciones con alumnos problemáticos al que llega un nuevo profesor, de ir tirando uno por uno de todos los clichés, sin sorprender nunca, sin haber giro alguno que te remueva, con personajes estereotipados hasta lo rancio, los buenos y los malos, y con un desarrollo ultra previsible, lo que da una sensación constante de déjà vu, y eso que era la vez primera que la veía, la he visto por el 20 aniversario de su estreno (17/03/2004). Primera dirección en largometraje de Christophe Barratier, que guioniza en colaboración con Philippe Lopes-Curval, inspirándose en la experiencia personal del realizador, que tras el divorcio de sus progenitores vivió en un internado en su infancia, antes de convertirse en director de cine, tuvo una formación musical clásica como guitarrista, estudió en la École Normale de Musique de París y obtuvo premios en varios concursos internacionales. Aunque la cinta es una adaptación de la película de Jean Dréville “La Cage aux rossignols” (1945) con Noël-Noël, en la que participaron los Pequeños Cantores de la Cruz de Madera, basada a su vez en una idea de Georges Chaperot y René Wheeler. La historia de “La Cage aux rossignols” se inspira directamente en la de un centro educativo existente, Ker Goat, situado en Pleurtuit, entre Dinan y St Malo, cuyos equipos creados por los pedagogos Jacques Dietz y Roger Riffier, trabajaron en el desarrollo de los niños en dificultades a través de la práctica del canto coral de forma innovadora como método de enseñanza.

En este sub género de loa a la docencia como vocación natural, y donde los discípulos quedan marcados de por vida. “Los Chicos del Coro” se atiene a unas coordenadas básicas que explota sin pizca de originalidad, cayendo en la complacencia, derrochando buenismo, sin arriesgar. Film este de los que busca agradar, quiere dejar buen regusto con su ración de azúcar, pero desde un sinfín de lugares comunes. Lo del nuevo maestro que llega al lugar para hacerse cargo de un grupo problemático de individuos, y que termina convirtiéndolos en mejores personas a base de mano izquierda y a través de una actividad diferente a la habitual (en este caso la música).

Aquí, como en casi todos los mencionados films, se atacan los métodos rígidos de disciplinar a los alumnos punitivamente, en pos de ensalzar el entendimiento, ser flexible, comprensivo, saber buscar algo que una a los jóvenes para con ello motivarlos e ilusionarlos, para dotarlos de autoestima

La película se desarrolla en 1949. Clément Mathieu, un profesor de música desempleado, acepta un puesto de supervisor en un internado para niños llamado “Fond de l'étang”; El sistema represivo aplicado por el director Rachin molesta a Mathieu. Introduciendo a estos niños difíciles en la música y el canto coral, Mathieu conseguirá transformar su vida cotidiana. En 2003, mientras se preparaba para dar uno de sus conciertos en Estados Unidos, el director Pierre Morhange se enteró de que su madre había muerto. Regresa a su casa en Francia después de su concierto (donde se le ve dirigiendo el vals Künstlerleben de Johann Strauss II) para su funeral. Uno de sus amigos, Pépinot, llega a su puerta con un diario que perteneció a Clément Mathieu, uno de sus supervisores. Lo leen juntos. Unos cincuenta años antes, en 1949, Clément Mathieu, músico fracasado y profesor de música en paro, llegó al "Fond de l'Étang", un internado para niños, para trabajar como supervisor. Cerca de la puerta, ve a un niño muy joven llamado Pépinot, esperando el sábado, día en el que, según él, su padre vendrá a recogerlo.

La cinta sigue el sendero ya ajado por multitud de obras similares anteriores, mezclando drama y humor queriendo en ello manipularnos emocionalmente a empellones. Aquí el nuevo profesor se encuentra una institución represiva para los alumnos, en realidad traviesillos sin más (él único malo de verdad llega in media res, Pascal Mondain [Pascal en su mejor momento da una versión soez de À la claire Fontaine], un joven delincuente de un reformatorio, y desaparece cuando da problemas de robos), cual presidio se castiga a los alumnos con celda de aislamiento por ‘fechorías’. Clément comienza a hacerse con la confianza de los chicos por delatar a uno de ellos; Luego recoge una ‘afrenta’ como que los chicos escriben una canción grosera sobre él y le da la vuelta a la situación, para si es que gustan de cantar, pues que canten, y crea un coro escolar, lo que termina (oh, sorpresa!) haciendo que los niños tengan ilusión por algo, y no se sientan desorientados y sin referentes morales; tenemos a un alumno problemático (en realidad solo travieso) y rebelde que se niega a hacer el casting, y (oh, sorpresa!) termina teniendo la mejor voz de todos; Hay un romance platónico metido con calzador entre el profesor inspirador y Violette Morhange (cumplidora Marie Bunel), la madre del alumno rebelde, que termina demostrando que el docente es un perdedor;…Hay clásico movimiento desde el poder saboteando la nueva ilusión del coro, convirtiéndose este en algo clandestino, cual ‘La Resistencia’ en tiempos de ocupación nazi, lo que es un acto de rebeldía contra la opresión del poder dictatorial;...(sigo en spoiler)
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TOM REGAN
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6
21 de abril de 2024
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96/15(20/04/24) Buenista y demasiado plana hagiografía del emprendedor y visionario inventor (dejó para la posterioridad los cinturones de seguridad y los frenos de disco, entre otros elementos que perduran) Preston Tucker. Proyecto personal del productor y director Francis Ford Coppola, relata la historia de Tucker y su intento de producir y comercializar el Tucker 48, encontrándose con el boicot de las tres grandes de Detroit (General Motors, Ford y Chrysler), que derivó en acusaciones de fraude bursátil por parte de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos. La cinta es un lienzo bondadoso del Sueño Americano, que termina cono la lucha del Bien vs Mal, donde Tucker es un particular David enfrentándose al Goliat del todopoderoso lobby del automóvil. Tucker como un soñador con un vitalismo a prueba de bombas, un optimista irredento, al que Coppola se paraleliza, se ve a sí mismo como una versión contemporánea de Tucker, Francis dice que ha estado fascinado por la leyenda de Tucker desde que vio por primera vez un automóvil Tucker a finales de los años 40, su padre Carmine compró acciones de la compañía Tucker, y adquirió un modelo, que el hijo director de cine conserva. Muchos detalles coinciden entre el fabricante de automóviles y el cineasta, como la esposa leal, la gran familia, el grupo muy unido de amigos que colaboran a todas horas, los proyectos grandiosos, el verdadero genio, la creación de una compañía para realizar sus sueños y que colapsó (para Coppola su compañía Zoetrope Studios).

Coppola despliega una elegancia manifiesta, un film de los 80 que brilla, en el mejor sentido, como de los 40, con un ritmo ágil y muy fluido. Con una cinematografía del maestro Vittorio Storaro (“El Conformista” o “Apocalypse Now”) lúcida que destila fulgor enérgico, jugando a engrandecer la figura de este particular Charles Foster Kane (Coppola dijo haber sido fuente de inspiración la ‘wellesiana” “Ciudadano Kane”) con contrapicados, ello adornado por una bella recreación del tiempo fruto del gran trabajo del gran diseñador de producción Dean Tavoularis (“Apocalypse Now” o “El Padrino III”), el estupendo vestuario creado por la cuatri-oscarizada Milena Canonero (“Barry Lyndon”, “Carros de fuego”, “Cotton Club”, y “El Gran Hotel Budapest”), así como neurálgica la música jazzística del inglés Joe Jackson con big band. Tenemos a un más que competente elenco de intérpretes, encabezados por un carismático Jeff Bridges, calcando de modo fenomenal a su Preston Tucker, una vivaraz Joan Allen como su esposa que siempre le apoya, un brillante Martin Landau (nominado al Oscar como Mejor Secundario, ganando por esta actuación el Globo de Oro) como el fiel consejero, un formidable Dean Stockwell , que en una sola escena desborda la pantalla con su encarnación de Howard Hughes, amén de otros con menos peso dramático como Elias Koteas, Frederic Forrest y Christian Slater.

Pero es su tono de ligereza envuelto en el estilo ultra optimista ‘capriano’ lo que hace perder lo bueno en pos de un almibarado mensaje de la batalla del individuo contra los oligopolios, todo rezuma azúcar en este relato. Su historia está demasiado romantizada, sin aristas, directa al mentón, el idealismo de Tucker arrollado por el capitalismo más salvaje, no hay sutilidad, ni complejidad, no hay profundización en Preston, en que lo motiva, no hay introspección de dónde le viene su arrojo en el mundo de crear inventos es así y punto. No tiene conflicto alguno con su familia que le sigue y alienta a ciegas. Se entra en el mundo del marketing tan importante cuando se quiere vender algo, se entra en el mundillo de la prensa tan importante como soporte de este marketing, se entra en la cloaca política tan importante para no ser saboteado, se entra en la ciénaga de los oligopolios tan importantes para no ser laminado, se colisona con el estamento judicial, tan importante como sibilino instrumento de los poderosos intereses ocultos tras la cortina. Pero a todo esto referido se le da cobertura de modo simplista, se caricaturiza en exceso todo esto como para ofrecernos una fotografía de calado de esta cosmovisión. Se cae en la complacencia, en la simpleza y con ello se queda en la superficie.

El ingeniero de Detroit Preston Tucker (Jeff Bridges) ha estado interesado en la construcción de automóviles desde la infancia. Durante la Segunda Guerra Mundial, diseñó un vehículo blindado para el ejército y ganó dinero construyendo torretas para aviones en un pequeño taller junto a su casa en Ypsilanti-Michigan. Tucker cuenta con el apoyo de su numerosa familia, en particular su esposa Vera (Joan Allen), sus hijos Preston Jr. (Christian Slater) y Noble (Corin Nemec (el eterno Parker Lewis), y su hija Marilyn Lee (Nina Siemaszko). A medida que la guerra termina, Tucker se inspira para construir el "automóvil del futuro". El "Tucker Torpedo" contará con diseños de seguridad revolucionarios, que incluyen frenos de disco, cinturones de seguridad, un parabrisas desplegable y faros que giran cuando el automóvil gira. Tucker contrata al joven diseñador Alex Tremulis (Elias Koteas) para que le ayude con el diseño y recluta al financiero neoyorquino Abe Karatz (Martin Landau) para conseguir apoyo financiero. Al recaudar el dinero mediante una emisión de acciones, Tucker y Karatz adquieren la enorme planta Dodge Chicago para comenzar a fabricar. Abe contrata a Robert Bennington (Dean Goodman) para dirigir la nueva Tucker Corporation en el día a día. Las tres grandes de Detroit (General Motors, Ford y Chrysler) le boicotearan al ver en peligro su negocio.
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TOM REGAN
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