El último secreto de Sherlock Holmes

Al director, Billy Wilder, lo tengo -y seguro muchos también lo tienen- entre los grandes. Su filmografía es de lujo, su talento es inmenso, y la mayoría de sus películas cuentan con historias de enorme interés socio-político; con una intachable dirección de actores; y con unas puestas en escena de excelente factura. Wilder es sensible, profundamente humano, y con un sentido del humor y una agudeza que poseen muy pocos realizadores.

En su filmografía, para mi gusto, abundan las obras maestras (“Double Indemnity”, “The Lost Weekend”, "Sunset Boulevard”, "The Apartament" y otras tantas) y varios títulos que, con apenas algún reparo, me resultan inolvidables ("Ace in the Hole", “Kiss me, Stupid”, "The Front Page"…)

Algo que admiro en este gran artista, es la manera decidida como ha defendido la dignidad de los alemanes en sus películas. Sin necesidad de mentir o de sacarle el cuerpo a las infamias que se cometieron durante la II Guerra Mundial, Wilder deja en claro que, aún en aquel infierno en el que tantísimos alemanes se involucraron, hubo claros vestigios de dignidad, solidaridad y de la más honda humanidad. Por eso, en “A Foreign Affair”, nos enseña a una protagonista con matices muy humanos a la que resulta imposible despreciar; en, “Stalag 17”, nos recrea a un guardia tolerante y alegre; en, “One, Two, Three”, hay un chico que defiende con argumentos a su patria...

Con, <<LA VIDA PRIVADA DE SHERLOCK HOLMES>>, Billy Wilder consigue otra obra lúcida, dotada con los agudos apuntes a que nos tiene acostumbrados, y dando clara cuenta, con abundantes detalles, del hombre que de la mano de, Sir Arthur Conan Doyle, convirtió la ciencia de la deducción en un sorprendente arte.

Un guión picaresco, mordaz, ágil y muy puesto en actualidad, nos narra la última aventura... una de aquellas que, “por razones de discreción, fueron prudentemente guardadas en la bodega de un banco, pues su naturaleza era escandalosa”.

Estamos en 1887, y por no herir los sentimientos de una dama del ballet que desea tener un hijo con él, en vista de su fracaso con otros insignes hombres, Mr. Holmes, termina poniendo en juego su propia dignidad y confiesa a la dama que su debilidad es el Dr. Watson, su colega, amigo e inexacto biógrafo.

Entonces, presenciamos el recuento de un último caso, en el que nuestros amigos se ven envueltos en la búsqueda del esposo de una bella dama que es traída a su casa -la 221 de Baker Street- en estado de shock y con evidencias de golpes. En el camino, entra en juego el hermano de Sherlock, Mycroft; y la palabra, "Jonás", adquirirá nuevos y sumergidos significados.

Una trama que atrapa; unas sutilezas del par de detectives que sorprenden; y un personaje preciso de Genevieve Page, que pone de nuevo en su cauce a Billy Wilder, para dejar bien en claro que, el talento ario es cosa de todos los tiempos, y que la astucia y la sensibilidad anidan allí donde uno menos cree.

Título para Latinoamérica: EL ÚLTIMO SECRETO DE SHERLOCK HOLMES

"No mido 1,90, no me gusta que me hagas vestir de esta manera, ni que digas que soy un misógino, que tomo una reducción de cocaina del 5%...". Algo así le dice Sherlock al Dr Watson al iniciarse el metraje, en un aviso de que aquello que éste publicaba sobre él no le gustaba y además era falso. Es la primera muestra de que lo que se va a encontrar el espectador no es lo que ha venido leyendo, ni aquello que le han contado o que ha visto en otras pelis sobre el personaje. Él director lo quiere desmitificar desde el principio aunque culpe para ello el bueno del Doctor. Ni siquera oiremos el "elemental querido Watson"
Quizás un poco larga, mas no carente de trama y de buen gusto cinematográfico, las avneturas del detective mas conocido de la historia (lo siente Sr Poirot) son un alarde de desmitificación. Nada que ver con la útlima de la saga (2009) donde se resuelven los misterios por una multitud incoherente de detalles apenas aparecidos en pantalla durante un segundo y disperos en todo el metraje. Aqui toma parte del asunto cosas coherentes, inteligentes, laberínticas, donde se mezclan los ingredientes mas clásicos y fundamentales de cualquier historia del género: un compañero, una chica, una hermandad privada, un misterio de estado, un mosntruo del lago Ness, un detective archireconocido, un hermano, un amor, un engaño....

Excelente película, y otra vuelta de tuerca del maestro Wilder.
Parece lógico hacer una película sobre las aventuras de Sherlock Holmes. Con esto tenemos garantizado unos personajes muy conocidos y efectivos, argumento entretenido e intriga.
Es algo más arriesgado que esta película sea una comedia. En verdad las aventuras del detective inglés tienen muchas cosas, pero nada de humor.
Más chocante aún puede resultar que en esta comedia aparezcan los sentimientos íntimos y las debilidades más humanas de un personaje cuya principal característica es la frialdad y la falta de emoción.
Y para colmo, una comedia con un final melancólico, una pérdida amorosa y un lamentable fracaso profesional…
Y es que los elementos fundamentales que podrían constituir la principal baza de una película de aventuras (época victoriana, personajes arquetípicos y cerrados, intriga detectivesca, humor inglés, historia de amor) son sometidos finalmente a una interrogación que nos deja un sabor un tanto amargo, el curioso resultado de que el detective más astuto sólo pueda enamorarse de aquella que le supera, y, por tanto, le engaña: la imposibilidad de que el amor y la razón objetiva puedan coexistir. Todo ello reforzado con el fondo unos paisajes solitarios y una música brumosa y evocadora.
Y una curiosa frase en una de las escenas más cómicas, y en boca nada menos que de una anciana reina al contemplar una nueva y destructiva arma de guerra: “¡Y pensar que nos quejamos de cómo va el mundo! ¿qué inventarán ahora los hombres de ciencia?”

El otro día me puse a ver "La vida privada de Sherlock Holmes" porque he leído muchas de las novelas de Conan Doyle y quería ver cómo lo representarían. Pero lo que no me esperaba era que terminaría contemplando una obra maestra. Una intriga a la altura de la inteligencia del detective, unos diálogos igualmente inteligentes, dosis adecuadas y muy correctas de humor, actuaciones sobresalientes (especialmente los cuatro actores principales), dirección, ambientación, fotografía, banda sonora, puesta en escena... todo bien.

Ahora bien, la particularidad de la película es mostrarnos al Sherlock en su dimensión más humana, más allá de la máquina resuelve misterios; es más, por primera vez, su inteligencia será derrotada no por una espía, ni por un caso retorcido, ni por su enemigo mortal el Dr. Moriarty (que no viene ni a cuento), sino que será derrotado por sus propios sentimientos. Un "hasta la vista" y un pseudónimo, el hábitat natural del amor son los pequeños detalles, ciegan durante todo el caso a nuestro detective.

En definitiva, altamente recomendable. No tiene nada que ver con otros supuestos homenajes (no señalo a nadie Guy Ritchie) de híbridos entre Mortadelo y Holmes-Lee-acámaralenta repartiendo toñas. Y otra cosa, parece que algunos hechan en falta el "elemental querido Watson"; yo he leído la mayoría de historias de Sherlock Holmes y no recuerdo haber visto esa frase ninguna vez, puede que una o ninguna, o que salga sólo una vez en una novela que no he leído; vamos que eso es más creencia popular que realidad.

La bailarina rusa, los pequeños acróbatas del circo y la mujer que no se ahogó en el Támesis componen la historia que dirige Wilder y que nos traslada con habilidad hasta los más genuinos renglones de Conan Doyle.
Una magnífica ambientación, una seductora banda sonora, una interpretación soberbia y una capacidad narrativa fuera de toda duda son las claves para que el largometraje no deje indiferente al espectador.

El argumento, en general, parece consistente y la trama sólida pero se le puede achacar cierta falta de verosimilitud en la parte final del guión puesto que sacrifica la sencillez en aras de la espectacularidad.
Y eso, en ocasiones, significa un perjuicio.