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Anon

Ciencia ficción. Thriller Ambientada en un mundo futuro en el que no existe el anonimato ni el crimen, un detective se encuentra con una mujer que amenaza su seguridad.
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
19 de julio de 2018
12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por: John Harold Giraldo Herrera
[email protected]
Docente Universidad Tecnológica de Pereira

El uso de la tecnología y los dispositivos móviles con acceso a la alfombra mágica, han hecho de cada individuo, un ser con una trazabilidad. Una contradicción se advierte: lo que hagamos queda registrado y a disposición, sin embargo, eso no limita la capacidad de situaciones que podrían ser ilegales. Hoy casi cualquiera puede rastrear a otros y a su vez ser buscado y detectado. En el futuro, las películas nos muestran cómo por medio de cualquier mecanismo, los registros de los seres humanos se encuentran para el control y se establece una sociedad de mayor seguridad. Ese cuento y esa idea, son las que permiten gastar millonadas mensuales, invertir, y generar planes y políticas desde los gobiernos. Usted mismo derrocha cantidad de recursos, tiempo y dinero, en tecnologías móviles y en los tan anhelados y esclavizadores planes de datos. Otra contradicción salta a flote y queda un misterio: se presume y se pretende del anonimato, quizás por el logro de mayor individualidad, o por esa ingenuidad de creerse libre si todo lo puede hacer cada quien, sin embargo lo que se ha conquistado, la presión -aunque algo intangible-, es que hoy, se puede dar con mayor facilidad, con la entidad de las personas.

También es desde esa red de redes, donde de repente la masificación de la información y las prácticas de usuarios y grupos desembocan en una fisura para el sistema. Nadie puede ser anónimo si usa internet o juega desde las reglas del sistema, pero constituye una proeza y una máxima el hecho de ejecutar acciones vigiladas y detectadas desde la misma matriz; en nuestros días se han agenciado grupos y se han ejecutado hechos motivados por resquebrajar las normas creadas por ellos, los dueños de la información. Esa es la narrativa de la película. De repente un día cualquiera, un encargado de mantener el orden -Clive Owen- y descifrar cada episodio de violencia o afrenta contra el sistema, encuentra a un alguien sin identificar, como un error, luego un asesinato no es posible reconstruirlo y dar con el responsable porque, al parecer se transfiguró el vídeo del acontecimiento.
Anon, se convierte en una premonición del futuro que vivimos. Todo se encuentra bajo ordenanza. Desde un ojo, los detectives y agentes de seguridad del estado, pueden saber cómo ocurrió un hecho y quiénes lo efectuaron, ya nos son las grandes pantallas dejando todo grabado, ahora es uno mismo quien reseña por obligación, aquí cabe la sentencia bíblica: “Si no quieres que se sepa, no lo hagas”. No hay nada que no se encuentre sistematizado, las piezas de un rompecabezas no estuvieron tan fáciles de organizar, dado que cada parte se encuentra en un mismo engranaje. En el deambular se puede saber quién es el otro, porque se ofrece el menú de ese individuo y hasta su prontuario. No todos acceden a ese privilegio. Es posible, sin embargo, conseguirlo. El subversivo, el rapsoda futurista -casi presente-, es quien, sin ser registrado, pueda al tiempo, delinear a esos ojos, otro modo de sucesos. Casi que la realidad no es lo que sucede sino lo que se puede capturar de ella, y como es una alternativa -muy escasa y mínima e incluso ilegal- trastocarla, puede haber muchas.

El director nos ha planteado mundos distópicos, por ejemplo, en la película El precio del mañana (2012), la prueba de garantía y disputas es el tiempo; en Gattaca (1997) prima el intercambio genético, en S1mone (2002) es el tema de la simulación; en una donde prima más la acción El señor de la guerra (2005), también existe un juego con la identidad. Hablamos de Andrew Niccol, enfocado en la ciencia ficción y en desarrollar temas e historias disruptivas, con tramas en donde caemos, por lo cautivante y desafiador de lo propuesto: en unas especies de paralelismos, de dimensiones donde el yo se suspende, las identidades se cruzan o confunden, o donde la realidad no es lo que parece. Los espectadores, tienen el papel de ser detectives y participar de una mística rodeada de enigmas, donde la privacidad parece ser resguardada, siendo más pública. Un hecho que lo desarrolló cuando Nicol hizo el guion de The Truman show (1998), en donde un individuo cree vivir feliz y a su albedrío, pero se encuentra encerrado en un plató.

Anon, es un campo de aperturas a lo que ya pasa: ser gobernado por el imperio de la red, donde cada uno va tejiendo y aportando con su hilo un historial y un perfil que lo anuncia y le da una ventana o una cárcel. Si todo es trazable, como sueñan los que ostentan el poder, pueden hacer lo que se les antoje con su red y los usuarios. Como siempre habrá resistencia o quedará un resquicio, ese pequeño eslabón será suficiente para obtener un poco de libertad así sea con todo en contra. David Lloyd, el caricaturista, nos dio un legado: la máscara del anonimato, esa no se puede usar si se transita por la red, aunque sí, porque quienes logran un orificio, pueden ver otras dimensiones y circular sin ser detectados. He ahí lo que vemos en Anon.
John Giraldo
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30 de julio de 2019
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece que en la ciencia ficción estuviera ya todo inventado. En "Anon", la tecnología de su distopía no es total y absolutamente nueva en el género, pero se usa con un planteamiento que Niccol sabe aprovechar francamente bien.
A la que más me recuerda es a "La memoria de los muertos" con Robin Williams, pero también tiene retazos de "Días extraños", "Minority report" y por supuesto "1984", pues el concepto de gran hermano se eleva aquí a la máxima potencia.
Pero Andrew Niccol siempre ha sabido aportar un enfoque novedoso en sus trabajos, en este caso con una investigación criminal interesante y muy original.
Además, los actores son buenos y tiene el mérito de contar una buena historia futurista sin derrochar efectos especiales. Al igual que ya hizo en "In time" y sobre todo "Gattaca", con unos buenos personajes e ideas, sobra toda la infografía.
Me gusta también que nos cuenten las características de este mundo de una manera muy visual. Entenderemos perfectamente cómo funciona este sistema sin que ningún personaje nos lo tenga que explicar directamente.
Una vez más, la imaginación de este director nos brinda una buena película de ciencia ficción que, por desgracia, me parece que apenas ha tenido repercusión en el público.
En su contra, que una vez nos acostumbramos a esta idea, termina volviéndose un poquito lenta al final. Por suerte, no dura demasiado y cuando empieza a ponerse pesada (aunque no mucho, eso sí), llega la conclusión.
i42poloj
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23 de agosto de 2019
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un futuro de esos que ahora llamamos, hinchando el pecho, "distópico", la falta de anonimato en el ser humano es la huella común de todo/as... menos quizás de alguna persona que podría beneficiarse de ella para cometer asesinatos.
Una premisa pero que muy prometedora que Andrew Niccol, otrora buen realizador con algunos trabajo positivamente recordados, no logra llevar a buen puerto esta vez.
Y es que, como se suele decir, "los árboles no dejan ver el bosque".
Sucede esto porque tiene un sinfín de buenas ideas pero poquito a poquito se va diluyendo el interés de su primer tercio, resultando al final un, creo yo, fallido trabajo donde sí hay momentos logrados como la persecución en el metro, pero al fin y al cabo se pierde en efectos especiales y una narración sin chispa donde no pocas veces se intuye que se podría haber logrado algo mejor.
Al final no molesta pero tampoco aporta gran cosa al género de la ciencia ficción.
Y es que le sobra seriedad y gravedad al argumento y le falta, no ya sentido del humor, sino algo de alma.
Con todo, se puede ver tranquilamente.

https://filmsencajatonta.blogspot.com
Constancio
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30 de abril de 2020
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Un director que sigue perdido tras un debut brillante

Desde que el director Andrew Niccol asombrara a toda la cinefilia con su extraordinario debut, Gattaca (1997), no ha dejado de intentar repetir la fórmula, acercándose a mundos distópicos desde una óptica similar. Lo hizo con Simone (2002), donde se creaba a una estrella de cine con un programa informático. En In Time (2011), donde se traficaba con el tiempo para vivir eternamente. O en La huésped (2013), en la que unos alienígenas controlaban tu mente.

Han sido muchos intentos que tienen similitudes en su composición diegética, pero apenas queda rastro de la madurez y capacidad de síntesis de la que hizo gala en su debut. Es como si a Niccol se le hubiera olvidado narrar para un público adulto. Ahora lo subraya todo, lo sobre explica, sin dejar espacio para que el espectador interactúe con su obra, rellenando los espacios sugeridos con su imaginación. En su última obra, Anon, vuelve a partir de una idea interesante que termina explotándole en las manos.

*El «ojo mental» que todo lo ve

La idea principal de Anon, nos presenta un futuro sin privacidad ni capacidad para olvidar. Las personas llevan insertado algo que se denomina «ojo mental», a través del cual todos los recuerdos vividos quedan almacenados en una memoria virtual. Actúa a modo de disco duro al que se puede acceder en cualquier momento y compartirlo con los demás como en el sistema del bluetooth añejo, pero mucho más rápido.

Ese «ojo mental» que graba todas nuestras acciones, facilita enormemente la labor de la policía para investigar los pocos crímenes que se producen, ya que pueden acceder al cerebro de la víctima para descubrir quién fue al agresor. Cada persona es una cámara, no hacen falta drones ni otro tipo de vigilancia.

El protagonista de Anon está interpretado por Clive Owen, en un rol hecho a su medida. Es un inspector taciturno y solitario que parece la versión 2.0 del personaje que interpretó Tom Cruise en Minority Report (Steven Spielberg, 2002), cuando le vemos revisar en la soledad de su apartamento las imágenes de su hijo muerto. En su camino se cruzará una hacker, que interpreta Amanda Seyfried, capaz de modificar esos recuerdos e insertar otros falsos, poniendo en peligro todo el sistema. Sin que sea una idea original del todo (te van a venir a tu «ojo mental» varias películas), sí que me parece un buen punto de partida.

*La falta de equilibrio entre la acción interna y externa

Niccol vuelve a filmar su futuro con las mismas armas. Una fotografía basada en el azul metalizado, una ambientación minimalista, unos personajes atrapados y atormentados… Todo ese envoltorio visual de Anon es tan apabullante como frío. La visión en primera persona es como una pantalla de ordenador. Constantemente aparece información de las personas con las que se cruzan y, aunque al principio despierta nuestra curiosidad, a los 20 minutos puede resultar agotadora.

Como casi toda la acción transcurre en la mente de los personajes, hay varias escenas donde los actores están en cuadro simplemente mirando al infinito, rodeados de datos que se sobreimpresionan en pantalla. Esa particularidad hace que el ritmo se vuelva plomizo y la puesta en escena se atasque en lo estático. Por eso, se agradecen los momentos donde los personajes deben moverse y evitar esa aburrida sensación de estar contemplando a alguien utilizando un videojuego. Hasta ver jugar a alguien al Heavy Rain, con el que comparte estilo visual, seguro que sería más entretenido (por cierto, se adquirieron los derechos para transformar algún día esta apasionante aventura gráfica en película).

Cuando esto pasa, Niccol se muestra efectivo y nos ofrece los mejores momentos de la película, como la persecución en el metro. No es suficiente para acrecentar nuestro interés, insertar un par de secuencias de contenido sexual o aprovechar el atractivo físico de Amanda Seyfried como una femme fatale de intriga policíaca.

*Conclusión

Anon es un film de ciencia ficción escrito y dirigido por Andrew Niccol. Nos plantea un mundo distópico donde a través del «ojo mental» todos nuestros recuerdos quedan archivados y son accesibles. No hay privacidad ni capacidad para olvidar.

La película recuerda a muchas otras y la estética propuesta por el director también recuerda a otros de sus films más memorables. Tras un inicio que despierta nuestra curiosidad, su fórmula termina siendo agotadora. Ese planteamiento de situar la acción en la mente de los personajes, se convierte en un lastre para el ritmo de la película.

Un buen reparto encabezado por dos estrellas como Clive Owen y Amanda Seyfried, que cumplen con su cometido, no es suficiente reclamo para levantar un film con algunas buenas ideas, pero con un desarrollo un tanto tosco y previsible.

Escrito por Daniel Farriol
Cinemagavia
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1 de agosto de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La premisa de la película y de todos los elementos que la componen forman un mundo distópico muy interesante de conocer y de saber como es su funcionamiento. En cuanto a este mundo, está cuidado al mínimo detalle sin pocos errores que apreciarse, lo que lo hace más real que en otras películas del estilo. Es verdad que se basan mucho tiempo de la película explicando el mundo y como funcionan las conciencias oculares lo que le quita bastante sabor a la película. Las actuaciones de los dos protagonistas está muy bien sobre todo la de Amanda Seyfried. Pero la anulación de mostrar cualquier sentimiento y emoción con unos personajes tan fríos, no ayuda al acercamiento a estos. Pero si mantiene una ambientación donde se respira bastante tensión.
Adrián Wulf
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